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Este 23 de noviembre una asamblea de consejeros electos en 2019 resolvió extender su propio mandato hasta agosto de 2022. De un plumazo se ha abolido, hasta nuevo aviso, cualquier tipo de democracia en la Universidad de Buenos Aires. No sólo se han suspendido las elecciones del claustro estudiantil sino que se ha postergado, un año entero, la ´asunción´ de los consejeros ya votados durante el 2021 en profesores y graduados. El mamarracho es tan grotesco que consejeros con mandato vencido han decidido que los ´electos´ no asuman, lo que convierte al ya amañado proceso electoral de la UBA en una estafa completa. A los estudiantes les han quitado directamente el derecho a votar, esto cuando toda la población ha participado de dos comicios nacionales. El gobierno de la UBA festeja los 200 años de la institución sostenido en un régimen de excepción.
Ha sido la conducción de la FUBA (Nuevo Espacio y peronismo) la que ha defendido esta suspensión con el curioso argumento de que muchos estudiantes no se encuentran en Buenos Aires, -lo que de todas maneras no ha sido impedimento para tomar en el CBC, por ejemplo, exámenes presenciales de una cursada 100% virtual-. No aplicaría, en este caso, la sentencia popular de que “lo mejor es enemigo de lo bueno” y para evitar una elección con algún grado de participación menor han decidido evitar toda participación. En realidad las camarillas universitarias suspenden las elecciones estudiantiles simplemente porque nada les asegura que las vayan a ganar. A eso se refirió Nuevo Espacio cuando colocó como condición a la votación una cierta “ambientación” de la vida universitaria, por eso la suspensión ni siquiera es durante el verano sino hasta -como mínimo- agosto. Para los bloques políticos que controlan la Universidad el ´regreso´ estudiantil se les presenta con una fuerte incógnita sobre el futuro de su desenvolvimiento político. Los aparatos universitarios sostienen su vínculo con los estudiantes mediante toda una estructura de prebendas y ́servicios´, entre los que muchas veces se incluyen cursos académicos que se eliminan de la propia matrícula. Tras dos años de pandemia y el agravamiento en todos los planos de la situación social estos bloques buscan evitar cualquier tipo de pronunciamiento.
El conjunto de las fuerzas que han participado de esta asamblea han operado de distintas formas para ocultar el significado y las acciones de la misma. Al bloque del rector Barbieri lo acompañaron en la ´extensión´ la amplia mayoría de los consejeros, lo que incluye a Juntos por el Cambio y a casi todo el peronismo, con la excepción de La Cámpora. La abstención camporista fue justificada con reproches: “no nos enteramos de las cosas”, “es tan fácil el consenso pero no se intenta”, etc; lo que sugeriría que su apartamiento es una iniciativa del rectorado, no de ellos mismos. Barbieri probablemente se ha convertido en la envidia de Alberto Fernández. En sus intervenciones La Cámpora se opuso a la exigencia de mayor presupuesto al ajustador de Guzmán, como lo definió “la jefa”.
Otra de las fuerzas ´opositoras´ que se presentó en la asamblea fue el PO oficial (FITU), aunque cuidándose de cualquier difusión y cuidándose todavía más de pronunciar alguna idea socialista o, mínimamente, de lucha. Más grave aún, el aparato del PO, acompañó la unanimidad del funcionamiento de la asamblea planteado por Barbieri. Para que la disposición de extensión de mandatos pueda ser aprobada por la asamblea general esta misma debía tratarse previamente en comisión, por lo que la maniobra consistió en hacer todo en el mismo acto. La posterior ´retirada´ del PO (o) de la asamblea no justifica ninguna votación en común con Barbieri, mucho menos encubierta por el ´procedimiento´. El aparato del PO ha calculado hasta el milímetro su “saludo a la bandera”.
En sus intervenciones el PO (o) no se pronunció sobre ninguno de los hechos que estaban transcurriendo ni exigió convocar a las elecciones estudiantiles. El grupo que dirige la UJS hace rato que ha tirado la toalla en la lucha contra el régimen universitario y busca amoldarse a él como una corriente ́democrática´. Sólo en esto consiste sus exigencias de ´mayor´ (ya no mayoría) representación estudiantil y claustro único docente. Una impugnación a la forma del gobierno universitario tiene que vincularse con su contenido social, en este caso, capitalista. La Universidad es un engranaje fundamental de un régimen social totalmente cuestionado, en primer lugar, por la pandemia del COVID. En la privatización del conocimiento, la entrega de recursos laborales y científicos la UBA encabeza todos los ´rankings´, al mismo tiempo que despoja de sus derechos laborales a los docentes y se obstaculiza el acceso masivo a la educación superior. El rector Barbieri es parte del “consejo social” del gobierno, lo que lo convierte en partícipe responsable del desbarranque social, la pobreza y el desempleo creciente. La suspensión de las elecciones estudiantiles se encuentra en función de sostener todo este rumbo. El aparato del PO, en cambio, reclama un mayor funcionamiento de los consejos y que “los convoquen” a discutir los ´problemas´ de la universidad.
Proponemos
Una política para el movimiento estudiantil tiene que partir del rechazo absoluto de las resoluciones de esta asamblea e impulsar la organización autónoma de las elecciones, que bajo ninguna circunstancia pueden depender de la patronal universitaria. Es fundamental la lucha en contra del nuevo ajuste presupuestario y por las reivindicaciones estudiantiles y docentes: salario, becas, equipamiento, etc. Entre este régimen de gobierno y las aspiraciones de los trabajadores, docentes y estudiantes se ensancha cada día más la posibilidad de una agitación socialista que le plantee otro curso a la Universidad, esto en especial ante la completa sumisión -de derecha a izquierda- de las agrupaciones estudiantiles.