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A nadie escapa que el proyecto insignia de la convocatoria a sesiones extraordinarias del Congreso -el juicio político a la Corte- no tiene chances de avanzar. Pero la escalada contra el máximo tribunal se ha desinflado bastante antes de que se empiecen a contar los votos de Juntos por el Cambio. Ocurre que el proyecto nunca pasó del apoyo de once gobernadores, y se han caído varios significativos o que formaban parte de la denuncia inicial – es el caso del entrerriano Bordet, que ayer organizó una fuerte demostración política junto a Massa. En la mesa de dinero que lleva el nombre de “gabinete económico”, y que sólo trabaja para el rescate de una deuda pública cada vez más desquiciada, el juicio a la Corte es un pulgar para abajo. Los “impulsores” del proyecto lo saben perfectamente. Por eso, en el propio temario de las extraordinarias han incluido una modificación de la ley de presupuesto, para compensar -con impuestos o con deuda- los mayores recursos que el gobierno nacional deberá cederle a la Ciudad.
Más allá del juicio a la Corte, las extraordinarias incluyen una ristra de proyectos también relacionados con la Justicia, como el nombramiento del fiscal Rafecas en el cargo de procurador -bloqueado por los K desde hace tres años- y otra reforma del Consejo de la Magistratura.
JxC y federales anunciaron que boicotearán las extraordinarias mientras el gobierno insista con el juicio a la Corte. En el paquete oficial, sin embargo, hay otros proyectos, relacionados con la agenda de Massa, o sea la del FMI. El más importante de ellos es el blanqueo para los capitales no declarados en Estados Unidos. Aunque no exige la repatriación de los fondos, varios observadores señalan que el blanqueo sólo tendría posibilidades bajo el próximo gobierno. Otro proyecto, de menor alcance, que permite cobrar los servicios profesionales al dólar libre; marca la tendencia devaluatoria de conjunto. Finalmente, está el proyecto que crea los recursos para pagarle a la CABA, de máximo interés para Larreta – pero no así para los macristas que torpedean su candidatura.
En el oficialismo, algunos se relamen con una división de la oposición a la hora de tratar estos proyectos. Por caso, Schiaretti y Urtubey han anticipado la formación de un frente electoral. No han declarado, sin embargo, que el propósito sería servir de bandeja al mismísimo Sergio Massa. Massa ya ha anudado un pacto con la burocracia sindical para “desindexar” los salarios por medio de paritarias que tengan un tope, en cuotas, del 60 por ciento.
A la luz de todo lo anterior, ¿cuál es la función del llamado a extraordinarias? Para el kirchnerismo es poder desarrollar una agitación que exponga los lazos entre la Corte, Comodoro Py, el macrismo y el larretismo, promovidos por el grupo Clarín y millonarios extranjeros. De este modo se busca dar una épica al gobierno de los tarifazos y de los negociados con Lázaro Báez y José López. El peligro para el oficialismo es que está agitación desnude la red de espionaje armada por el gobierno y, al mismo tiempo, precipite una corrida cambiaria que parece haber comenzado.
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