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En un tuit, el presidente Alberto Fernández declaró: “Anunciamos el primer aumento de la movilidad jubilatoria de 2022. Es de un 12,8% en jubilaciones, pensiones y asignaciones y alcanza a más 16 millones de argentinas y argentinos. Todas las jubiladas y jubilados empezarán el año ganándole a la inflación”.
En realidad, se consolida el retroceso sin atenuantes de los jubilados. Entre septiembre del 2017 y diciembre del 2021, las jubilaciones acumulan una pérdida del 19,5 %. Los sectores de haberes medios y altos, además, fueron marginados de bonos y otros aumentos, acentuando de este modo el achatamiento de la pirámide.
En enero la inflación subió el 3,9 %, acumulando una suba interanual de los precios del 50,7% según informó el INDEC. “Se trata de variación más alta desde abril del 2021”, asegura Clarín (12/2). Pero para los jubilados y pensionados, el deterioro del poder adquisitivo es aún más acentuado, debido a que destinan prácticamente la totalidad de sus haberes al consumo de alimentos.
En las discusiones con el Fondo, se apunta a convertir a la jubilación en una pensión a la vejez. Hoy el haber mínimo que en el mes de marzo llegará a $ 32.630 es un monto de indigencia, los de la PUAM (Pensión Universal al Adulto Mayor) cobraran $26.106, y los de las PNC (Pensiones No Contributivas) recibirán $ 22.841 frente a una canasta familiar que ya trepó a los $ 160.000. Ningún jubilado debe ganar menos que esta para poder desarrollar una vida plena luego de décadas de trabajo.
Las organizaciones de Jubilados debemos realizar asambleas en los barrios, en PAMI y ANSES y sumar nuestra lucha a los trabajadores ocupados y desocupados.
No a la desindexación de los haberes, nunca más jubilación privada, restitución de los aportes patronales, no al acuerdo con el FMI, ningún jubilado debe ganar por debajo del monto de la canasta familiar hoy en $ 160.000.
