Escribe Soledad Domínguez
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El paro de los trabajadores y trabajadoras de la salud privada (Sanidad) fue contundente. Y aunque fue de sólo 4 horas por turno, introdujo una novedad: el reclamo se trasladó a las calles en todo el país.
Durante los días previos, en CABA y en Salta, hubo manifestaciones durante lunes, martes y miércoles, fundamentalmente sostenidas por el aparato del sindicato. La movilización porteña del miércoles contó con la presencia de Héctor Daer quién cerró la jornada con un discurso dirigido a aminorar el impacto del paro que tendría lugar 48 horas después: aseguró que no se trataba de una movilización política y que la relación con el Gobierno “es cordial”. Responsabilizó a “los empresarios” con quienes, según dijo, no pudieron negociar, pero agregó: “Hay que tomar las decisiones políticas necesarias para resolverlo” - un guiño al aumento de las cuotas de las prepagas.
Pese a los intentos de regimentar el plan de lucha y de empalmar con las patronales, la conducción del sindicato fue desbordada por la intervención de los trabajadores y trabajadoras. El paro contó con un alto acatamiento y los piquetes tuvieron una gran participación de trabajadores y trabajadoras por fuera del aparato del sindicato. El Británico, Italiano, Dupuytren, Español, Clínica Santa Isabel, Sagrado Corazón, cortaron las calles con movilizaciones numerosas. En Salta hubo movilizaciones en las puertas de los sanatorios; en Bariloche movilizaron al centro de la ciudad. Es que la situación salarial no da para más. Nuestros sueldos promedio son de $55.000, por debajo de la línea de pobreza.
Finalizando la jornada, el sindicato difundió un comunicado firmado por Daer y West Ocampo en el que afirman: "Vamos a conseguir el 45 % de aumento de todos los salarios y nada nos va a distraer de ese objetivo". Pero los trabajadores temen que, además de insuficiente, el aumento sea en cuotas, si bien aun conquistando el 45 % en una sola cuota, los sueldos seguirían quedando por debajo de la canasta básica familiar, valorizada en $140.000.
La jornada del 23 de julio fue protagonizada por los trabajadores y trabajadoras, superando sus características de aparato. Para algunos sectores de izquierda y federaciones, se trataba de “un paro por los negociados de Daer”. Sin embargo, la gran movilización de la base del gremio mostró que la burocracia y los empresarios están en un aprieto.
El sindicato se declara en alerta y movilización y el 26 se reunirá el consejo directivo de Fatsa para definir cómo se sigue. En los establecimientos esto ya se discute y se plantea la necesidad de profundizar las medidas con un paro de 24 horas. Para esto, son necesarias asambleas generales en los lugares de trabajo que discutan y voten la continuidad y una gran movilización con la participación del conjunto de los compañeros y compañeras.