La Izquierda y la situación política del momento

Escribe Jacyn

El PTS, de “la situación prerrevolucionaria incipiente” a una lucha “secular”.

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Hace tan poco como noviembre de 2021, el PTS caracterizó, de cara a su conferencia nacional, que en Argentina, se desarrollaba una “situación incipientemente (sic) revolucionaria”. Según Christian Castillo, el autor de la tesis, esta situación “incipiente” era el resultado de una sumatoria algebraica de “hechos objetivos”, a saber, crisis económica y social de magnitud; crisis de la burguesía con el gobierno actual, al que no consideraba propio; polarización de las clases medias; pasividad de la clase obrera de la industria, aunque sujeta a cambios bruscos; etc. En su momento llamamos la atención sobre la inconsistencia de esta caracterización, por su carácter descriptivo, que no daba cuenta del dinamismo de los procesos históricos y de la interacción entre la situación llamada objetiva, de un lado, y el desarrollo subjetivo, que se manifiesta en la acción de los explotados, el desarrollo de su conciencia de clase y su organización. Por esto mismo, pusimos el énfasis en la ausencia, en esa caracterización, del papel político de la izquierda (en el caso, del FITU y sus partidos), en la creación de esa situación prerrevolucionaria “incipiente”. Toda la literatura histórica asigna una importancia decisiva al rol de las fuerzas que se reclaman revolucionarias en la creación o en el freno de las situaciones prerrevolucionarias o revolucionarias que emergen de la crisis histórica del capitalismo. En ausencia de esta determinación, la caracterización es inocua o superflua o tiene un carácter solamente académico. Al final, el desarrollo y el destino de situaciones de ese tipo depende, en una gran medida, de la interacción entre la clase obrera y el partido que se fue desenvolviendo en el período precedente. No hay que olvidar que “una situación pre-revolucionaria es un estadio transicional del proceso político - hacia una situación revolucionaria o, en el caso de derrotas populares de magnitud, hacia situaciones no revolucionarias o contrarrevolucionarias” (Ver “Acerca de la Tesis del PTS sobre la situación política nacional”, de Jorge Altamira https://politicaobrera.com/3407-acerca-de-la-tesis-del-pts-sobre-la-situacion-politica-nacional). Altamira observó la inconsistencia que representa el propósito de esclarecer una situación política con el recurso a las palabras vacías, en este caso la ‘incipiencia’, y señaló que la situación no era, al menos en aquel momento, prerrevolucionaria. El eslabón estratégico de una transición política, como lo son las situaciones prerrevolucionarias, es el partido revolucionario. Como acertadamente dijo una vez el Che Guevara, que, sin embargo, rechazaba firmemente la necesidad de construir el partido, “las situaciones revolucionarias no sólo se dan sino que también se crean”.

Ahora, tres meses después de esa conferencia nacional, aquella tesis ha sufrido una modificación. “Al menos nosotros desde el PTS en el FIT-U”, sostiene Guillermo Pistonesi en un whatsapp dirigido a las organizaciones que se han movilizado contra el FMI “creemos que el pacto de coloniaje con el FMI es una cuestión que va a teñir la realidad política, económica y social (lucha de clases) en los próximos años”. La observación pretendía responder a quienes reclamaban adelantar las fechas para organizar una nueva manifestación contra el Fondo. De esto se desprende que un año después del texto de Castillo, la situación sigue siendo ‘incipiente’ o se habría disipado. En cualquier caso, se vuelve a cometer el error metodológico fundamental de excluir a la acción y la política de los partidos de la izquierda, de la reversa que ha sufrido el incipiente cuadro prerrevolucionario.

“Con esta lectura de tiempos largos -continúa Pistonesi-, estando presentes ahora y en el futuro en cada lucha de ls explotads y oprimids (sic) contra las consecuencias de este pacto criminal y hacia una enorme movilización que rodee el Congreso el día que se trate (no antes del 10 de marzo) (sic sic)”. Es muy interesante que Pistonesi justifique en “los tiempos largos”, una tarea inmediata: “debemos hacer”, enfatiza, “una gran demostración de fuerzas los días que se trate el pacto en el Congreso. …”. Soslaya, en nombre de “los tiempos largos”, convocar a una manifestación de magnitud para el 1° de Marzo, cuando el Presidente de la Nación, sentado al lado de la Vicepresidenta de la Nación (que dice estar en desacuerdo con el acuerdo con el FMI), anuncie el acuerdo con el Fondo y el envío del proyecto al Congreso. La diferencia con la propuesta de Pistonesi es crucial, porque el Congreso será el escenario de una crisis mayor de todo el poder político, y porque inaugura una decena de días de una escenificación más acentuada de las peleas políticas entre los partidos del sistema y dentro de ellos mismos. Se plantea incluso la posibilidad de que el Congreso no pueda reunirse para discutir el proyecto fondomonetarista, y el desenlace lo determine un decreto-ejecutivo, como advierte un ex juez de la Corte, Antonio Boggiano.

