Escribe Sebas Tian
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Los municipales de la capital de Santiago del Estero siguen en lucha. Hace cuatro meses se inició un movimiento reclamando el pago de bonificaciones que acreciente el ingreso salarial, que es miserable. El 50% de los trabajadores municipales cobran $20.000 mensuales. El resto, con distintas escalas, no llega en ningún caso llegan a cubrirla canasta de pobreza de $100.000. El trabajador municipal se encuentra en la miseria en una provincia que se jacta, según el gobernador Zamora, de ser la mejor administrada del país. El petitorio que se ha logrado conformar en asambleas de algunas reparticiones plantea un bono de 13 mil a 17 mil pesos según el básico y regularizar el Servicio Social Municipal, por el deterioro de la prestación de servicio.
El municipio de capital adhirió a los anuncios del gobierno provincial de otorgar categorías a los trabajadores. Esto, que fue presentado como una expresión de mejoramiento de los ingresos de los trabajadores es, en realidad, una burla en todos los sentidos. El régimen municipal marca que cada 2 años se deben dar categorías. Zamora y su intendenta, Norma Fuente, burlando estas disposiciones, ha establecido que un trabajador con 10 años de antigüedad recibirá una categoría; el que tenga 20 años, 2 categorías; y el que tenga 30 años, 3 categorías. La diferencia de ingreso entre las distintas categorías es irrisoria. Este ha sido el otro factor que ha desatado la bronca entre los trabajadores. El gobierno municipal del Frente Cívico no ha dado ninguna respuesta al reclamo. El petitorio presentado hace dos meses ha sido el puntapié para que los compañeros empiecen a discutir la necesidad de sacar el reclamo a la calle y hacerlo oír. Así, en las últimas semanas se han votado cortes en calles céntricas y manifestaciones frente al municipio en dos oportunidades.
Las dos movilizaciones que se llevaron a cabo han servido para que los compañeros pierdan el miedo por los aprietes de directores y punteros. Hasta ahora el sector que se ha incorporado a los reclamos representa a una franja de los trabajadores, que no aún no es mayoritaria, pero sus acciones han provocado un impacto, abriendo un estado deliberativo que apunta a sumarse a los reclamos a los otros sectores. Esto ha sido percibido por el gobierno: Cada manifestación ha estado acompañado por un despliegue descomunal de las fuerzas represivas para intimidar. Los reclamos elementales, las necesidades apremiantes frente a la inflación, los atropellos acumulados, son una lava que comienza a salir a la superficie.
La dirigencia sindical, en todos estos años pasiva, se ha visto obligada a ´acompañar´, pero se discute la elección de delegados de base.
El gran desafío planeado es sumar a las otras reparticiones llamando a asamblea en todos los sectores para que los trabajadores resuelvan. Aun los trabajadores no se animan por las amenazas de represalias de ir al paro, pero si imponer un quite de colaboración, que bien organizado y ejecutado, puede ser una herramienta que consolide el proceso de maduración de una lucha más a fondo. En esa dirección vamos.