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Las enseñanzas del movimiento piquetero para el momento actual.
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El próximo sábado se cumplirán 19 años del asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, militantes de la CTD-Aníbal Verón, a manos de la represión del gobierno del entonces presidente Eduardo Duhalde. Como cada año, las organizaciones piqueteras, políticas, sociales, de derechos humanos, etc., se harán presentes en el puente para llevar a cabo un acto de lucha y de conmemoración, exigiendo el juicio y castigo para los responsables políticos de la masacre. El Polo Obrero Tendencia es parte de las organizaciones convocantes al puente y movilizará con una columna compuesta por varios compañeros y compañeras que estuvieron presentes en aquella jornada del 2002 como constructores del Polo Obrero.
En esta perspectiva, el Partido Obrero Tendencia organizó por Facebook Live la charla “A 19 años de la masacre del Puente Pueyrredón. La lucha contra la pobreza y la impunidad”, con la participación de Eduardo Molina, dirigente del Polo Obrero Tendencia de la zona sur, Vanina Kosteki, hermana de Maximiliano y luchadora por el juicio y castigo, y Jorge Altamira. Los oradores abordan diversos aspectos del tema de convocatoria e hicieron referencia a la actualidad de la lucha y las perspectivas del movimiento de los desocupados.
La primera intervención fue la de Eduardo Molina, que como militante del Partido y del Polo Obrero estuvo presente en la gesta del 26 de Junio del 2002. En su intervención, desarrolló los problemas que atravesaban al movimiento piquetero en aquel momento y los acontecimientos que rodearon a la jornada del puente. Explicó que la política del entonces presidente Duhalde estaba orientada a “ganar la calle”, que había sido ganada por un movimiento popular que algunos meses antes había volteado al gobierno de De La Rua. El Estado, que se encontraba en una bancarrota económica y política, y que arrastraba a todos los partidos del régimen, buscaba recuperar las calles por medio de la violencia, para obtener un margen de “gobernabilidad” para la clase capitalista.
Las organizaciones piqueteras se enfrentaron al problema de la amenaza de violencia estatal y debatieron por medio de asambleas la conveniencia de salir o no salir a enfrentar al gobierno. Por lo tanto, la jornada del 26 de Junio del 2002 fue parte de un plan de lucha piquetero que no sólo iba por sus reivindicaciones, sino que había debatido no permitir que el Estado instale un régimen de terror. Por ese motivo, el Partido Obrero caracterizó en su momento que la masacre del Puente Pueyrredón se trató de un crimen premeditado desde el Estado.
Por otra parte, el programa que llevó a los desocupados al puente no era puramente reivindicativo, sino que era un programa que planteaba un rumbo de salida a la crisis del país: ocupación de fábricas, unidad de los trabajadores ocupados y desocupados, reparto de las horas de trabajo, trabajo genuino y pase a planta, nacionalización de la banca. Hoy tenemos la misma situación de bancarrota y miseria social, y el Polo Obrero Tendencia levanta el mismo programa de salida a la crisis, frente al fracaso de la política del gobierno a través de la precarización que significa el Potenciar Trabajo. La lucha de los desocupados debe empalmar con la tendencia a la lucha de los trabajadores ocupados, como la de los obreros de Bimbo, los trabajadores de la salud, etc.
Vanina Kosteki desarrolló un relato vívido de los días previos y posteriores al asesinato de su hermano. En su exposición comentó que cada vez que se cumple un nuevo aniversario es una sensación semejante a revivir aquellos días. Maximiliano Kosteki era un joven que se encontraba en un proceso de despertar a la vida política. Vanina cuenta que al encontrarse con él después de las jornadas del 19 y 20 de Diciembre del 2001, le contó que había empezado a ir a un comedor donde daba clases de dibujo y que por primera vez había tomado el coraje de ir a una marcha y por eso estuvo presente el 1 de Mayo de 2002 en la Plaza de Mayo. Maxi le dijo que quería un cambio, que era un cambio que reclamaba toda la juventud en ese momento y que lo siguen reclamando, por la vivienda, la educación, la salud. A 19 años el reclamo es el mismo, la lucha es la misma, mientras los funcionarios se reciclan en los distintos gobiernos.
Vanina explicó que la causa judicial por el asesinato de Darío y Maxi sigue abierta en Comodoro Pi, bajo la responsabilidad del juez Ariel Lijo, para condenar a los responsables políticos del crimen. Todos los familiares vienen transitando un largo camino por el reclamo de justicia. La condena a Franchiotti y Acosta no fue suficiente, porque los responsables políticos quedaron impunes. Vanina sostuvo que la responsabilidad es del gobierno de Duhalde y de todos los gobiernos posteriores, que tuvieron entre sus funcionarios a estos responsables políticos, como Aníbal Fernández (que era entonces ministro del interior) o Felipe Solá (entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires).
