SUTEBA: el liquidacionismo en la Multicolor

Escribe Mariano Hermida

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El retroceso de la izquierda en las últimas elecciones de SUTEBA ha dado lugar a una exacerbación de las disputas faccionales de parte de las corrientes que integran el Frente de Izquierda-Unidad. El acento es puesto en la derrota sufrida en el Suteba-Matanza, la seccional que representó una conquista del clasismo en el sindicalismo docente.

El operativo liquidacionista se puso de manifiesto a la hora de caracterizar este retroceso, cuando se magnificó, por un lado, el alcance de este retroceso y se minimizó, por otro lado, un balance de la política y la estrategia de la Multicolor, que se convirtió en una sucursal del aparato autoproclamatorio conocido como Plenario Sindical Combativo.

Este balance fue reemplazado por atribuciones de responsabilidades de unas corrientes contra otras en la definición de la política seguida en las recientes elecciones. La construcción del clasismo en los sindicatos no se reduce a cambios menores en la gestión; supone, por el contrario, el desarrollo de un sindicalismo políticamente independiente frente a la crisis política, el reclutamiento y la formación de nuevos activistas y una pelea contra la burocracia en todo el espectro de cuestiones políticas, no solamente atendiendo a cuestiones sindicales puntuales.

La mayor experiencia de la docencia en los dos años recientes encontró al FIT-U y a la burocracia unidos en la política presencialista, especialmente impulsada por la patronal de la educación privada y el clero, en ambos lados de la ‘grieta’ partidaria. La Multicolor entró a la campaña electoral sin poder reivindicar ninguna trayectoria política significativa contra el aparato de Baradel. Tampoco fue derrotada por la acción de esta burocracia sino por un nivel de abstenciones que castigó, por sobre todo, a las listas Multicolores.

La exageración que se imputa al alcance del retroceso y derrotas constituye, de por sí, un abordaje liquidacionista, en momentos en que agrava catastróficamente la situación social. El bloque burocrático de la CTA kirchnerista, en el que militan Yasky y Baradel, enfrenta esta situación como una colateral del gobierno. Está más preocupada por la pelea de aparato del FdT que por la confiscación inflacionaria del salario y la inminencia de un colapso hiperinflacionario. Ha ganado las elecciones del Suteba, a costa de una elevada abstención, pero está anotada para perder en todo el proceso de desbarajuste del kirchnerismo. El bloque del FIT-U en la Multicolor ha decidido, en estas circunstancias, que era mejor profundizar la grieta interna que encarar una etapa crucial de la lucha de clases. Replica el faccionalismo que caracteriza a toda la política oficial a medida que se intensifica la crisis de poder.

Izquierda Socialista y el MST se han largado a una campaña para atribuir el retroceso al Partido Obrero oficial, sin dejar de recordarle siempre que ha quedado debilitado por la crisis que llevó a mil doscientas expulsiones sumarias por parte del aparato. Esto último revela que la intención de la campaña es disputarle al PO oficial el segundo lugar en las listas del FIT-U para las elecciones generales del año que viene. Ambos grupos, sin embargo, le ganan por varios cuerpos al PO oficial en cuanto a electoralismo – lo que no es poco.

En dos artículos diferentes pero calcados, Izquierda Socialista y el MST le recrimina al PO oficial un armado “desequilibrado (de la lista del Suteba) con sectores contrarios al FIT-U y al PSC” (IS, 24/5). El MST, por su parte, asegura que el “PO actuó en común con corrientes centristas hostiles al FIT-U y desde ese acuerdo trabajó contra los otros tres partidos del FIT-U” (MST, 19/5). Le atribuye el propósito de “hegemonizar con actitudes burocráticas y sectarias”. Estas denuncias contra el aparato oficial son apenas un reproche por no haber recibido más candidaturas en la lista o mejor posicionadas. La exigencia de armados fieles al FIT-U y al PSC es una típica posición de secta, que atiende a los intereses de los grupos involucrados antes que a los intereses y preocupaciones de la masa de los docentes. El período pre-electoral se caracterizó por una escasa y decreciente participación de activistas sindicales en las reuniones Multicolores.

La otra piedra de fricción fue las posiciones de unos y otros frente a la denuncia de fraude en el Suteba Matanza. Cuando IS y el PTS promovieron una “toma del sindicato”, sin presentar nunca una moción para concretarla. Denunciaron la oposición del PO oficial a este planteo como una “entrega del sindicato a Baradel”. Lo único cierto de esta escaramuza es que la ocupación del sindicato era simplemente una aventura. El Suteba ha sido convertido en un campo de disputas de la pelea por puestos en 2023, como ya ocurrió en 2021.

Estas grescas explican, al menos en gran parte, porqué un sector importante de activistas independientes ha decidido tomar distancia de las asambleas y plenarios, en dónde primaba la puja entre corrientes, antes que la agenda de los trabajadores de la educación.

El principal tema que dejó la elección en SUTEBA es el abstencionismo – más de la mitad del padrón. El repudio extendido hacia la dirección de Baradel, no fue canalizado por la oposición multicolor. Al abstencionismo hay que añadir la desafiliación al sindicato – es lo que ignoran los contrincantes para no asumir sus propias responsabilidades. Las luchas que brindó la docencia contra la presencialidad en pandemia en defensa de la vida y la salud, las auto convocatorias del nivel inicial, y las movilizaciones masivas y huelgas en el último período, no muestran a una docencia alicaída, sino a direcciones que atacaron las autoconvocatorias (que no respondían al FIT-U ni al PSC) y a quienes luchaban contra la presencialidad en pandemia. La docencia, por lo tanto, no se ha pasado al campo del “conservadurismo”, como le conviene al PO (o) para sacarle el cuerpo al retroceso. Baradel fue electo con la menor cantidad de votos en el último período.

Hemos caracterizado la derrota de la Multicolor (Política Obrera, 16/5) como un “episodio relevante pero no decisivo en la etapa de crisis y luchas en que nos encontramos”. La pérdida de las seccionales multicolores no constituye un “cambio (regresivo) de época”, como se lo harán saber los docentes de todo el país al FIT-U-PSC en los próximos meses.

El camino que sigue el FIT-U es “ajustar cuentas”. Ahora mismo, por ejemplo, está ausente el debate salarial, o el proyecto de las 5 hs en la Escuela Primaria que impulsa el gobierno, etc.

Tenemos por delante la pelea por las elecciones de delegados (del 6 al 10 de Junio) y, de nuevo, por un aumento salarial que proteja a la docencia de una inflación del ciento por ciento.

Abajo el liquidacionismo. Por un Congreso de Trabajadores.

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