Escribe Joaquín Antúnez
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Dos millones de personas se movilizaron ayer en toda Francia para rechazar la 'reforma previsional' del gobierno de Emmanuel Macron, en el marco de una huelga general convocada por las cinco centrales obreras.
El proyecto oficial indica llevar a 64 años la edad de retiro y a 43 los años de aporte. Los cambios se aplicarían progresivamente a partir de 2027. La reforma previsional impulsada por Macron se vio postergada al menos en dos oportunidades – una, por enormes movilizaciones en 2019 y, luego, por la pandemia. Durante la campaña presidencial, Macron hizo una fuerte agitación de cara al balotaje, asegurando que iba a llevar a fondo su plan. Por eso dice que es uno de sus ´compromisos´ con el electorado que le dio la reelección. Hace caso omiso al abstencionismo récord, a su propia votación minoritaria en la primera vuelta y al rechazo que despertaba su contrincante, la fascistoide Marine Le Pen. El gobierno de Macron sólo recoge repudios. El hecho es que cerca del 70% de la población rechaza la reforma propuesta por el gobierno y un 60% apoya las huelgas y movilizaciones para frustrar el proyecto.
Las centrales sindicales francesas convocaron de conjunto a la huelga nacional del jueves 19. Fue cumplida en todo el territorio nacional, llegando a paralizar durante horas los trenes nacionales e internacionales. En los aeropuertos, cerca del 20% de los vuelos internacionales fueron cancelados y las demás aerolíneas funcionaron con largas demoras.
En París, la huelga la huelga tuvo un acatamiento cercano al 100% en todos los sectores estratégicos - transporte, fábricas, refinerías, y hasta la red eléctrica francesa RTE constató una fuerte reducción de la producción. Los subtes y colectivos solo funcionaron para garantizar el transporte a los manifestantes sin cobrar boleto. Los médicos y enfermeros cancelaron todos los turnos sin riesgo y se reprogramaron las intervenciones quirúrgicas. La mitad de las escuelas parisinas no pudieron abrir por la adhesión total de los docentes a la huelga, pero en general no hubo clases. Hay sindicatos policiales que se adhirieron al paro, con impacto en los dispositivos dispuestos para reprimir las movilizaciones.
En todo el territorio se contabilizaron más de 200 movilizaciones. En París se movilizaron a la Plaza de la República 100 mil trabajadores y estudiantes. Los jóvenes coreaban “la juventud está protestando. Macron, estás acabado”. Macron había justificado la presentación de este proyecto señalando que el sistema actual no permitía asegurar los fondos de pensiones para las futuras generaciones, algo definido como “un pacto entre generaciones”. Lo que ha logrado es unir a viejos y jóvenes para voltear su proyecto reaccionario.
El gobierno enfrenta un desafío en el parlamento porque el bloque derechista encolumnado con Le Pen, y la izquierda ´insumisa´ de Melenchon, han asegurado que votarán en contra. Los Republicanos, que cuentan con un pequeño grupo parlamentario, reclaman modificaciones al proyecto..
Como en las luchas pasadas, el movimiento obrero francés es consciente que solamente una huelga indefinida puede derrotar el proyecto. Todo el mundo es consciente de que esto enfrenta el obstáculo político de al burocracia sindical y de la mayor parte de la izquierda. Vuelve entonces un desafío ya clásico en Francia – la necesidad de comités de base y una coordinadora de la huelga general. La clase media asalariada ha participado de la huelga y de las manifestaciones, de modo que no se puede alegar que los obreros de la industria y el trasporte pelean “solos”.
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