En su intervención, Altamira planteó el problema de la relación que hay entre el tema de la charla y el momento actual. En primer lugar, sostuvo que el 26 de Junio de 2002 representó un episodio de guerra civil por parte del gobierno, que tenía el objetivo de aplastar al movimiento piquetero. Prueba de ello es que no se trató sólo de una represión callejera, sino que hubo además francotiradores apostados en las azoteas de los techos de las casas aledañas, que dejaron un saldo de más de 40 heridos. Fue un intento premeditado de aplastar un movimiento de lucha por medio de una represión armada.
Con la represión se buscaba generar un clima de terror en los barrios, dando vía libre a los atropellos policiales. Las organizaciones sociales y políticas, como relató Altamira, decidieron una marcha al día siguiente del 26/6, que representó la clave de todo el desenlace posterior del gobierno, porque fue una multitud sin precedentes que, en un día de lluvia, reflejó que la moral política del pueblo estaba alta.
El movimiento piquetero que Duhalde quería aplastar se manejaba a través de asambleas intra-organizaciones, y había votado la consigna “Fuera De La Rua – Cavallo” contra el gobierno anterior. Es decir, que tenía conciencia de que sus reivindicaciones eran incompatibles con ese gobierno. Por ese motivo, para Altamira la conciencia política significa tener un concepto general de la situación y saber por dónde uno está caminando mientras reclama por una reivindicación, sostuvo que es necesario que haya una unión entre las reivindicaciones y una concepción política de conjunto. Porque toda reivindicación del pueblo contra el Estado es un desafío político.
Un síntoma de esta conciencia política fue el rol de los desocupados frente a los despidos. El capital mantiene a los desocupados como “ejército de reserva”, para presionar al trabajador ocupado. En aquel período, en cambio, el movimiento piquetero iba a defender a los despedidos (como en el caso emblemático de la textil Brukman), en lugar de ir como desocupado a cubrir el puesto de despedido.
La experiencia del movimiento piquetero de hace dos décadas deja muchas enseñanzas para el momento actual. Altamira hizo un fuerte hincapie en que el movimiento piquetero fue un producto del movimiento obrero – las grandes huelgas y cortes de ruta de los petroleros, en Mosconi y en Cutral-Co Plaza Huincul. Es falsa e injuriosa, aseguró, la tesis que caracteriza al movimiento piquetero como marginal a la clase obrera, como hizo y sigue haciendo el PTS con un empeño obsesivo. Luego destacó, que en un momento, como el actual, en que algunas organizaciones de izquierda piden congresos a medida, lo más efectivo, en realidad, habría que volver al 2001/2, cuando las asambleas nacionales piqueteras eran abiertas y horizontales, como lo fue la que el 22 de junio de 2002 convocaría a la marcha del siguiente 26. El método de un congreso de todo el movimiento piquetero, es superior al de un cartel de organizaciones donde cada uno defiende su territorio. Tendría un definido carácter de deliberación política.
El debate que atravesó a la izquierda hace dos décadas también arroja sus enseñanzas. El movimiento piquetero sufrió una ruptura el 20 de Diciembre del 2001, cuando la CCC y la FTV sabotearon las marchas programadas con antelación, votadas en asambleas piqueteras, y se apartaron del ‘argentinazo’. Luego, con la política de “reordenamiento” del país con Duhalde, a través de la cooptación de organizaciones piqueteras y la formación artificial de otras, acompañado de la convocatoria a elecciones, se produjo una segunda escisión, en oposición a la política independiente que levantaba el Polo Obrero. Este proceso de cooptación, por un lado, y la oposición de Izquierda Unida, en especial lo que hoy son el MST e Izquierda Socialista, a la unidad de la izquierda con el PO, sirvieron a la estabilización del nuevo gobierno kirchnerista, más allá de la reactivación de la economía.
Altamira marcó que hoy asistimos a enormes movilizaciones de los desocupados que indican la predisposición de combate del pueblo contra un régimen que no le ofrece ninguna salida, pero que no tiene traducción política porque están ausentes las consignas políticas, las perspectivas políticas.
Altamira subrayó una diferencia positiva de la situación actual con relación al 2002, que es la formación desde entonces de un gran caudal de organizaciones de activistas, fabriles y seccionales, y destacó al Subte, en 2002/3, y al Sutna. Hoy hay una gran cantidad de delegados combativos en todo el país, una verdadera vanguardia obrera, que en cierto momento fue la base social activa del Frente de Izquierda. Esta diferencia entraña lo siguiente: que es el activismo y las organizaciones obreras combativas las que tienen la oportunidad de convocar a un Congreso de Bases, cuando hace dos décadas, esta iniciativa era exclusiva del movimiento piquetero.
En el final de su exposición, Altamira explicó que no basta con reivindicar un gobierno de trabajadores – es necesario aproximar un rumbo hacia ese gobierno, y que eso son las asambleas piqueteras, las coordinadoras autoconvocadas y los congresos de bases. Cuando se lucha por un gobierno de trabajadores, es necesario trabajar las tendencias que marchan en esa dirección y hay que hacer conscientes a las masas que luchan de que marchan en esa dirección. Las luchas de la vanguardia obrera y el movimiento piquetero reflejan esas tendencias.