Escribe Mauri Colón
Los trabajadores frente a la guerra imperialista.
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Hoy comenzó la huelga ferroviaria más grande en tres décadas en Gran Bretaña. Está previsto que continúe el jueves 23 y sábado 25. Se calcula que la interrupción se prolongará en los días siguientes hasta el domingo. La huelga fue votada por el 89% de los afiliados al sindicato Rail, Maritime and Transport (RMT). La misma pondrá a 50.000 obreros ferroviarios en pie de lucha.
Los trabajadores del metro de Londres también se declararon en huelga, el martes, lo que sumará otros 10.000 obreros a la protesta. Médicos y maestros también están discutiendo ir a la huelga. Los medios ya hablan de la posibilidad de una huelga general, aunque la burocracia de la TUC (la CGT) no tiene la menor intención de hacerlo. El plan del gobierno Johnson es que los salarios de los empleados públicos aumenten por debajo de la inflación. Cuida los gastos del Tesoro.
Los ferroviarios reclaman la recuperación del salario real destruido por la inflación y por las condiciones de trabajo. El costo de vida seguirá subiendo, como consecuencia de las sanciones impuestas por la OTAN a Rusia y por los tarifazos al gas Los sindicatos estiman que los empleados británicos han perdido cerca de un tercio de su poder adquisitivo desde 2008, y que el congelamiento salarial vigente desde 2020, configura el mayor retroceso del salario real desde 1830. También reclaman en contra de los 2.500 despidos que pretende concretar el gobierno de Boris Johnson, la reducción de las pensiones y el recorte de dos millones de libras esterlinas en gastos. Sin embargo, el RMT pide un aumento salarial de solamente el 7%, por debajo de la inflación, argumentando que esa era la inflación en diciembre, cuando empezó la discusión salarial. La patronal solo ha ofrecido un 2%, con la posibilidad de un 1% más, bajo la condición de que los trabajadores acepten los recortes de empleo propuestos y los cambios en las prácticas laborales. Como se aprecia en la propuesta, la “modernización tecnológica” viene con una reforma laboral debajo del brazo.
Por su parte, Boris Johnson ha respondido con la intención de dar un golpe contra la ola de huelgas. El secretario de Negocios, Kwasi Kwarteng, ha presentado una ley que permitirá contratar rompehuelgas para reemplazar a los trabajadores en lucha, violando así la ley internacional. Además, el gobierno quiere promulgar una legislación que prohíba las huelgas si no se asegura la cobertura del servicio mínimo. Por su lado, la burocracia sindical y el Partido Laborista no esconde el temor de que una ola de huelgas las sobrepase, por eso le piden al gobierno que solucione el conflicto con los ferroviarios.
"Gobierno desconcertado por la inminente ola de acción industrial en el Reino Unido", tituló el Financial Times el domingo. Allí se advierte que el gobierno estaba caminando en una "cuerda floja" para mantener bajos los salarios y que esta política impulsa a múltiples sectores a la huelga, incluso a una "huelga general de facto que podría paralizar toda la economía”. Entre los trabajadores que se pueden sumar a la lucha de los ferroviarios están los trabajadores de la salud, docentes y abogados. La lucha de los ferroviarios marca las pulsaciones de la clase obrera británica y podría convertirse en una lucha bisagra para toda la clase europea, en el marco de la guerra imperialista. El gobierno conservador tiene centrados todos sus esfuerzos en esta guerra, ha aumentado el gasto militar y, por primera vez desde la Segunda Guerra, ha convocado a sus soldados a prepararse para pelear en Europa.