Tucumán: la huelga indefinida de la Salud y la cuestión de la dirección

Escriben Daniel Blanco y Mocha Soria

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Los trabajadores de la Salud han irrumpido en el escenario político de la provincia con acciones de lucha crecientes y masivas, que fueron ganando en extensión y profundidad hasta elevarse a una huelga por tiempo indefinido.

El reclamo de un salario que cubra el costo de la canasta familiar, el reconocimientos de los derechos y conquistas en la ley de carrera sanitaria, entre otros, han sido el motor de este proceso de lucha que ha desbordado a la dirigencia del SITAS (adherida al Siprosa), partidaria de sostener una política de “diálogo” con el gobierno de Jaldo. A medida que que se desarrolló el proceso de lucha desde los hospitales, con abrazos, cortes, movilizaciones y asambleas que iban resolviendo la continuidad de las acciones y la coordinación entre distintos hospitales, a la dirigencia del SITAS no le quedó otro camino que intervenir con distintas iniciativas para poner bajo su control la situación. Así resolvieron un paro con concurrencia, con la idea de abortar la acción huelguística. Pero le salió el tiro por la culata, pues los trabajadores de la salud aprovecharon la concurrencia para realizar asambleas y acciones de movilización desde los hospitales. Esto obligó a la dirigencia del SITAS a plantear una nueva iniciativa, esta vez, una movilización sin paro, para abortar este proceso de la base. Los trabajadores en varios hospitales resolvieron en asamblea parar y movilizarse, demostrando la disposición a ir a una lucha más de fondo y de conjunto. Ya en varios hospitales el debate era acerca de la necesidad de resolver la huelga por tiempo indefinido. Un dato crucial del proceso de lucha en desarrollo era que a las distintas acciones se sumaban los trabajadores no afiliados a ningún sindicato y numerosos afiliados a ATSA, el sindicato de la Salud más numeroso, pero también el más burocrático, completamente alineado con el gobierno.

En los discursos, los dirigentes del SITAS no aludieron en ningún momento a la huelga general, sino que plantearon que las acciones para la semana siguiente se levantaban, pues habían sido llamados por el gobierno a dialogar acerca de los reclamos. Esto generó un gran descontento y desconcierto. Los que movieron el fiel de la balanza fueron los residentes de varios hospitales, que por medio de una autoconvocatoria decidieron movilizarse. Más de 700 residentes asistieron a la concentración. En ese marco, la dirigencia del SITAS tuvo que informar que el resultado del “dialogo” con el gobierno había sido negativo. Resultado: los hospitales del Carmen, Avellaneda y el Kirchner resolvieron, en asamblea, impulsar la huelga por tiempo indefinido. Esta postura se hizo conocer a través de las redes, y los pronunciamientos a favor de la huelga por tiempo indefinido se fueron generalizando en todos los grandes hospitales, en los Caps de la capital, en los hospitales del interior. Se abría paso una huelga general autoconvocada. A la dirigencia del SITAS no le quedó otro recurso que convocar a un plenario de delegados que votó, ante el hecho consumado, el inicio de la huelga por tiempo indefinido con concurrencia a partir del lunes 12. Dejaron de funcionar los consultorios, comenzó un paro informático. Sin embargo, la cuestión crucial que el plenario no discutió y en consecuencia no resolvió, fue la dirección de la huelga. El tema fue llevado a la base de algunos hospitales y hubo coincidencia en la necesidad de conformar un Comité de Huelga en base a representantes de los distintos sectores involucrados en la lucha. La huelga no podía quedar en manos de una dirigencia contraria a la misma. El reclamo era que se volviera a convocar a un plenario de delegados con mandato.

En paralelo, el gobierno decidió intervenir con distintas maniobras. Por un lado, lanzó una campaña de aprietes ordenando que se pasara lista de quiénes adherían a la medida de fuerza, anotando a aquellos que no eran afiliados al SITAS para ponerle falta como punto de partida para efectuar descuentos y sumarios. Por otro lado, anunció que elevaba el piso salarial a 200 mil pesos para el nivel A, o sea para los médicos recién ingresados, que representan el 8% del total de los trabajadores. Este aumento excluía al personal de ese nivel con más antigüedad. Como resultado de esto, un médico con antigüedad promedio de 7 años seguiría cobrando 140 mil pesos aproximadamente, mientras que uno que recién ingresa pasará a ganar 200 mil en enero del 2023. Otro anuncio fue el pase de 200 trabajadores de enfermería a planta transitoria. Todas estas medidas están apuntando a generar una división entre los trabajadores, pero hasta el momento el gobierno ha fracasado en su propósito. Todas estas maniobras fueron repudiadas masivamente por los trabajadores de la salud que mantienen firme su espíritu de lucha.

La elección de un comité de huelga para llevarla a la victoria ha pasado a ser el tema central, como se demostró en un nuevo plenario convocado por la dirigencia del SITAS. El choque de posiciones fue virulento. La dirigencia alegaba que se cuestionaba a la dirección sindical. Los delegados combativos sostenían que una huelga por tiempo indefinido es una acción excepcional que requiere una dirección que no sólo esté de acuerdo con la medida, sino también medidas excepcionales que plantea el desarrollo de la huelga, como sumar a sectores de la salud ajenos al gremio, como los residentes, los afiliados a otros sindicatos de la salud, a los estudiantes universitarios de enfermería, a los pobladores usuarios del sistema público de salud, etc.. La coordinación con otros sectores de trabajadores en lucha, en definitiva, significa elevar la huelga a una lucha masiva, activa, y sólo así se haría posible arrancar los reclamos.

Mientras se desarrollaba el debate, el secretario del SITAS informó que había sido citado por el Ministerio de Trabajo, pues había decretado la conciliación obligatoria, retirándose del plenario, dando el pretexto a otros directivos para vaciar el debate impidiendo que se votara la conformación del Comité de Huelga. La postura de los delegados era rechazar la conciliación. La postura de la dirigencia era que no se podían desconocer las normas legales. Dos días después, un comunicado de la dirección del SITAS informaba que se había aceptado “en disconformidad” la conciliación obligatoria, “suspendiendo” de manera inconsulta, o sea burocrática, la huelga indefinida.

Esta planteada la realización de asambleas en todos los hospitales y centros de salud que repudien la conciliación contra los trabajadores y que se convoque o autoconvoque una interhospitalaria de delegados con mandato abierta a la presencia de trabajadores de la salud, para votar la continuidad de la huelga por tiempo indefinido, la elección de un comité de huelga en base a representantes de todos los sectores comprometidos con la huelga. Ese es el camino de la victoria.

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