A los millones de jóvenes combatientes, a los miles de presos políticos chilenos

Escribe Javiera Sarraz

Tiempo de lectura: 4 minutos

Cada vez que tengo oportunidad, les cuento a los hermanos argentinos que sin interrupción desde 1986, todos los 29 de marzo nosotros, lo jóvenes rebeldes, conmemoramos en Chile el día del Joven Combatiente. Les cuento a ellos que, en 1985, los pacos de Pinochet asesinaron en el barrio Villa Francia, una pequeña población proletaria de la comuna de Estación Central en Santiago de Chile, a los hermanos Eduardo y Rafael Vergara Toledo, dos jóvenes de 21 y 17 años. Les cuento que eran militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionario - MIR, y que ese día ellos se encontraban organizando en la calle, en pleno toque de queda, una protesta por el asesinato de Mauricio Maigret, otro joven militante. Les cuento también que tres años después, muere en una acción de combate su hermano mayor, Pablo Vergara Toledo. Les explico que el 29, los jóvenes organizamos una jornada nacional de protesta en centenares de barrios populares de todo el país, en la que hacemos intervenciones políticas y levantamos barricadas en honor a nuestros compañeros caídos. Les explico también cómo los distintos gobiernos de la democracia año tras año despliegan un operativo gigante para tratar de desmantelar nuestro día de lucha, sitiándonos con escuadrones de pacos, lanza gases, lanza aguas y buses de detención. Les cuento que en la Villa Francia precisamente y de dónde por cierto es mi familia, desviaban desde la mañana el transporte público para aislarnos, nos cortaban la luz a veces durante todo el día, y cuando se oscurecía nos sobrevolaban los helicópteros e iluminaban los patios de nuestras casas con sus linternas militares gigantes desde el aire. Les cuento que nos reuníamos para marchar, y que a punta de molotov si era necesario, llegábamos al memorial de la esquina donde fueron asesinados los chiquillos para gritar: <<-¡Hermanos Vergara Toledo!, -¡Presentes. Ahora y siempre!, -¿Quién los mató? -¡Los pacos culiaos!, -¿Quién los vengará? -¡El pueblo!, -¿Y cómo compañeros? -¡Luchando, creando. Poder Popular!>>

Les explico que los 29 salimos a quemar neumáticos y a tirar piedras para repudiar la violencia de las fuerzas del Estado, y reivindicar el derecho del pueblo a la violencia organizada. El mismo derecho que ejercieron muchos de los jóvenes que cayeron en Dictadura, y el mismo que como estudiantes después aprendimos a ejercer. ¿Porque acaso se atrevería alguien a negar que esa era nuestra identidad cuando uniformados con camisas blancas y chalecos oscuros como pingüinos, salíamos miles de estudiantes pobres para exigir Educación Libre y Gratuita? ¿Recuerdan cómo todo el mundo, inclusive los que nos odiaban, envidiaban nuestra vitalidad para repletar la Alameda en pleno diluvio de julio, y aun mojándonos los calcetines teníamos energía para enfrentarnos como bestias contra los pacos? ¡Y todavía nos quedaba ánimo para ir cantando arriba de las micros devuelta a las asambleas!

Ahora ustedes saben mejor que yo, que esa misma identidad combatiente está presente en la Primera Línea. Tuve ocasión de contar que ahí levantan trinchera y pasan a la ofensiva. Que ahí forman grupos que, organizados en filas, acarrean adoquines y escombros. Que desde ahí tiran todas las piedras y bombas caseras que son capaces de llevar. Que ahí las compañeras han formado escuadrones desde los cuales lucen con disciplina la puntería de sus resorteras. Que ahí, cuando la represión rompe el cerco, muchos de ustedes se quedan para enfrentarse cuerpo a cuerpo, y si es necesario, se suben arriba del lanza-aguas para romper el tubo de lanzamiento. Ahí compañeros, dónde no temen perder sus ojos, su libertad y sus vidas. A veces confundo cuánto narro de Chile y cuánto narro de la Ilíada.

Son increíbles, compañeros, porque aún insatisfechos de sus proezas, con sus manos escolares y feroces clausuraron con toneladas de piedras la estación del Metro Baquedano, para que nunca más el enemigo la usara como centro clandestino de tortura. En menos de 24 horas, levantaron un memorial en nombre del Primera Línea Mauricio Fredes, caído en Plaza Dignidad. Volvieron, como Gustavo Gatica, a protestar a la misma Plaza donde meses antes la represión les mutiló los ojos y los hirieron con municiones de plomo. Ustedes compañeros, son lo que escribieron un boletín que, desde una cárcel del sur de Chile, exigen su liberación y llaman a sus familias y a toda la población a seguir luchando. Ustedes se amotinaron en la cárcel n°1 de Santiago para denunciar que no estaban recibiendo asistencia sanitaria en medio de la pandemia.

Al enterarnos en casa de todas esas cosas lloramos de pura admiración. Lloramos de saber que combaten con furia, con urgencia, con necesidad, con belleza. Ahora es para derrocar al presidente, y aunque el sentido profundo de nuestro combate fue siempre el mismo, esta vez toda la clase obrera parece jovial también. Como dijo un camarada, la violencia no es sólo un agente del mal, porque desempeña también un papel revolucionario, un instrumento con el cual nos abrimos camino para parir una nueva sociedad, rompiendo las formas políticas muertas y fosilizadas.

Este 29 de marzo será raro, ¿no? Acá pasó algo parecido con el 24 de marzo, la fecha del golpe militar argentino en donde el pueblo sale a marchar para conmemorar y exigir justicia por los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos de la dictadura. ¿Cómo lo harán ustedes? ¿A qué hora se levantarán de sus camas? ¿escribirán comunicados? ¿pondrán canciones de lucha a todo volumen desde sus hogares o sus celdas? ¿los que puedan, llegarán a pisar de casualidad las veredas, afuerita de sus casas? Acá nosotros escribimos consignas sobre pañuelos blancos como los de las Madres de la Plaza de Mayo, y los colgamos desde nuestras ventanas y balcones.

Si ahora no pueden, pronto ya será. Es irónico cómo para garantizar el aislamiento y la vida en esta pandemia, se está haciendo indispensable salir a reunirse para conspirar. Pronto volverá a ser furioso, urgente, necesario, y hermoso. Seguiremos luchando pronto todos. Pronto los libres y los encarcelados que exigimos liberar. Pronto allá y también acá. Será como ustedes mismo lo sentenciaron cuando durante el festejo de año nuevo, avanzaron con antorchas ardiendo cuáles prometeos, y extendieron ese lienzo que decía "2020: La Revolución Continúa" para anunciar la nueva era. En nuestro día, los abrazo compañeros. En mi puño, en mis banderas, en mi mente, en mi corazón, en mi vida, y en la Revolución: ¡Honor y Gloria a los Jóvenes Combatientes!

Buenos Aires, 29 de marzo del 2020

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