Para el debate que convocamos sobre la huelga del Sutna

Escribe Pablo Busch

Para la patronal, el conflicto “no ha terminado”.

Tiempo de lectura: 6 minutos

Es incuestionable que el conflicto del Neumático fue la lucha sindical más importante en mucho tiempo. Así lo percibieron las patronales, el gobierno y la burocracia sindical. La reivindicación del pago del 200% sobre el salario por el trabajo del fin de semana desató una polarización de clases que escaló, a término, los diversos escalones del estado. El reclamo mismo debiera ser sometido a debate porque, como ocurre con las horas extras en general, desvirtúa la conquista de las ocho horas diarias y cuarenta semanales, como fuera arrancada por el movimiento obrero mundial al cabo de más de tres décadas de luchas, huelgas y revoluciones – de 1889 a la década del 20 del siglo pasado. El derecho al descanso debe acompañar siempre el derecho al trabajo. En el caso del Neumático, el sistema americano tiene lugar en una labor insalubre, que una investigadora llamó “una picadora de personas”. No obstante esto, la duplicación del salario del fin de semana fue abordada, desde las patronales, como una declaración de guerra. Por eso boicotearon la discusión del convenio 22/23 en las decenas de reuniones de conciliación en el ámbito ministerial.

En este marco se colocan los planteos del dueño de Fate de que lo que se encontraba en juego era el “control de la planta”, es decir, del lugar de trabajo, o sea, la domesticación de hecho o la liquidación de los cuerpos de delegados. Desde mucho antes del desalojo de la burocracia de la CTA, Madanes enfrentaba una rebelión obrera en Fate y en la seccional de San Fernando, que se concretó, a su tiempo, en la conquista de la dirección del sindicato.

El conflicto se desarrolló sin salida durante cinco meses. El Sutna desarrolló el método del “paro y plan de lucha”, o sea huelgas rotativas y parciales, acompañadas por asambleas informativas acerca de la marcha de las negociaciones paritarias.. La patronal respondió con el no pago de los días de huelga, suspensiones sin abono del salario y una presión creciente al poder político y a la burocracia de la CGT (a la cual el Sutna había pedido la afiliación poco antes del conflicto). Enfrascados en el temor a una rebelión popular (“ceder para crecer”), como consecuencia de la inflación, la desvalorización del salario y una pobreza e indigencias elevadas, el gobierno y la CGT empezaron a alterarse con la posibilidad de que la lucha del Sutna operara como una incitación a la lucha y como emergente de un movimiento más amplio y aliciente para el desarrollo de direcciones combativas y autoconvocatorias. Luego de cinco meses de tratativas sin salida, la dirección sindical llama a una “huelga general hasta nuevo aviso” y bloquea la salida de cubiertas. La patronal se había plantado con una nueva provocación: la oferta de un aumento salarial del 38% frente a una inflación que enfilaba al ciento por ciento anual. Además, obtuvo el compromiso del gobierno de reprimir los bloqueos a los depósitos y la represión a los cortes de ruta de los obreros del Neumático y a las concentraciones y piquetes en puerta de fábrica.

Desde el punto de vista de la lucha de clases que se libra en el país, con mayor o menor conciencia de parte de los trabajadores, la caracterización del desenlace es nítida. Al forzar al abandono de la política de lock out y militarización del conflicto, la patronal ha salido derrotada; un avance para el movimiento obrero en su conjunto. Las burocracias que sabotearon la lucha del Sutna se jactan ahora de haber obtenido aumentos salariales que, dicen, serían superiores a los del Neumático, cuando, en todo caso, las mejoras obtenidas en otros sindicatos son un resultado indirecto de la derrota impuesta por el Sutna a las patronales.

