Solo para hinchas

Carlos Tévez en Central: los atajos no existen

Escribe Juan Ferro

Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace casi siete años la Fiscalía de Estado homologó la reforma al viejo estatuto de Rosario Central. La iniciativa partió de un grupo de jóvenes socios del club que pretendió modificar el grave descontrol que se viene operando hace años en el club, rodeado de crisis internas, interminables cambios de técnicos y, hasta el día de hoy, inhibido de nuevas compras.

Lo más relevante de aquel nuevo estatuto “canalla” era que prohibía taxativamente la conversión de la entidad a una sociedad anónima, en una clara muestra de rechazo y protección a la avanzada privatista. Entre las reformas se destacaban las siguientes: los socios tendrían más derechos para participar en la vida institucional con presencia en la Comisión Revisora; se abriría un Registro de Agrupaciones, que haría más simple el acceso de movimientos políticos a la vida electoral del club; se fomentaría la formación de dirigentes con la constitución de una Asamblea de Representantes; se regularía un secretariado de finanzas para el llamado a licitaciones en grandes obras; y podrían votar los mayores de 16 años.

Las buenas intenciones de aquel grupo de socios no alcanzaron. Hoy, Central está sumido en una crisis profunda en lo económico, en lo institucional y en lo futbolístico. Se ha producido lo contrario a las intenciones de sus socios: dio paso a la contratación sin consulta de un técnico sin experiencia -nada menos que Carlos Tévez-, sin un equipo técnico-físico que lo respalde y está buscando un “grupo económico” que "inyecte" dinero y lo salve de la crisis.

El futbol argentino hoy está cruzado por la generalización de los intentos de privatización de los clubes. Aquellas instituciones culturales y deportivas sin fines de lucro han sido perforados por varias vías.

De la “representaciones” de jugadores a la “representación” de los clubes

Los representantes de jugadores ya tienen estatus internacional. Incluso hay una escala de jerarquías establecidas. En Europa, donde está permitida la existencia de sociedades anónimas, su tarea es estrictamente la colocación de jugadores, negociando directamente con los dueños de los clubes. En América en general, pero en Argentina y Uruguay en particular, este negocio choca con las crisis económicas que atraviesa la mayoría de los clubes. Entonces aparecio otra veta, la de colocar el jugador prestando la plata para que la compra se realice.

El adelantado en este procedimiento es el uruguayo Paco Casal, alguien que además de representar a más de un centenar de jugadores en el ámbito internacional, oficio de grupo “inversor” para darle plata a los clubes que compraron “sus” jugadores. Mediante este procedimiento manejó prácticamente el futbol uruguayo, y hasta a la propia selección, para incursionar luego en grandes empresas televisivas.

El camino lo siguió en argentina Cristian Bragarnik, quien -dejando atrás el modelo de los representantes “farandulescos” tipo Coppola- pasó a la comercialización “mayorista”, es decir la representación doble de jugadores y clubes. Este grupo con relaciones con Carlos Tévez recorrió el mismo camino que Paco Casal, quien hoy no sólo es el principal representante de más de 100 jugadores, sino que pasó a ser representante de clubes y tiene una fuerte incidencia económica en Defensa y Justicia, Arsenal y Ferro.

En Europa, donde están permitidas las sociedades anónimas, Bragarnik es el principal accionista del Elche español y además representante de sus jugadores. Es decir, se compra y vende a sí mismo, estando de los dos lados del mostrador.

Mediante este tipo de procedimientos, Casal y Bragarnik se burlaron de los estatutos de los clubes sociales y tenemos, tanto en Uruguay como en Argentina, una serie de Sociedades Anónimas encubiertas.

Este es el camino que ha elegido la dirigencia de Central. En una enorme crisis, se han aferrado a ese proyecto para el futuro del club. Hoy Central no puede hacer inversiones porque está quebrado, incluso tiene todavía que levantar inhibiciones por deudas con jugadores. Sólo si hay una “inyección” económica podrá hacerlo. El futuro futbolístico es incierto pero más aún lo es el horizonte social y económico del club.

No es malo que, en defensa de los clubes de fútbol de toda la argentina, se generalice la resistencia a estos bucaneros del futbol que actúan aliados a los malos dirigentes de los clubes. Que los buenos hinchas y los buenos socios de Central no se olviden de Tinelli en San Lorenzo y en el Badajoz, así como los de Newell´s no se olviden de López. Hay que seguir defendiendo la estructura social de los clubes en la Argentina. Los atajos no existen.

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