¡Abajo la guerra imperialista de la Otan y la invasión de Putin a Ucrania! Por un Congreso de delegados obreros y piqueteros. Por el gobierno de los trabajadores. Por la Unidad Socialista de América Latina.
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El Congreso Nacional de Política Obrera –Partido ObreroTendencia- tuvo lugar entre el 15 y el 17 de abril pasado. Luego de debates en sesiones plenarias y comisiones, arribó a un conjunto de conclusiones políticas y planteos de lucha. En la agenda estuvieron la guerra imperialista que se desarrolla en principio en Europa con un alcance mundial y, en conexión con ella, la crisis terminal del gobierno, del sistema político y del Estado en Argentina. En este contexto histórico, el Congreso abordó la situación de la clase obrera y los trabajadores en general, y la política de los movimientos piqueteros.
El involucramiento de todas las principales potencias del planeta le otorgan a esta guerra un carácter mundial y una perspectiva de agravamiento. Se trata de una guerra imperialista preparada sistemáticamente por la Otan, para extender la dominación del imperialismo mundial a Rusia y al conjunto de Asía Central, con vistas a una guerra contra China. Es, por lo tanto, una guerra por el acaparamiento de mercados, pero, por sobre todo, para aniquilar la lucha de la clase obrera contra un capitalismo en decadencia, que ofrece crisis sociales cada vez más graves y una pauperización creciente de los trabajadores. La historia del imperialismo es una historia de guerras y de revoluciones.
La invasión de Putin a Ucrania es una respuesta reaccionaria y antiobrera a la guerra imperialista, pues se basa en la división entre los trabajadores de Rusia y Ucrania y, a término, en una mayor división de la clase obrera internacional. Es también una guerra para acentuar la opresión de los trabajadores de Rusia a manos de una dictadura bonapartista. Es, asimismo, una guerra de contenido imperialista, pues procura, de un lado, rescatar del derrumbe la restauración capitalista que siguió a la disolución de la Unión Soviética y resguardar la dominación de la oligarquía advenediza que se apropió de los recursos estatales de la URSS sobre sus ex repúblicas, en el este de Europa, en el Cáucaso y en Asia Central. La historia de la clase obrera mundial enseña que la lucha contra las guerras imperialistas no es oponerle una guerra de opresión nacional, sino la guerra revolucionaria de los trabajadores para acabar para siempre con el imperialismo y la explotación capitalista.
La lucha contra la guerra imperialista debe estar en el primer punto de la agenda de los trabajadores, porque son ellos quienes la están pagando con sus vidas, la destrucción de sus ciudades y viviendas, y el desencadenamiento de una guerra económica que se convertirá en una crisis humanitaria de inflación, mayor pobreza, desempleo y una ofensiva patronal generalizada contra las ya deterioradas condiciones de trabajo.
Los estados mayores de esta guerra no esconden sus objetivos estratégicos –la Otan quiere llevarla hasta Moscú, y Moscú pactar con Europa la secesión del este de Ucrania, o directamente la anexión. Esta "paz" entre bandidos llevará a nuevas guerras internacionales. Los intentos de la oligarquía rusa por integrarse en armonía al sistema imperialista mundial, primero con el pedido de ingreso a la Otan y luego con la presencia en el G-20, culminan con otra guerra mundial. La armonización de intereses imperialistas es una utopía reaccionaria.
Nuestro Congreso votó a favor de una campaña nacional e internacional contra la guerra imperialista. Llamamos a todos los compañeros y compañeras a impulsar pronunciamientos contra la guerra imperialista; por poner fin a los gobiernos y estados imperialistas; por gobiernos de trabajadores; por una Federación internacional de Repúblicas Socialistas.
En Argentina, el gobierno "popular" ha encomendado su futuro político al Fondo Monetario Internacional, luego de dos años de feroz endeudamiento y de una reestructuración de la deuda vencida en beneficio de los fondos acreedores, nacionales e internacionales. Ha legitimado la deuda fraudulenta y usuraria del macrismo con el FMI y con el conjunto del capital financiero. Este nuevo episodio de sometimiento nacional no ha sacado a Argentina del default, y ha creado condiciones de endeudamiento aún más oprobiosas. El pacto con el FMI es un plan de guerra contra los trabajadores, que ya han perdido el 30% de sus ingresos en la última década y alcanzado una tasa colosal de empobrecimiento.