El convenio firmado en la paritaria es, por su lado, un compromiso, como ocurre en general, en mayor o menor grado, con todos los convenios que no constituyen una traición directa a la clase obrera. Negarlo es una necedad, como si se pudiera conquistar mejoras reales, sustanciales y permanentes bajo el capitalismo decadente y de guerras de opresión. Ir a la rastra de la inflación a partir de salarios desvalorizados, para cobrarlos en cuotas, es lo que ofrece la burocracia cegetista; por eso hay salarios por debajo del nivel de pobreza. Alargar la semana laboral es una forma fundamental de precarización. Argentina marcha hacia un choque estratégico por las reformas laborales y previsionales que unen a todo el campo patronal y al FMI. Las burocracias sindicales han abandonado en todo el mundo la presentación de un programa de mejoras. En lugar de la reducción de la jornada laboral (ni hablar del reparto de las horas de trabajo), se desarrolla una precarización abismal del trabajo y una desigualdad social feroz. En lugar del salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, ha consagrado los salarios de pobreza e indigencia. La lucha contra el trabajo insalubre se encuentra fuera del radar de los sindicatos, incluso para los movimientos ambientales. La lección que nos aporta la lucha del Sutna es, por un lado, la necesidad de un programa integral de reivindicaciones transitorias y, por el otro, un método de lucha consistente, que es la preparación de la huelga indefinida con piquetes. Los paros parciales son una herramienta para luchar contra las agresiones y violencias cotidianas; la preparación de la huelga indefinida no puede estar ausente en una lucha estratégica como la que tiene que ver con la agenda laboral, económica y social de los trabajadores y, todavía más, en un cuadro de impasse político del régimen de turno. Debe ser prioritaria. Esta tarea, preparatoria, debe realizarse por medio de plenarios y asambleas. Los sindicatos clasistas están llamados a producir un viraje estratégico en el movimiento obrero de Argentina.

La patronal del Neumático tiene en vigencia una agenda de la clase capitalista. Esto quedó de manifiesto en el coloquio de Idea, donde el eje fue la reforma previsional y la reforma laboral. El énfasis fue puesto en la supresión de la indemnización por despido y los juicios laborales, así como la eliminación de los aportes patronales a Anses y los límites del trabajo diario y semanal. En otra reunión patronal, organizada por el diario Clarín, Madanes declaró que el conflicto en el Sutna “no ha terminado”, lo cual apunta a otra ‘reforma’, la sindical, para trasladar a los sindicatos la responsabilidad judicial por los conflictos en las plantas y para reforzar la intervención de la burocracia en las organizaciones de fábrica, más allá de lo que dispongan los estatutos de los sindicatos.

Una parte de la reforma laboral ya está siendo ejecutada, que es la desvinculación de los salarios respecto de la inflación. Los adelantos de paritarias de abril-mayo y las cláusulas de revisión de septiembre-octubre han dejado en claro los operativos políticos contra el salario. Han dejado al grueso de los convenios por debajo del 70%, perdiendo más de 30 puntos porcentuales respecto de la inflación. Solo en algunos pocos casos se han arrimado o superado el 100%.

La cuestión de los juicios laborales no es un tema menor. Las patronales han establecido ritmos y condiciones de trabajo, sin importar el daño físico y moral que causan a los trabajadores, y condiciones ambientales insalubres. A la vez ,las ART pagan sumas irrisorias a los trabajadores accidentados y se niegan a reconocer a la mayoría de las enfermedades laborales. Esta realidad generalizada ha creado una pila de millones de juicios, a las empresas y a las ART, que en general duermen un largo sueño de los justos en los Tribunales. A esto los voceros de las patronales le llaman "la industria del juicio", algo que reclaman se desarme pero que ellos mismos han creado.

Un punto estratégico para las patronales es garantizarse la continuidad de la producción los siete días de la semana las 24 horas. Obviamente que esto pretenden hacerlo sin pagar recargo. Para esto se valen del "régimen de trabajo por equipos", un fraude laboral montado a través de los turnos rotativos en la reforma de los años 90, que obliga al trabajador a prestar tareas los fines de semana a pesar de que esté protegido por la Ley de Contrato de Trabajo. La reforma laboral apuntará a borrar los artículos de la LCT referidos al descanso del fin de semana, aun cuando estos no se cumplan en ningún lado.

Este programa debe ser defendido a través de métodos de lucha que también se han puesto a debate de nuevo, esta vez a partir del conflicto del Sutna. Uno, ya señalado, la huelga indefinida y sus métodos.Otro son las asambleas, como órgano colectivo soberano, dónde las decisiones se toman a través del voto. La clase obrera no puede aprender sino a través de la experiencia. La lucha del Sutna, que se convirtió en una polarización social y política que anticipa el futuro inmediato, es rica en lecciones.

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