Escribe Unión de Juventudes por el Socialismo - Partido Obrero (Tendencia)
Pandemia y cuarentena
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La crisis desatada por el virus covid-19 coloca a los trabajadores y la juventud, quizás como nunca antes en la historia, frente a la situación de tener que organizarse y luchar por una transformación social de fondo. A lo largo y ancho del planeta se están desatando enormes crisis políticas, como lo expresan las tentativas de golpes y contragolpes, idas y venidas de los distintos gobiernos. La crisis de coronavirus demuestra la ingobernabilidad de los estados capitalistas. EEUU se ha convertido en el epicentro de esta crisis mundial. América Latina, surcada por rebeliones populares y revoluciones ingresa a esta pandemia en condiciones explosivas.
Está en juego, si se quiere, lo más básico, como lo es la subsistencia y la salud en un contexto de agravamiento de la crisis histórica del sistema capitalista. Las fuerzas productivas que el régimen social actual ha alcanzado están al servicio de la guerra y la destrucción de los derechos fundamentales de toda la población. El coronavirus y sus implicaciones catastróficas ha acentuado la necesidad de un planteo general que coloque a los trabajadores a cargo de la salud, la comida y la vivienda, es decir, a cargo del poder político. La juventud trabajadora aparece, en este cuadro, nuevamente como uno de los sectores más afectados.
En Argentina, la “cuarentena” decretada por el gobierno de Alberto Fernández expone de forma desesperante todos los problemas sociales y políticos no resueltos en el pasado. En el aspecto sanitario, mientras se espera en todos los escenarios un colapso del sistema de salud, el gobierno continúa defendiendo el negocio privado. Tampoco ha asignado recursos excepcionales a la cuestión de la salud, ni ordenado la reconversión de una parte de la industria con ese fin. Lo que no ha descuidado es el pago de la deuda externa, sea mediante el pago de intereses y de parte del capital, o aumentando su monto mediante ‘reperfilamientos’.
A nivel laboral hay centenares de miles de despidos y suspensiones. El tardío bono de 10 mil pesos es completamente insuficiente, cuando encima se ha eliminado la movilidad de salarios y jubilaciones, con una inflación que es creciente, en especial en alimentos y productos de higiene. La situación de hacinamiento habitacional y, por supuesto, la falta absoluta de vivienda hace que el llamado a “quedarse en casa” sea una fantasía del poder. Las pretensiones gubernamentales de un encierro sin provisiones ni posibilidades agravan todas las violencias, en especial la violencia de género. En el terreno educativo, la suspensión de las clases se pretende resolver con un llamado a la “virtualidad” simplemente inaplicable para una enorme mayoría, que precariza aún más el método de la enseñanza.
El gobierno actual reivindica para sí que está enfrentando la calamidad sin salirse de la democracia. De acuerdo a las encuestas, esto le ha valido el apoyo del 70% de los entrevistados. A diferencia de los Trump y los Bolsonario ha acuñado la frase “de una caída del PBI se vuelve, de la muerte, no”. Pero su política contradice el propósito que declara, porque no hay cuarentena que funcione con el rechazo a las licencias por enfermedad o cierre temporario de empresas, suspensiones impagas, despidos masivos y hacinamiento y hambre. Hay detenciones arbitrarias, abusos policiales, muchos de ellos filmados en los barrios; celdas con decenas de personas. La situación intolerable en las cárceles. La persecución y la arbitrariedad es completa. A los que vuelven de otros países se los encierra en espacios cerrados sin ningún tipo de condición de salubridad.
