Una huelga navideña en Francia

Escribe Joaquín Antúnez

Los boleteros y controladores desenmascaran a la burocracia sindical.

Tiempo de lectura: 2 minutos

Durante el 23 y 24 de diciembre se desarrolló una huelga autoconvocada por parte de boleteros y controladores de trenes en toda Francia, con su centro en París. La misma fue gestada desde las redes sociales, mediante grupos privados de Facebook, Whatsapp y otras. Se estima que la medida de fuerza afectó a 200 mil pasajeros que vieron sus viajes suspendidos. Otros tantos han sufrido retrasos, cancelaciones y trenes repletos. Los trenes de alta velocidad (TGV) son los más afectados con cerca del 40% de cancelaciones y 1 de cada 4 pasajeros varados. Este número se elevó en París con más de la mitad de las cancelaciones en las principales líneas férreas.

El reclamo de los trabajadores estaba centrado en la exigencia de un aumento superior al firmado por las direcciones sindicales -del 12% por dos años- y exigían un plus que se agregue a esos dos años. Los sindicatos no habían convocado ninguna acción para Navidad y ahora han firmado un acuerdo para evitar las huelgas durante el Año Nuevo. Los gerentes de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF en sus siglas en francés), la empresa estatal que gestiona los ferrocarriles en este país, han tenido múltiples quejas hacia los sindicatos por su incapacidad para controlar esta situación. El gobierno, incluido el propio Macron, ha convertido a esta “pequeña” huelga -por la cantidad de trabajadores involucrados- en un asunto nacional, lo que demuestra lo hondo que ha calado el espíritu huelguístico. Entre otras, las acusaciones gubernamentales estaban destinadas a señalar lo “inmoral” de una huelga en Navidad o Año Nuevo. Jean-Pierre Farandou, el jefe de la SNCF dijo a los medios: “el derecho a la huelga es indiscutible, pero el derecho a viajar para ver a la familia es sagrado”. (Clarín, 23/12)

Privatización

Lo cierto es que la huelga autoconvocada ha vuelto a colocar sobre la mesa la permanente desinversión de todo el sistema de transporte urbano e interurbano en Francia, a excepción de las costosas líneas de alta velocidad. Un diario conservador francés, El Figaro, ha aprovechado la oportunidad para reclamar una privatización más a fondo, señalando que en la privada Trenitalia no existieron adhesiones al paro. Al mismo tiempo ha reclamado la supresión del derecho a huelga en vacaciones de invierno (22 de diciembre al 2 de enero).

La política de la burocracia sindical se limita a mantenerse en lo que acá se conoce como una suerte de “estado de alerta y movilización”. La presidenta de la Fundación para la Investigación en Administración y Políticas Públicas, Agnès Verdier-Molinié, afirma que “generalmente, las celebraciones de fin de año son más objeto de chantajes que de huelgas (…), una forma de decir que los movimientos sociales en la SNCF tienen lugar más a principios de diciembre, amenazando con grandes huelgas a finales de año, antes de que las negociaciones con la dirección en general permitan evitar este desenlace” Como explica el mismo diario, “el secretario general de un sindicato del grupo [ferroviario] expone esta estrategia sin rodeos, calificando las huelgas de fin de año en la SNCF como una 'tradición'”.

Finalmente, la burocracia sindical ha tenido que negociar un aumento superior al que había firmado hace solo días. Agregando un 1,5% por dos años a la negociación original del 12%. Ante esto, las azafatas de Air France han comenzado a movilizarse en los aeropuertos franceses. Los sindicatos se han visto obligados a amenazar con huelgas en Año Nuevo si no se otorgan garantías para un convenio colectivo temporal mientras se discute el convenio colectivo vencido en octubre pasado. Las huelgas y movilizaciones sacuden a una Europa en guerra.

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