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Sin elecciones sindicales desde 2018 en el hospital, con 2 años de pandemia a cuestas y en medio de la desorganización que esto conlleva, se realizaron las elecciones de comisión interna del Hospital de Clínicas.
Las mismas transcurrieron en el marco del vaciamiento y la privatización del Hospital, pero también en un cuadro de crisis en la UBA y en APUBA, cuya manifestación fue el hecho de que en la elección se presentaran dos listas burocráticas: la lista 8 que se alzó con el triunfo con el 66% y la lista 3, de la burocracia anterior encabezada por Skandar, quedó en segundo lugar con el 18% de los votos. Además, se presento el frente Anti burocrático Frente de Lucha Asistencial, la lista 22, formada por la Agrupacion 26, la Bordó Tendencia y la Bordó (O), que obtuvo 14% de los votos y que ya se había presentado con anterioridad. Participó el 65% del padrón.
Los resultados, en comparación con elecciones pasadas, muestran que el voto opositor se dividió entre la lista 3 y la lista 22, mientras que la base de votos del oficialismo no se vio disminuida por la presentación de una nueva lista.
La campaña electoral
La campaña electoral fue abordada por las listas burocráticas con carpetazos cruzados y evitando cualquier llamamiento a la participación de la base. Después de todo, no es cuestión de agitar las aguas de un colectivo obrero que ha salido históricamente en defensa de la salud pública gratuita y de calidad y de las condiciones de trabajo y que se encuentra en una situación límite y harta. Además, ambas listas -aunque más fresco en el caso del oficialismo- están cruzadas por todo tipo de escándalos, corruptelas y manejos patoteriles.
La campaña de la lista 3 estuvo apalancada por la dirección del Hospital y el Consejo de Medicina como parte de realineamientos políticos que surcan también a APUBA en el marco de una crisis general. Hizo campaña con eje en la corrupción y el llamado a asambleas. Lo cual, sumado a los 14 años que median entre está presentación y la ultima vez que se presentaron, abonaron a la confusión.
Ambas listas burocráticas responden a distintas camarillas e intereses propios de aparato, por eso hicieron todo lo posible por vaciar la campaña electoral. La cuestión pasaba, para la lista 8, particularmente su secretaria general Elsa Carrizo, por conservar la dirección del Clínicas frente a su desplazamiento de la directiva de APUBA. Y para la lista 3, poner un pie como oposición cuando pesa sobre la cabeza de Carrizo una exoneración impulsada por la dirección del Hospital y el radicalismo en la UBA y con ello la puerta a una intervención.
Por parte de la lista 22, se llamó a votar masivamente por un programa en defensa del salario, la salud pública y gratuita y por la organización independiente de los trabajadores frente a estos intereses de camarillas.
La campaña de la lista 22 denunció el vaciamiento y le opuso a la política de privatización, planteos de lucha. Fue, además, una campaña de recorridas y debates por todo el Hospital planteando la conexión que hay entre la política privatista de la salud y los intereses capitalistas.
Cómo sigue
Las crisis y divisiones entre la burocracia van a profundizarse a medida que la crisis del Hospital avance. Los choques con los trabajadores están a la orden del día y ni Carrizo ni cualquier maniobra de intervención y "normalización" a favor de la lista 3 van a resolver los problemas del Hospital y sus trabajadores, aunque seguro intentarán usar de masa de maniobra a los trabajadores en función de sus intereses y los de sus mandantes.
La votación recogida por la lista 22 es una base para disipar la confusión política, reforzar la organización antiburocratica y preparar la lucha. La condición para ello es agrupar al activismo y organizarlo para una actividad sistemática. Allí donde la lista 22 tiene más peso se verificó el valor de la campaña y el papel progresivo que jugó al lograr clarificar el carácter de las listas y concentrar el voto opositor en una oposición antiburocratica.
