Escribe Julián Asiner
Tiempo de lectura: 2 minutos
Minutos después de que finalizara la asamblea que resolvió levantar la huelga indefinida, el legislador del FIT-U por el PO oficial, Gabriel Solano, ponía en sus redes sociales que se “acaba de votar a favor de la propuesta salarial”. Cualquiera que lea las mociones aprobadas por la asamblea, no podrá encontrar, sin embargo, nada parecido.
La asamblea evaluó, de un lado, los claroscuros de una propuesta negociada a espaldas del movimiento, que eleva los pisos de ingreso a residencias y a carrera al costo de achatar la escala salarial; del otro, el estado de las fuerzas del movimiento, tras 9 semanas de lucha y 21 días de paro por tiempo indeterminado.
Las mociones realmente aprobadas reflejan el esfuerzo del movimiento por readecuar su plan de acción al nuevo escenario, continuando bajo una nueva modalidad la lucha por todas las reivindicaciones que la “propuesta” negociada entre Quirós y Médicos Municipales (¿y Solano?) deja afuera.
La insistencia de Solano y su agrupación para acercar posiciones con el gobierno de Larreta no es nueva. Hace unas semanas, habían ‘arrimado’ la propuesta de un “plus” para residentes de 200.000 pesos, muy similar al acuerdo al que arribó luego el gobierno con la burocracia. La negociación por un “plus” apartaba a los activistas de una política por extender al movimiento, justo cuando la huelga comenzaba a expandirse a otros sectores y distritos del país.
Antes, al comienzo de la lucha, la agrupación de Solano se había mantenido férreamente opositora al paro por tiempo indeterminado. Durante semanas rechazaron las mociones de huelga indefinida, que habían sido votadas por hospitales enteros, como el Cuna, el Fernández y el Pirovano. Es una clara demostración de que militaron por la derrota del movimiento. Ahora, el FIT-U compite en el exitismo vacío con la burocracia de Médicos Municipales, que fue convocada por Larreta, junto a la burocracia de municipales de Genta, para usurpar la dirección de la lucha, que estaba férreamente en manos de un movimiento antiburocrático. Ahora, no solamente se abstiene de marcar los límites del acuerdo, sino que oculta que es un compromiso impuesto por una huelga indefinida que se iba convirtiendo en una huelga nacional. El acuerdo que armaron Larreta-Quirós, de un lado, y Rojo (de AMM) y Genta del otro, no ha logrado frenar el movimiento huelguístico naciente en el resto del país. Solano sigue una receta ‘célebre’ de los desaparecidos partidos comunistas: “Hay que saber terminar una huelga”, en palabras de Maurice Thorez, del PC francés.
La política del PO oficial en la huelga de RyC, incluida la intentona de ‘mediar’ entre Larreta y los huelguistas -una ‘tercera posición’ entre el Estado y los trabajadores- es un paso cualitativo en la integración de ese aparato al Estado capitalista. Esta frustrada tentativa de ‘mediación’ muestra los verdaderos colores del planteo solanista de “un movimiento popular (o sea policlasista y movimientista) con banderas socialistas”.