Sobre la suspensión de las clases en todos los niveles educativos, se monta una orientación que apunta a una mayor privatización educativa. Las grandes empresas de los servidores de Internet junto a la de telefonía móvil han organizado una “coalición mundial” para aprovechar la conmoción colectiva. En primer lugar, la “virtualidad”, en las condiciones actuales, se iniciaría dejando afuera a toda la población que no tiene los recursos para acceder y capacitarse en ella. En los aislados sectores donde sea posible poner en pie algún grado de virtualidad, las condiciones de trabajo se precarizan aún más y los salarios se reducen. Los docentes, a los que no les han siquiera actualizado la cláusula gatillo, se les exige que “se arreglen” o “adecúen”, pero que “garanticen las clases”. La “virtualidad” implica un sobre-trabajo al docente, donde no se lo prepara y se lo pone a disposición permanente de cientos de estudiantes. Esas clases, en un formato virtual, afectan severamente el proceso de socialización educativa y la relación entre los educadores y los estudiantes. La propuesta de reemplazar un proceso de aprendizaje por “gadgets” repetidos al infinito puede significar una lobotomía intelectual. En los lugares donde ya existe hace años la modalidad virtual es necesario también abrir este importante debate.
El movimiento estudiantil y docente un escenario altamente probable de alargamiento de la “cuarentena”. La continuidad académica y la relación quebrada entre estudiantes y docentes tiene que ser discutida y superada por una intervención de conjunto.
La “coalición mundial” por la “virtualización” es acompañada por la mayoría de las federaciones y centros de estudiantes sin condicionantes para sus características y efectos perjudiciales. La FUA dirigida por la Franja Morada promueve un proyecto que merece ser citado como ejemplo del grado de desastre de lo que se pretende imponer.
El texto reclama que “se diversifiquen los formatos para el dictado de clases (videos cortos, audios, presentaciones escritas, etc) y no utilizar transmisiones de clases en vivo para reservar el ancho de banda y que no colapse”. Abole las clases. Promueve que “Movistar, Claro y Tuenti repliquen la iniciativa de Personal para liberar los datos móviles para los dominios educativos” ¡Esto es una campaña del grupo Telecom! Todas las agrupaciones estudiantiles del “Frente de Todos” acompañan a la Franja en la “cruzada”.
Nuestra agrupación, Unión de Juventudes por el Socialismo (Tendencia), denuncia este proyecto y le contrapone una orientación que beneficie a los estudiantes y a la educación, no a los monopolios de la telefonía y la comunicación. El llamado de un conjunto de Universidades a realizar “voluntariados”, al que alegremente se han sumado desde la Franja Morada hasta agrupaciones de izquierda, es la solución por la negativa al enorme problema de recursos sanitarios y económicos para hacer frente a la pandemia. Las camarillas universitarias son precarizadoras por definición, como lo demuestra el conjunto de mano de obra gratuita que le ceden a las empresas. Se pretende utilizar la “voluntad” como arma contra los derechos laborales de los propios trabajadores que se encuentra en primera línea de acción. Reclamamos que cualquier “voluntariado” o grupo de ayuda se enmarque bajo el control de asambleas en los lugares de trabajo.
Reclamamos, en primer lugar, actualizar el salario docente, incluyendo el salario a los docentes universitarios ad honorem, o sea que trabajan gratis La capacitación y todos los recursos tecnológicos necesarios tienen que estar integralmente afrontados por el Estado. Para evitar la sobrecarga laboral se tiene que promover un ingreso masivo a la docencia para que las comisiones o los cursos “virtuales” de estudiantes tengan un límite lógico por/docente. La educación gratuita tiene que ser para todos los niveles y para todos los establecimientos del país, la educación argentina no puede ser un filón de negocios para Microsoft, tiene que estar al servicio del desarrollo social y político de sus trabajadores. Es necesario establecer un “foro de debate” entre estudiantes y agrupaciones de lucha, y recoger todo tipo de planteos frente a una modalidad educativa que elegida a nuestras espaldas. La forma de las evaluaciones, además de la solución de los límites que representa la virtualidad, tiene que ser parte de este debate. En la educación privada, la mayor parte de instituciones, le siguen cobrando la misma cuota a sus estudiantes, a pesar de seguir contando con enormes subsidios y haber sido fuertemente modificada la modalidad de estudio. Reclamamos el fin de los subsidios y la nacionalización del conjunto de la educación.
