Escriben Diego Toscano y Patricia Lambruschini
Se impone un debate de la docencia universitaria.
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El lunes 13 el conjunto de las federaciones de docentes universitarios, incluida la Conadu Histórica, firmó la propuesta salarial del gobierno consistente en un 6% en septiembre, 2% en octubre y 4% en enero y un bono de $2.000 por conectividad desde octubre hasta marzo. La paritaria convalida el retroceso salarial que viene sufriendo la docencia universitaria y preuniversitaria con respecto a la inflación presente y pronosticada para los próximos meses.
En un artículo anterior, caracterizamos que la propuesta de reajuste salarial se trataba de un intento del gobierno y de la burocracia sindical de contener daños electorales en un cuadro de creciente rechazo popular, pero sin salirse del libreto de FMI.
Tras haberla declarado "insuficiente" en un primer momento, la Conadu Histórica terminó suscribiendo la paritaria luego de un congreso de la federación, en la que la posición de aceptar se impuso sobre la de rechazar por un margen de votos muy ajustado (49 a 42) y con la ausencia de varios delegados que podrían haber alterado ese resultado.
La firma por parte de Conadu Histórica merece una reflexión de conjunto por parte del activismo de la docencia universitaria.
En la paritaria de mayo, la burocracia sindical impuso la firma a pesar del descontento docente. La dirigencia de la otra Conadu lo hizo con dificultades, debido al rechazo abierto de una parte de sus asociaciones de base. En ese momento, Conadu Histórica no firmó, pero tampoco desarrolló una orientación de lucha independiente, convocando a la docencia a organizarse contra el recorte salarial que se había firmado.
Carcomido rápidamente por el proceso inflacionario, el rescate del acuerdo paritario comenzó a cocinarse en julio. Frente a ese escenario, la Conadu Histórica se mantuvo en una parálisis completa. En ningún momento la conducción de la federación (PCR / Lista Verde de la CTA Autónoma) planteó un proceso de movilización o un plan lucha nacional contra el ajustazo en curso, sino que incluso votó sistemáticamente en contra de las mociones de paro que venían desde distintas asociaciones de base (AGD, SITRADU, ADIUNT, entre otras). Sólo se avino a votar un paro luego de varios manoseos y postergaciones del gobierno, que terminó suspendiendo de manera vergonzosa. Finalmente, sólo en ADIUNT se materializó un paro de 24hs en rechazo del acuerdo salarial y contra el desmantelamiento de los protocolos por parte de la UNT. La alta adhesión al paro del jueves 9, apenas 4 días antes de las PASO, fue un claro indicio de lo que iba a suceder el domingo 12.
Frente a una propuesta de 12% en 3 cuotas no acumulativas, que no podía defender ni ante su propia base como positiva, el PCR llamó a aceptarla casi como un acto de apoyo político al gobierno (y una confesión de impotencia ante la burocracia de las otras federaciones). La firma del acta -prevista originalmente para el viernes 10- tuvo que suspenderse supuestamente para no quebrar la veda, pero en realidad porque la propuesta era impresentable ante las bases.
En un cuadro en extremo volátil tras el derrumbe electoral del gobierno y su posterior implosión, y en un escenario que augura un ataque todavía más profundo contra las condiciones de vida los trabajadores, urge la convocatoria a una deliberación general en los sindicatos y en la propia Conadu Histórica, para poner en pie un proceso de lucha por un salida a la crisis en función de los intereses de la clase obrera.
La conducción de la federación debe salir de su adaptación al gobierno que la lleva a la parálisis, e impulsar un plan de lucha nacional por todas los reivindicaciones salariales y laborales de la docencia universitaria y preuniversitaria. En ese camino, también debe pronunciarse contra el acuerdo con el FMI y llamar a organizar una gran movilización para cuando se lo quiera aprobar en el Congreso (moción que la Naranja Tendencia ya presentó en dos instancias y no fue votada).
La etapa que se abre combinará el derrumbe político del gobierno y del Frente de Todos con un proceso de deliberación creciente del movimiento obrero, que se expresará, seguramente de manera distorsionada también en la seguidilla de elecciones sindicales que comenzarán hacia finales de año. El activismo combativo que quiere defender la independencia de la federación -no sólo del gobierno sino también de las corrientes que pretenden subordinarla al cadáver insepulto del nacionalismo burgués- debe comenzar coordinarse para intervenir audazmente en la etapa que se ha abierto.