El acuerdo con el FMI consagra el tutelaje político de Biden y del Departamento de Estado sobre Argentina, en las condiciones de una guerra mundial comandada por el imperialismo yanqui. Somete a Argentina al tutelaje de la OTAN, a despecho de la base económica, militar y nuclear que la OTAN ha establecido en Malvinas y el Atlántico sur. La guerra ha penetrado por todos los poros al gobierno de los Fernández, al punto que se ha formado en su seno una camarilla pro-norteamericana, integrada por el jefe de Gabinete, Manzur, por Béliz, por Guzmán, por Arguello, e incluso a cierta distancia por Alberto Fernández y Sergio Massa. Este nuevo cuadro político acentúa la crisis y la inestabilidad del gobierno de los Fernández. Cristina Fernández, la Cámpora y el sector cristinista de la burocracia sindical acompañaron a esta camarilla hasta las puertas del cementerio, para reclamar en forma tardía su inimputabilidad. El aparato del peronismo ha vuelto a confirmar que es un cadáver político y un peso muerto para el conjunto de los trabajadores y el pueblo.
Los "paladares negros" del macrismo se han alineado con la fracción imperialista de Trump, trasladando a Argentina y a América Latina la crisis política de la burguesía norteamericana, que culminó con el fracasado golpe de estado de enero de 2021, en el intento de toma del Capitolio en Washington.
En la clase obrera crece el impulso de lucha y deliberación -las autoconvocatorias y coordinadoras impulsadas entre los choferes de colectivos, los trabajadores de la salud o los obreros del citrus en Tucumán, y las derrotas de las burocracias sindicales en las elecciones en numerosas empresas. Las movilizaciones masivas de los desocupados, que abarcan la totalidad del territorio nacional, no cesan, a pesar de las amenazas del gobierno.
El gobierno y el régimen político han perdido la iniciativa hace tiempo –van a la rastra de la crisis. No tienen presupuesto anual; se ha creado un conflicto de poderes entre el Legislativo, el Ejecutivo y la Corte; la crisis fiscal priva de base material al estado, obligando a un endeudamiento fabuloso (60 mil millones de dólares en dos años) –que reúne todas las condiciones de un colapso.
Está planteada una crisis de poder, que los políticos de turno quieren resolver en 2023, mientras todas las coaliciones en presencia se deshilachan en camarillas cada vez más reducidas.
En estas condiciones el Congreso del PO (T) llama a desarrollar la autonomía política de la clase obrera, que significa lo siguiente: coordinar las luchas que se producen sin solución de continuidad; promover autoconvocatorias; exigir a los sindicatos la convocatoria de asambleas generales y plenarios de delegados con mandato; denunciar en forma implacable a la burocracia sindical –agente de las patronales y el gobierno- y desarrollar una campaña por un Congreso Obrero que fije la posición de los trabajadores frente a la crisis política y al derrumbe, en desarrollo, del gobierno. Lo que llevará a los trabajadores a la lucha por un gobierno propio del mundo del trabajo es el crecimiento de su conciencia de clase y la organización independiente en empresas, ciudades, provincias y a escala nacional.
La crisis social en curso plantea unir las reivindicaciones urgentes, como el aumento inmediato del ciento por ciento del salario y jubilaciones, a cargo de la patronal; el derecho al trabajo, mediante un plan de obras públicas y viviendas y el reparto de las horas de trabajo disponibles; el repudio de la deuda usuraria y la acción internacional de los trabajadores contra las deudas y el FMI. Impulsemos movilizaciones políticas en apoyo a todos los países que han comenzado a cesar el pago de la deuda usuraria.
El carácter de un partido no lo determina el reconocimiento que ofrece la justicia. Lo determina el programa, la trayectoria y el método de ese partido. De acuerdo a este único criterio de validez no hay otro Partido Obrero que Política Obrera; es lo que reafirmó nuestro Congreso del pasado fin de semana largo. Nuestra reconstrucción política como corriente, en sólo dos años –signados además por la pandemia- es una manifestación poderosa del alcance histórico inequiparable de nuestra corriente.
A partir del Congreso, reforzaremos todas las iniciativas de propaganda y agitación dirigidas a explicar a la nueva generación de trabajadores y luchadores, lo que ya saben las otras generaciones que conviven con ella: El Partido Obrero (T), Política Obrera, es, por su programa, trayectoria y método, el que nació hace medio siglo para impulsar la revolución socialista a escala nacional e internacional.
¡Adelante!
Congreso de Política Obrera, 17/4/2022