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El 8 de octubre pasado, falleció en un accidente automovilístico, Juliana Gómez (20 años), jugadora del club Argentino de Merlo, cuando volvía de disputar un partido contra Atlético Rafaela, del torneo de Primera División C. Sus compañeras salieron a denunciar que el accidente se dio en un vehículo particular porque el club se niega a otorgarles un transporte adecuado para los traslados a los partidos. “Salimos manejando nuestros propios autos el viernes a las 00, llegamos a las 07.30 (todas sin dormir), desayunamos y nos fuimos al estadio de Rafaela. Nos cambiamos y salimos a jugar. Al término del partido, nos duchamos y, sin poder descansar, emprendimos el viaje de vuelta a Buenos Aires. Siempre nos exponen. Pero si queremos competir, esa es la única opción: ir por nuestros propios medios”, cuenta el comunicado de las futbolistas.
Muchísimos equipos femeninos de las distintas ligas salieron a exigir justicia por Juliana y a denunciar la situación de precariedad en la que se encuentran compitiendo. En el día de ayer, se realizó una asamblea abierta en Plaza de Mayo, convocada por la organización "Unidxs por el fútbol", que se conformó en el taller de fútbol del Encuentro Plurinacional de Mujeres en San Luis, ese fin de semana del 8 y 9 de octubre pasados. Jugadoras y sus familias, ex jugadoras y comisiones de mujeres de distintos clubes como Chacarita, Huracán, Vélez, Tigre, entre otros, contaron la situación repetida de precarización en la que se encuentran jugando en cada club, donde todas podrían haber sido Juliana. La asamblea recogió un pliego de reivindicaciones hacia los clubes, y sobre todo hacia la AFA, que van desde la igualdad de salarios (la mayoría tiene otros trabajos para poder sostenerse en el club), pasando por la exigencia de transportes adecuados, hoteles y viáticos, hasta guarderías para las compañeras que son madres.
El cimbronazo que fue la muerte de la jugadora de Argentino de Merlo, llevó a que una periodista planteara en una conferencia al presidente de Estudiantes de La Plata, Juan Sebastián Verón, una explicación de por qué no se otorgaban recursos para el fútbol femenino. La respuesta fue una literal confesión de partes: "el fútbol es un negocio", afirmó Verón sosteniendo entonces que el fútbol femenino no generaba ganancias a los clubes. Enseguida aparecieron las críticas que señalaron al dirigente de Estudiantes con una posición machista y se intentó justificar que el fútbol femenino sí podía ser rentable, argumentando que el público que está yendo a los partidos está en un gran crecimiento. Es cierto que el fútbol para las mujeres se encuentra en un ascenso social. Este domingo se define el campeonato de primera división entre Boca y UAI Urquiza, donde se esperan 40.000 personas en la Bombonera. Este es un fenómeno mundial, que este año hizo record en el partido entre el Barcelona y el Wolfsburgo con 91.648 asistentes, en abril pasado. El fútbol, un deporte abrazado al alma de muchos pueblos como el de Argentina, no puede excluir a la mitad del mismo como somos las mujeres. Lo que tenemos que preguntarnos es si el problema es que el fútbol para las mujeres sea ese negocio que pretende que sea Verón y todos los empresarios de la AFA. No es cierto que el fútbol masculino haya tenido los derechos con los que hoy cuentan los jugadores desde el inicio de la profesionalización. Se tuvieron que crear asociaciones y hubo huelgas por muchos años hasta llegar a conseguir esos derechos. Los empresarios, que solo ven en el fútbol un negocio, nunca quisieron otorgar salarios dignos ni condiciones dignas a sus jugadores, tal y como ahora lo niegan para las jugadoras mujeres. De hecho, hubo clubes en que los jugadores estuvieron en paro ante el no pago de los salarios, como Gimnasia y Esgrima de La Plata en septiembre de este año, solo por mencionar un equipo de un club "grande".
Que el fútbol sea un negocio capitalista, que se rija bajo la ganancia de un puñado de empresarios, es lo que lleva a la terrible precarización a la que están sometidas las jugadoras de fútbol. Este concepto ha llevado a que los clubes en vez de desarrollar el deporte, lo que desarrollaron fueron mafias y negocios ilegales. No existe quién no sepa que los barrabravas responden a las dirigencias de los clubes, quienes permiten el narcotráfico y hasta la trata de personas, cómo salió a luz en Independiente ante las denuncias de abuso sexual en las inferiores (desde el 2018 sin avances en salir el juicio). La descomposición social que se ha llevado la vida de hinchas va de la mano de que lo único importante en el fútbol es la ganancia capitalista, a como dé lugar.
El pueblo trabajador tiene que ponerse a la cabeza de la defensa del fútbol como nuestro derecho al deporte y a la recreación. Los y las hinchas y deportistas de los clubes tenemos que deliberar sobre quienes están dirigiendo nuestras pasiones. No sólo hay que acompañar todo el pliego de reclamos de las jugadoras del fútbol femenino, o el masculino, hay que luchar para que los clubes sean un lugar de encuentro de los socios y simpatizantes, que desarrolle el deporte y espacios culturales, que sea del pueblo que lo lleva a ser una pasión de multitudes. Porque el fútbol no es, como dice Verón, un negocio. Eso es a lo que ellos lo han convertido, y nuestra lucha debe ser para que el fútbol, como ha dicho el gran Tabaré Cardozo, "sea un juego que todos (y todas) podemos ganar".