Escriben Aixa L y Joaquín Antúnez
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El pasado 29 de junio los rectores y rectoras de las 58 universidades nacionales aprobaron, en un plenario extraordinario del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), un programa de “desafíos” para la universidad en la “pospandemia”.
El programa apunta a la presencialidad en la Universidad en base a la bimodalidad. Está enfocada en grupos prioritarios, esto es, los cursos de últimos años, los trabajos de laboratorio y prácticos y las materias imposibles de virtualizar. El planteo de una bimodalidad pretende establecer un sistema mixto permanente. ‘Resuelve’ de este modo el déficit edilicio y favorece los negocios que ha abierto la educación a distancia, el recorte de contenidos y la privatización. Constituye un enorme retroceso en la pedagogía del conocimiento.
Es lo que plantean el FMI y el Banco Mundial (BM) en materia educativa, cuya correa de transmisión es la CONEAU – la comisión nacional de evaluación universitaria.
El ´desafío´ implica revisar los planes de estudios, adaptarlos a las nuevas tecnologías -bimodalidad- y avanzar en el recorte de los contenidos curriculares bajo la creación de carreras cortas y recorridos educativos técnicos y científicos estratégicos. Las mismas son justificadas por la necesidad de orientar “al desarrollo productivo y a la reinserción laboral de personas que han perdido su trabajo”. Las carreras cortas y con orientaciones estratégicas destruyen la formación técnico-científica. Recorta contenidos curriculares “teóricos” por cuestiones “prácticas” - las “habilidades blandas” que citan los rectores. La falacia del planteo queda demostrada por el establecimiento de un ciclo educativo superior, que es filtrado por aranceles y exámenes de ingreso. El ciclo ‘inferior’ está destinado a formar una mano de obra barata. El CIN festejó con bombos y platillos los recortes de incumbencias del macrismo, porque permitía avanzar con las carreras cortas ofrecidas en múltiples universidades.
Los rectores tampoco se han privado de poner entre sus ´desafíos´ avanzar en una reforma de los convenios colectivos de trabajo. Las gestiones universitarias que no han desarrollado las más mínimas medidas para implementar y acompañar el teletrabajo prometen se acuerdan d cuando pase la tormenta. Detrás de esta adecuación a los “tiempos modernos” see él para la llamada pospandemia. Esto redundará en despidos de no docentes y auxiliares de docencia.
El problema de los convenios colectivos está asociado a diversos derechos y conquistas, como son las jubilaciones denominadas de privilegio, entre ellas las de docentes universitarios y docentes en general. Es el caso de Kicillof que pretende avanzar sobre las jubilaciones de los bancarios.
Para esta tarea cuentan con la complicidad de toda la burocracia sindical docente y no-docente, con quienes los rectores reconocen “un diálogo fecundo".
La ''universidad pospandemia'' es por un lado un ataque vertebral a la educación pública, pero es también una mentira de temporalidades – “vivir con el virus”.
Queda claro que los “desafíos” de la universidad para los rectores son las reformas precarizadoras y privatistas.