La educación primaria y secundaria, por su carácter masivo, demuestra la enorme inviabilidad, en las actuales condiciones, de poder continuar con el desarrollo educativo. Exigimos un plan de emergencia discutido por los docentes y estudiantes para afrontar en el terreno material y pedagógico todos estos enormes límites. Lejos de su carácter “nivelador” el problema planteado por la “virtualidad” exacerba todo el conjunto de diferencias sociales entre la población. La situación de la educación para adultos, o el plan “Fines” está siendo directamente destruido por el gobierno.
Cualquiera sea el próximo escenario está claro que el presupuesto educativo tiene que aumentar enormemente en función de estas necesidades. Incluso en una vuelta a los establecimientos estos tienen que contar con la capacidad para desarrollar una educación que no implique un rebrote del propio virus. Los edificios tienen que estar en condiciones, hay que poner en pie comisiones de estudiantes y docentes que releven todas estas necesidades a las que el gobierno ya mismo debería empezar a darles respuesta. La destrucción de miles de puestos de trabajo no puede implicar un abandono masivo de la educación. Garantizar un plan de becas integral es fundamental. En el caso del “Progresar”, la inscripción tiene que ampliarse y la entrega ser inmediata. Hay que establecer un aumento de emergencia.
La ola de despidos y el ataque a las condiciones laborales tiene como uno de sus blancos a la juventud. En los call center se están desatando distintas rebeliones ya que muchos son obligados a ir a trabajar al autocalificarse las patronales como “servicio esencial”. El teletrabajo en muchos de estos casos no se implementa como consecuencia de la falta de inversión de las propias empresas. Los trabajadores de las APPS (delivery) son forzados a seguir trabajando bajo la modalidad del monotributo y sin ninguna condición de seguridad e higiene. En la gastronomía los cierres y despidos son generalizados. Esta situación también se presenta en los empleos en los cines, y todo lo referido al turismo contratados como pasantes y hoy despedidos por la cuarentena sin amparo legal o sindical que puedan utilizar. La juventud profesional o los estudiantes avanzados, incluso investigadores que se encuentran en esa precariedad de contrato también está siendo sacudida por los efectos de la crisis.
La UJS - Tendencia convoca a los jóvenes a organizarse en sus lugares de trabajo. Donde ya haya un principio de organización o reagrupamiento hay que avanzar en imponer los propios intereses en la lucha cotidiana contra la patronal por poner en juego la salud y la vida obrera. En los “lugares esenciales” se debe promover una reducción de la jornada laboral sin afectar el salario, que posibilite una menor exposición al virus, además de que permite la contratación de nuevos contingentes laborales. Organizarnos contra despidos selectivos y masivos. Cualquier argumento de la patronal para justificar ceses laborales, debe ser respondido con el reclamo de que abran sus libros y con un control obrero de las operaciones. El salario mínimo debe ser igual al costo de una canasta familiar. Es importante defender, sobre todo en la juventud, el 82% móvil con una jubilación integralmente a cargo de las patronales. La pelea por evitar el aumento de la edad jubilatoria está asociada a la posibilidad de acceder a los actuales empleos.
El gobierno ha recurrido a las fuerzas de seguridad y las FFAA para asegurar la cuarentena y el ‘aislamiento social’. No hubiera podido hacer otra cosa; es así como funciona el estado capitalista, y otra metodología hubiera sido rechazada, incluso con hostilidad, por parte de la clase capitalista.
