Pelé

Escribe Juan Ferro

Ha muerto el Rey, viva el Rey.

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La frase que instauró la monarquía el año 1422 en Francia, que fue utilizada desde siempre para darle continuidad al régimen de los reyes sin efectuar balance alguno de sus gestiones, se aplica 600 años después ante la muerte de Pelé.

“Viva el Rey”

Ríos de tinta correrán en todo el mundo para agigantar la figura del mejor futbolista del mundo profesional por lo menos desde el 58 hasta 1986. Algunos periodistas extenderán esta categoría hasta nuestros días haciendo comparaciones en las que reinan una inmensa diversidad de respetables opiniones.

Lo cierto es que Pelé ostenta varios récords mundiales en el fútbol que quizá nunca puedan llegar a ser igualados. El primero de ellos tiene que ver con la suerte. En la década del 50 Brasil sufría una profunda crisis futbolística: había perdido la final del mundo con Uruguay en el propio Maracaná y no llegó a las semifinales del 54 en el campeonato ganado por Alemania. Su selección, llena de jugadores ya mayores, necesitaba de un recambio; y lo encontró en un director técnico de mucha audacia y amante del llamado “jogo bonito” que se llamaba Vicente Feola. Éste, como ahora lo hizo, Scaloni en Argentina, fue el padre de la renovación en la selección brasileña en el 58. Incorporó a los casi adolescentes Pelé y Garrincha a la selección de Brasil en el 57.

Esa “suerte” de Pelé a los 17 años no la tuvo, también a los 17, Diego Maradona con César Luis Menotti como técnico de la selección argentina, que no se animó a confirmar a Diego en la nómina oficial del mundial 78. Esto lo privó de su segundo campeonato mundial. Pero, a raíz de la decisión de Vicente Feola, Pelé fue el único jugador en el mundo en ganar tres mundiales, algo muy difícil de repetir.

La figura de Pelé creció mucho desde 1958. Ya consolidados, Garrincha y Pelé ganaron por segunda vez un mundial en 1962, en Chile. Luego Pelé pegó un salto histórico en 1970 cuando, bajo su batuta, Brasil jugó el mejor de todos sus mundiales. Ahí, Pelé logró otro récord mundial, que no está registrado oficialmente, pero sí lo está entre los que aman el fútbol. El brasileño transformó la casaca número 10 en un emblema de la habilidad y el buen fútbol. Después surgieron las 10 de Maradona u hoy la 10 de Messi. Pero, en ese sentido, la 10 titular de cualquier hipotética selección de todos los tiempos le corresponde.

Las “gambetas” de la vida de Pelé

En Brasil, aunque futbolísticamente fue indiscutido, sus actitudes sociales y políticas fueron motivo de grandes controversias y de odios y amores entre los sectores populares. Ya en su madurez futbolística, en el auge de su carrera, se le criticaron sus relaciones con la larga dictadura militar brasileña que duró desde el 64 hasta 1985 (21 años), que lucró políticamente con su figura. Pelé fue criticado por el movimiento de futbolistas que reclamaba la normalización democrática del Brasil encabezada por Sócrates desde el Club Corinthians y la propia selección. Pelé se pronunció contra la dictadura (“Direitas ya”) sólo cuando su caída era un hecho consumado.

Pelé tuvo enormes volteretas políticas: intentó formar un partido que lo llevara a la presidencia -hasta incluso, para sorpresa del periodismo, se declaró socialista- en esas elecciones que ganó Collor de Melo y la oposición era el PT de Lula (1989). Fracasado este proyecto presidencial, se sumó en 1995 al gobierno de Fernando Henrique Cardoso (PSDB) como ministro de deportes en una actuación también polémica. En 2002 confesó que, decepcionado del PT, votó por Serra, un conspicuo miembro de la derecha brasileña. Nacido, como Maradona, de orígenes muy humildes, Pelé nunca pudo conciliar su figura de ídolo del fútbol con actividades sociales y políticas. En la era moderna, la frase “ha muerto el rey, viva el rey” nunca hay que aplicarla en un balance; no es buena para el futuro de los trabajadores.

De Pelé seguramente quedarán registradas otras cosas más mundanas: los más de 1200 goles y el gol número 1000 al arquero Andrada, la monumental jugada contra el arquero Mazurkievich de Uruguay en el 70 (según quien escribe, la más grande de un mundial), su incomparable gol de cabeza ese año en la final contra Italia y la del ídolo levantando tres copas mundiales.

Se fue uno de los grandes del fútbol. La función continúa. Hasta la próxima.

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