Ricky Espinosa: por qué aún te recordamos

Escriben Matias Melta y Jacyn

20 años de la muerte del cantante de Flema.

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Ricky Espinosa y su banda más emblemática, Flema, ocupan un lugar singular en la historia del rock argentino de la última década del milenio. De alguna manera, Ricky y Flema fueron un eslabón entre dos etapas del under porteño, entre los años 80 y 90. De los grupos compilados en aquel disco seminal llamado “Invasión 88”, que rescató del olvido a bandas fundadoras del punk local -Los Baraja- junto a otras que poblaron la escena durante primera mitad de los 80 y las incipientes Flema y Ataque 77, que protagonizarían el auge del género en la década siguiente. La transición no será sólo generacional: cierta mirada ´geopolítica´ de los primeros grupos -Los Baraja, Los Violadores-, influenciada por el clima de la guerra fría entre EE. UU. y la URSS, sería desplazada por la viñeta local, la crónica barrial, el fútbol, el amor no correspondido e incluso una cuota de existencialismo. Compartirían, sí, la crítica a “los políticos”, “el poder”, “las corporaciones”, pero, sobre todo, el odio a la policía, que asediaba a músicos y público, amparada en unos edictos que recién serían derogados luego del crimen de Walter Bulacio y grandes movilizaciones contra el gatillo fácil, en 1998. El punk en los 80, una escena muy reducida, fue la contracara subterránea de la ´primavera democrática´ de Alfonsín. La cosa es que finalmente, mientras Ataque 77 se convertía en pasión de multitudes, Flema mantendría su condición under durante toda su carrera, hasta convertirse en banda de culto.

Formada a mediados de los 80 en Avellaneda, el germen del grupo, antes de adoptar su nombre definitivo, dejaba notar la influencia de bandas como Iron Maiden, Megadeth y Quiet Riot. Cierta intención ´metálica´ -los riffs, el cambio de ritmo- todavía se puede apreciar en la brevísima “Cáncer”, una de las dos canciones aportadas por la banda -ya con la rúbrica de Flema- para el compilado “Invasión 88”. Ricky se destacaba como el principal compositor del grupo, pero era el guitarrista y todavía no ocupaba el lugar de cantante. Se haría cargo de las voces luego de lastimarse el brazo accidentalmente durante una discusión familiar.

Como frontman de la banda, atraería todas las miradas. Era un mal cantante, pero su estilo dejó huella. Carismático, energético y astuto para lidiar con un séquito de seguidores no tan numeroso como intenso, fue forjando su propia leyenda recital tras recital, gira tras gira.

La música de Flema era básica y despojada. Si Ramones había seccionado el bubblegum pop y el surf rock yanqui de los años 50 y 60 y apartado los solos y arreglos antes de someterlo a electroshock, Flema directamente se deshizo del resto de ´las partes aburridas´ de la canción. Esa búsqueda de un rock básico y veloz, se contaminó de la influencia de Nirvana, reemplazando arreglos y puentes por la contraposición más elemental suave-fuerte o lento-rápido, como su fórmula más habitual. El semi hit radial “Metamorfosis Adolescente”, incluido en su primer álbum, es una buena muestra de la influencia de la banda de Kurt Cobain sobre el grupo.

A contramano de muchos de sus seguidores, Ricky abrevaba sin tapujos en el rock nacional de los años 60 y 70 (Manal, Vox Dei, Pappo´s Blues) y en los primeros Rolling Stones –dejó registro de una acelerada versión de “As tears go by” (de Jagger-Richards) con su grupo paralelo, Flemita-.

Las letras de Ricky retratan a los personajes de su barrio -Gerli-, sus amigos y mujeres; hablan de la guerra, de los políticos y, claro, de la policía. Sus canciones dejaron testimonio de una época y de la decadencia del conurbano, de proyectos y familias arrasadas por la bancarrota capitalista pre 2001. Nihilista hasta la angustia, individualista, anarcoide, el contacto de esa clase media sumergida con la marginalidad fue el material que nutrió a Flema. El concepto grupal era fuerte. Los aportes compositivos de los demás miembros de la banda eran consistentes en esa mirada. Por otra parte, Ricky también supo ser un hábil administrador de la banda y abanderado de la ´autogestión´, al punto de rechazar cifras considerables por los masters de sus discos. Su disco tributo a dos bandas amigas, Sin Ley y Embajada Boliviana, alcanzó a mostrar una faceta muy promisoria de Ricky como productor.

La vida de Ricky Espinosa estuvo marcada, además de la música, por las adicciones al alcohol y la droga. Sus canciones abrevan recurrentemente en los dos polos de la adicción –la euforia y la depresión-. Su absurda muerte, a los 36 años, es inseparable de ese derrotero.

Sus ex compañeros de banda recordaron a su amigo con dos shows a sala llena en La Trastienda, con invitados y sorpresas. En su época de apogeo, Flema era local en el menos confortable Cemento, el enorme local de Constitución que regenteaba Omar Chabán. Él y su grupo escribieron un capítulo insoslayable de aquella escena. Luego, quien quiera oír que oiga. Para eso están los discos.

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