Pistonesi acompaña su propuesta, como es habitual en estos casos, con una fraseología radical, que llama incluso a “preparar la huelga general que es la única medida que podría derrotar el plan del imperialismo, la gran burguesía y sus políticos”. No entra en detalles acerca de en qué consistiría esa “preparación”, porque no habla de coordinadoras o congresos obreros, pero sí recuerda que la burocracia, que se opone a la huelga general y apoya el pacto con el Fondo, “dirige los sindicatos”. En la larga campaña electoral – Paso más generales – no se escuchó al FITU hablar de “huelga general”. Trae a colación esta consigna cuando su propósito es que una multitud, de orientaciones políticas diversas, se reúna en las cercanías del Congreso para escuchar a los legisladores del FITU desde una pantalla que se instalará con esa finalidad. El contenido de esos discursos atenderá a la tesis de la “lucha larga”, no de la “situación prerrevolucionaria incipiente”. El documento leído en la movilización del pasado 8 de febrero, denunciaba “el apoyo explícito dado por la CGT al pacto con el FMI”. Sin embargo, el PTS considera -en boca de Pistonesi, que “un 'plan de lucha’, sin buscar el concurso de los principales batallones del movimiento obrero hoy bajo la tutela de la podrida burocracia sindical, a la larga puede terminar en la impotencia total”. El PTS no solo se cuida muy bien de no incluir la huelga general en los documentos del ´espacio´ contra el FMI, sino tampoco en su actividad cotidiana. Abundan, en cambio, las exhortaciones a que la burocracia cambie de frente y “rompa su pasividad cómplice” (https://www.laizquierdadiario.com/El-FMI-el-2023-y-las-coordenadas-de-un-nuevo-momento-politico).

En conclusión, la “incipiente situación prerrevolucionaria” que pregonaba Castillo se ha esfumado en su propia inconsistencia. Lo que plantea Pistonesi en forma oficial, no es una política para influir en el desarrollo de una situación prerrevolucionaria, por medio de una propaganda y una agitación que tenga por eje la acción directa y la organización del activismo, los luchadores y los delegados independientes – que son legión -para intervenir en la crisis social y política.

Los plazos en política, o el tiempo y el ritmo de las luchas y las crisis, no pueden ser digitados de antemano. El adelantamiento ficticio de ellos lleva el sello del ultraizquierdismo – el retraso lleva el del conservadorismo. La irrupción de la pandemia ralentizó los ritmos; desde las últimas Paso esos ritmos se han acelerado. Cada aparato tiene, claro, su propio esquema. Es posible que el PTS piense que el acuerdo con el FMI echa lastre de la crisis, como lo dicen explícitamente desde el gobierno (“evitamos la corrida”, es un “mal menor”), y que sólo a largo plazo sumirá a Argentina en una crisis mayor. Esto, sin embargo, no se puede determinar de antemano, pero pone de manifiesto otra enorme vulnerabilidad metodológica del PTS: la ausencia de la crisis mundial en sus caracterizaciones políticas, que son estrechamente nacionales. La crisis político-militar en Ucrania tiene mayor impacto en la crisis que el préstamo de ‘alivio’ que ofrece el Fondo para que Argentina le pague la deuda que tiene con él. Lo mismo ocurre con la inflación mundial, que con un record de medio siglo, va a ser atizada por una guerra de incierta duración. En resumen, las condiciones y los ritmos hay que palparlos en la práctica, mediante una lucha. Viene al caso, de nuevo, recordar lo que este método produjo con relación a la rebelión popular en Chile, donde poco antes del 19 de octubre de 2019, el PTS advertía acerca la “pasividad de las masas” y su “despolitización”; ni hablemos del aparato del PO, que hizo de “la iniciativa de la burguesía” y el “planchazo de las masas” los pilares de su adaptación electorera. Este conservadorismo estratégico no lo refuta, ni mucho menos lo modifica, estar “en las calles”, porque opera como un freno de la lucha que desborda los carriles ‘institucionales’. Es el desafío, por ejemplo, que enfrenta desde hace tiempo el movimiento piquetero.

El acuerdo ha astillado a las dos coaliciones políticas que dominan el Congreso. Por eso es una gran oportunidad para manifestar el 1° de marzo e intervenir a partir de ahí en la crisis parlamentaria y política subsiguiente. Del 1° al 24 de marzo hay una agenda de movilizaciones fundamentales: la inauguración legislativa, una asamblea piquetera en Plaza de Mayo, el día internacional de la mujer trabajadora, la eventual sesión parlamentaria por el acuerdo con el Fondo, el 24 de Marzo. Es necesario dar una unidad de objetivos políticos a la intervención en todas estas movilizaciones.

Aporto este análisis a los debates del Congreso Internacional de Política Obrera que tendrá lugar a mediados de abril.

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