Coronavirus y asbesto: una alianza mortífera

Escribe Olga Cristóbal y Ramón Acuña (delegado taller Rancagua AGTSyP)

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Paul Goldschmidt es un prestigioso virólogo y farmacéutico argentino radicado en Francia que acaba de establecer una relación directa entre la altísima tasa de mortalidad por coronavirus de la población de Lombardía y que en esa región de Italia estaban radicadas todas las fábricas de fibrocemento, que usaban asbesto (amianto), hasta que fue prohibido en 1992. Lombardía, dice Goldschmidt, es el lugar del mundo con más asbestosis y donde mueren más personas por mesotelioma, el cáncer de pulmón producido por asbestosis. Los techos, los aislantes, las paredes tenían amianto. “En las autopsias que se hicieron en Lombardía en los últimos diez años, el 85 por ciento eran por exposición laboral. Tumores malignos con localización pulmonar y peritoneal”, dice Goldschmidt.

El amianto se pega a la ropa, a las fibras. Sus efectos son perdurables. “En 2019 hubo 3,6 por ciento más muertes que en años anteriores en hombres y en mujeres mayores de 65 años. Y hasta el 2030 se calcula que habrá 20 mil más”, dice el especialista en un largo reportaje de Infobae (28-3).

Las razones de la catástrofe sanitaria no se explican, a su juicio, por la letalidad del coronavirus sino por la letalidad de los recortes presupuestarios que dejaron a España e Italia, entre otros países, sin camas, tomógrafos y respiradores, pero también sin un número suficiente de enfermeros, médicos y neumonólogos capaces de hacerse cargo de este tipo de crisis. En Italia, dice, “desde hace 25 años cierran camas y no crean cargos médicos. Y mucho menos médicos de terapia intensiva que trabajen en los hospitales. Prácticamente no hay servicios de terapia en las ciudades chicas”, agrega. En Alemania hay seis veces más respiradores que en Italia y diez veces menos muertos por la misma patología

Pero en el caso de la Lombardía, al desmantelamiento crónico del sistema de salud se suma una población de personas mayores con pulmones con cáncer o lastimaduras crónicas, que hacen que una infección viral se transforme en una infección mortal. “Un pulmón agredido por una fibra mineral, tendrá una reacción distinta a un pulmón sano. Y no es casualidad que muera más gente donde están las fábricas de amianto.”

Asbesto en el subte porteño

Fueron los trabajadores del subte de Buenos Aires los que llamaron la atención sobre la presencia de asbesto -prohibido en el país desde 2001- en las formaciones. El taller Rancagua lleva 252 días de medidas de fuerza en defensa de la salud de trabajadores y usuarios. Hoy está probado que Mauricio Macri compró vagones usados a Madrid consciente de que tenían asbesto.

La respuesta del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta fue miserable. Acusó a los trabajadores de fabular hasta que los estudios corroboraron que había trabajadores afectados con enfermedades pulmonares. Ante la evidencia, el gobierno realiza las pruebas médicas con cuentagotas. A la fecha, de los 4.500 del subte, solo se efectuaron estudios a 700. En 18 de los trabajadores estudiados se encontró neumoconiosis, una enfermedad pulmonar por exposición al asbesto. Hay 4 casos probados de cáncer y a un trabajador ya le sacaron un tumor.

La exigencia de los trabajadores es clara: la renovación total de la flota de las líneas B, C y E. Un plan de desabestización de las seis líneas y el Premetro bajo supervisión de los trabajadores y usuarios. La incorporación de todos los trabajadores del subte al RAR, el registro de agentes de riesgo que implica un control anual con placas radiográficas y espirometrías. En la Ciudad de Buenos Aires el asbesto está presente también por lo menos en 24 escuelas públicas.

Ni la desasbestización del subte ni la de las escuelas estuvo contemplada en el Presupuesto que votaron los legisladores porteños, mucho antes de que el coronavirus les sirviera como excusa.

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