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El jueves 29 de julio se cerró el acuerdo de las paritarias del gremio de Sanidad. Ese mismo jueves se había levantado un paro programado de 24 horas, luego de que el Ministerio de Trabajo prorrogara la conciliación obligatoria.
El acuerdo es de un 45 % en 4 cuotas, cobrándose la última en febrero del 2022, con cláusula de revisión.
Basta con ver las grillas salariales de los acuerdos firmados por FATSA para ver que los salarios continuarán estando por debajo de la canasta básica familiar y rozando la línea de pobreza. En febrero de 2022 los salarios van a superar los $80.000 mientras el costo de la canasta básica familiar está valorizada hoy en $140.000. Las cuotas congelan la pobreza porque son absorbidas por la inflación mes a mes que proyecta anualmente un 50%. No hay aumento.
Al acuerdo se le suma un pobre bono por el día de la Sanidad de $4.100, menor al otorgado por decreto por el Gobierno Nacional y a los obtenidos por los gremios de actividades no esenciales. Pese a que la Celeste y Blanca presente con bombos y platillos el acuerdo, es insuficiente por donde se lo mire.
Uno de los datos más importante de estas paritarias de sanidad, es la intervención de los trabajadores y trabajadoras. Además de la enorme adhesión al paro del 23 de julio, se volcaron a las calles masivamente para visibilizar el reclamo. Si bien el plan de lucha fue convocado por la conducción Celeste y Blanca, a la medida de las necesidades patronales que pretendían que se les autorice un aumento de las cuotas de las prepagas; a diferencia de otros años en los que esperamos las noticias por Facebook, esta vez fuimos verdaderos y verdaderas protagonistas.
El antecedente a la lucha por la paritaria 2021 se encuentra en el masivo paro del 26 de marzo por la cláusula de revisión que las patronales de la salud privada se negaban a abrir, a cuenta de que se otorgue la autorización para aumentar los aranceles. Pero ese paro fue masivo y en las asambleas “informativas” se colaban inquietudes y pedidos de los trabajadores y trabajadoras que veían un gremio ausente, en lo que va de pandemia.
Con este antecedente a cuestas, la Celeste y Blanca se dispuso a ir a un desgaste por medio de idas y vueltas, anunciando un paro para el 1 y 2 de julio que luego suspendió horas antes, cuando el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación. Pero la presión de las bases los obligó a convocar movilizaciones ese mismo día, a regañadientes y anunciadas con poco tiempo de anticipación. Finalmente llegamos al paro del 23, con cortes de avenidas en los principales sanatorios de la CABA y con manifestaciones en todo el país. En los cortes asomaban carteles hechos a mano, y trabajadores, por fuera de la típica batucada del gremio, agitando con lo que haga ruido, superando lo que podría llamarse un paro de aparatos. Todos los trabajadores de la ciudad vieron al personal de salud luchando y manifestaron su solidaridad.
La conducción logró mandar al freezer la enorme fuerza lograda. Convoca a un “plenario” de delegados para anunciar un paro de 24 horas para el jueves 29, con 3 días de anticipación para que las patronales puedan hacer y deshacer. Es decir, la burocracia convoca un paro cuyo objetivo es meterle presión al gobierno para que suban los aranceles que reclaman las patronales y su destino era que sea levantado. Si el paro fuera por los salarios, el paro se convocaría al otro día para que las patronales tengan que responder.
Así y todo, este desgaste y manoseo por parte del Gremio a los trabajadores, delegados y comisiones internas; el anuncio de un paro de 24 horas fue arrancado por las bases, que veníamos discutiendo cómo seguir después del paro de 4 horas por turno del 23 de julio. A nadie le quedaba ninguna duda de que las medidas debían profundizarse.
En un nuevo plenario de delegados de urgencia, Héctor Daer levantó el paro que selló el 45% y el aumento de los aranceles para las patronales, mientras que en el chat que finalmente la dirección del gremio tuvo que habilitar se proponían movilizaciones que el mismo Daer iba rechazando.
Del acuerdo nos enteramos ese mismo jueves por los medios de comunicación. Ningún “plenario” dio voz a los delegados, todas las acciones del gremio fueron inconsultas con su base.
Los trabajadores de sanidad, quienes hace muchos años no se encontraban frente a una lucha de estas características, nos topamos con una burocracia alejada de todo interés de los trabajadores y trabajadoras, que hizo y deshizo como quiso sin consultar, una burocracia que se construye sobre el peor de los métodos antidemocráticos.
Un delegado o delegada, democrático y combativo, sabe el enorme esfuerzo que conlleva organizar un paro, convocar asambleas, hablar con sus compañeros, y ganarlos a la lucha. Estas idas y vueltas del sindicato buscan un desgaste ya que genera un cuadro de incertidumbre entre compañeros y compañeras.
El enorme interés por intervenir en la negociación salarial y por luchar por un sueldo digno, sumó a una nueva camada de trabajadores luchadores en el gremio de la sanidad. La conducción Celeste y Blanca y las patronales detectaron esto, por esto se levanta el paro y prefirieron continuar las negociaciones entre cuatro paredes.
El enorme enojo que se canalizó en la lucha salarial, es el enojo por los compañeros que fallecieron a causa de covid, los contagios masivos producto de la negligencia patronal, el incumplimiento de protocolos, la sobre exigencia por sobre los trabajadores y trabajadoras, las contrataciones precarias, todo esto a cambio de salarios de pobreza. El paro fue la oportunidad de desquitar esta bronca y de expresar la importancia que el trabajador y la trabajadora de la salud reviste para la sociedad. El “exigimos lo que nos corresponde” fue tomado como la consigna para esta lucha que seguramente se revitalizará y crecerá con nuevos reclamos al compás que se agrava la situación con el advenimiento de la variante Delta.
La experiencia de esta enorme lucha nos deja una perspectiva: es necesario reforzar la organización en cada clínica y sanatorio con la experiencia acumulada para partir de nuevas bases en la próxima y temprana lucha. Un paso al frente de todos los nuevos activistas y luchadores del gremio para correr a la burocracia sindical con nuevos y nuevas delegadas, para avanzar en la conformación de comisiones internas democráticas y combativas, para lograr nuestros reclamos, en la perspectiva de una nueva conducción en el gremio de la sanidad, al servicio de los intereses de los trabajadores y las trabajadoras.