Escribe Fernanda Díaz
Contra los despidos y la precarización laboral
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El trabajo en negro, la precarización laboral y los despidos en el puerto de Mar del Plata han llegado ya a niveles escandalosos. Claro que todo esto no pudo ni puede tener lugar sin la complicidad de las patronales con las burocracias sindicales y el Estado. Es claro también que los obreros han alcanzado el límite de la tolerancia.
A la proliferación de cooperativas truchas surgidas a fines de los 90 y más tarde de las PyMEs, que terminaron reventando el convenio colectivo del año 1975, se suman los incesantes despidos.
En lo que va del 2020, la cadena productiva vinculada al procesamiento del pescado fresco en Mar del Plata perdió 11 eslabones que generaban trabajo para más de 500 personas.
El jueves 20 de febrero, se conoció que otros 90 trabajadores de las cooperativas La Milagrosa y Rosa Mar; quedaban en la calle como consecuencia del reclamo de blanqueo a “Chuli” Gomez; uno de los más activos aportantes de pescado fresco al mercado interno a través de la empresa Chulemar SRL.
Antes había sucedido en el frigorífico Arte Pesca - propietario además de dos fasoneras- donde casi 100 obreros quedaron en la calle; y en Ostramar, donde de 60 envasadoras sólo quedan 13 (Revista Puerto).
La mayoría de los obreros de la pesca trabajan desde hace más de 20 años bajo la pantalla de cooperativas, sin cobertura médica ni social, sin la indumentaria adecuada, en ambientes insalubres y por sueldos de miseria. Esta es la regla en el puerto marplatense donde impera la precarización y la tercerización y la ley de ofertas de retiros voluntarios. En el puerto la doble indemnización no existe y lo que debiera ser un escándalo, pareciera pasar inadvertido para los siempre renovados romances del SOIP y la CGT con los gobiernos de turno. Existen casos menos auspiciosos aún, en los que directamente se bajan las persianas y se deshacen de los trabajadores sin previo aviso, ni pago alguno. Sencillamente levantan todo y se van dejando el tendal. Es lo que sucedió con el frigorífico Rocamore a fines del 2019, entre otros.
Esta metodología que ha llevado a los trabajadores a realizar acampes, piquetes y ocupación de instalaciones, está bien aceitada. Los empresarios, que protestan por el aumento de las retenciones y el costo laboral, conocen de primera mano la entrega de las direcciones sindicales y las maniobras del Ministerio de Trabajo de la Nación, que en vez de ordenar el registro y el pago de la doble indemnización que establece el decreto de "emergencia pública" de Fernández; convoca a audiencias con el objeto de ganar el tiempo necesario para descomprimir y desgastar la lucha.
Los obreros de las cooperativas no necesitan el “acompañamiento” que dice dar la burocracia del SOIP para lograr una mejor indemnización o para que no pierdan el presentismo y se sigan perjudicando. Saben que nada pueden esperar ni obtener de una de las más podridas burocracias. Por eso, los días de acampe en las fábricas, en las terminales 2 y 3 del puerto con cortes y movilizaciones que unió la lucha de éstos con los trabajadores de la estiba, los obreros navales, movimientos sociales y los familiares de víctimas de los buques el Repunte y Rigel; muestran que va creciendo la tendencia a la rebelión generalizada en una ciudad, que es desde hace décadas, la capital nacional de la desocupación y precarización laboral; y en una Argentina en crisis que marcha sin pausa a convertirse en el centro de una hecatombe de dimensiones mundiales.