Pero para que una cuarentena alcance su propósito es necesaria la movilización social. Lo prueban las asambleas de médicos, enfermeras y trabajadores de la salud, donde se discuten la ineptitud del aparato de dirección de los establecimientos, la protección de los enfermos y del personal, y donde se establecen con claridad los reclamos para superar las carencias de un sistema sanitario quebrado. Los demuestran los planteos de cierres de empresas no esenciales, sin afectación del salario, de parte de los obreros, o los protocolos y reducción de horario allí donde la producción es imprescindible. Lo demuestran los barrios donde domina el hacinamiento, para organizar una cuarentena barrial, organizada, en lugar del imposible “distanciamiento” familiar. Este es el camino, no el cheque en blanco a la represión, que históricamente ha terminado con quienes lo firmaron. No a las detenciones arbitrarias, derecho a un juicio inmediato. Varios gobernadores, más de la mitad de ellos, han reclamado a Alberto Fernández la declaración de un estado de sitio. El Presidente parece haber entendido que lo invitaban a confrontar con una rebelión popular. Pero el acecho no ha terminado: combatimos la pandemia con la herramienta de las libertades democráticas.
La violencia intrafamiliar se ha agravado en el marco de los sufrimientos, carencias y angustias de la cuarentena, en especial la violencia de género. Pero la responsable no es la cuarentena sino el régimen social, que es más asfixiante en un régimen de calamidad pública. Se siente aquí la ausencia de una movilización popular de conjunto, que imponga sus métodos y sus objetivos. Necesitamos poner en pie comisiones de mujeres por barrio y por localidad, contra la violencia entre familias e intrafamiliar, contra violencia contra niños y mujeres. La vigencia del derecho al aborto habría servido para impedir mayores muertes a las que ocasiona la pandemia. La unidad de la mujer trabajadora junto con la clase obrera tiene que colocar todo el potencial revolucionario que demostró este movimiento en función de una transformación socialista.
La cuarentena también ha puesto de relieve, por si faltaban evidencias, la completa indiferencia de todos los últimos gobiernos frente a los enormes problemas de viviendas, la condiciones de hacinamiento o falta de recursos como el agua, el baño o las cloacas. Ellos, y las clases a las que sirven, son culpables.
La juventud tiene la tarea de unirse a los trabajadores frente a esta enorme crisis que recién está comenzando. El gobierno de Alberto Fernández ha apelado al formato de la “unidad nacional” para caer en la ingobernabilidad; dejan de lado la ‘grieta’ por un momento porque sienten el acecho a un régimen social que ha dejado a la humanidad a la intemperie, a pesar de todos los progresos técnicos de los que se jacta.
Los trabajadores ya están interviniendo en esta crisis. Necesita pasar de la dispersión a la unidad, con la conciencia de que estamos ante un problema político en una crisis política. La burocracia sindical se ha puesto del lado de los patrones, una vez más. Debemos, también otra vez, arrancarle los sindicatos, mientras construimos organismos de base y coordinadoras. El sistema sanitario y las inversiones correspondientes van de la mano de un plan económico integral bajo estos intereses sociales. El no pago de la deuda externa debe ser acompañada por una centralización de la banca y el comercio exterior bajo control obrero. Lo que siempre debe primar, y en situaciones de colapso sanitario y social se hace aún más evidente, es el interés de la mayoría que vive de su trabajo por sobre la acumulación de capital por parte de la burguesía. La lucha por recuperar los sindicatos y colocarlos bajo esta perspectiva es parte ineludible de la pelea más general por un gobierno de trabajadores en Argentina y por la unidad socialista en América Latina.
La UJS-Tendencia, en su lucha por recuperar al Partido Obrero como herramienta revolucionaria, convoca al amplio movimiento juvenil a discutir y elaborar un programa político. Este programa tiene que, además de ofrecer una salida en términos integrales, seguir atentamente el desenvolvimiento de todos los conflictos y choques sociales que se están desarrollando, en especial en los barrios y en lugares de trabajo y de estudio. La izquierda que a través del FIT-U ha utilizado la vía parlamentaria para integrarse al estado capitalista, no tiene ninguna condición para ofrecer un planteo de movilización política. La comprensión de estos límites y a esta crisis de la izquierda asociados a la situación más general es la clave para un desenvolvimiento revolucionario de la juventud.
Aprobado por unanimidad, 31/3/2020