Myanmar, a un año del golpe

Escribe Norberto Malaj

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El golpe en la ex Birmania va a cumplir un año, donde descolla la inmensa resistencia civil, especialmente obrera y popular. La dictadura ha asesinado a casi 1.200 manifestantes; los trabajadores de la salud, de los bancos, la educación y la industria textil protagonizaron grandes huelgas generales; pueblos y ciudades organizaron sistemáticos apagones, etc., etc. La resistencia no amainó nunca. Las etnias minoritarias del país que siempre desconfiaron del ex gobierno de la Liga Nacional Democrática (LND) e inicialmente fueron equidistantes ante el golpe, se han volcado a la resistencia armada a la dictadura.

La dictadura ha provocado el desplazamiento de decenas de miles de campesinos y poblaciones en las regiones fronterizas. Esas regiones tradicionalmente inestables, donde el estado nacional nunca terminó de asentarse desde la independencia, están virtualmente bajo control de esas etnias y sus ejércitos irregulares.

La mayoría de los gobiernos de la región, especialmente Japón y China, que se habían mostrado equidistantes del golpe, han girado hacia el apoyo al régimen totalitario. Lo mismo la ASEAN, especie de OEA del sudeste asiático. El presidente en ejercicio de la ASEAN visitó esta semana al dictador Min Aung Hlaing y, según testimonios, “cuando finalmente se conocieron parecían encantados” (Frontier Fridays, 14/1). China ha finalizado la construcción de una vía férrea, a través de Myanmar, que facilita su comercio interior en China.

Daw Aung San Suu Kyi, la líder encarcelada por la dictadura, es una especie de símbolo de la resistencia, pero fundamentalmente la que representa los intereses de una burguesía que reclama la apertura hacia la UE y Estados Unidos. Las Fuerzas Armadas, dueñas del 80% del parque industrial y los bancos, resiste la privatización que vendrá acompañada con la ‘liberalización’ política. Según “Justice for Myanmar (JFM), desde el golpe, empresas estadounidenses han importado cerca de 1.600 toneladas de madera de teca de Myanmar, a pesar de las sanciones y las reiteradas declaraciones de condena del gobierno estadounidense contra el régimen. EE.UU. impuso sanciones específicas contra la empresa estatal Myanma Timber Enterprise, que es la única empresa responsable de la venta de madera legal en Myanmar, el 21 de abril Desde el golpe, MTE quedó bajo el control directo de la junta, lo que significa que los militares obtienen un porcentaje de los ingresos por exportaciones de todas las ventas legales de madera, que luego pueden utilizar para financiar sus operaciones y ataques. Según “Justice for Myanmar (JFM), desde el golpe, empresas estadounidenses han importado cerca de 1.600 toneladas de madera de teca de Myanmar, a pesar de las sanciones y las reiteradas declaraciones de condena del gobierno estadounidense contra el régimen. EE.UU. impuso sanciones específicas contra la empresa estatal Myanma Timber Enterprise, que es la única empresa responsable de la venta de madera legal en Myanmar, el 21 de abril Desde el golpe, MTE quedó bajo el control directo de la junta, lo que significa que los militares obtienen un porcentaje de los ingresos por exportaciones de todas las ventas legales de madera, que luego pueden utilizar para financiar sus operaciones y ataques. Entre las empresas acusadas de posibles malas prácticas se encuentran World Panel Products, J. Gibson McIlvain, East Teak Fine Hardwoods, Lumberbest y Kingsley Bate” (ídem).

Entre las credenciales democráticas Aung San, hija del líder de la independencia nacional de Birmania, figura la masacre del pueblo rohinya, un virtual genocidio; se trata de una minoría musulmana de más de 2 millones de habitantes, de los cuales más de 25 mil han sido asesinados y casi un tercio desplazados a países vecinos.

Por la intervención consecuente de la clase obrera en esta lucha, y por la lucha armada de las minorías nacionales, Myanmar es un foco, sin lugar a dudas, revolucionario internacional.

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