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Durante el fin de semana largo de carnaval, más de medio centenar de compañeros de distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, capital federal y Santa Fe nos reunimos para llevar adelante el primero de los campamentos nacionales que organiza la juventud de Política Obrera. La semana próxima, completando una iniciativa de alcance nacional, tendrá lugar el campamento del NOA (Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero).
El curso central “Las internacionales obreras y las guerras imperialistas”, compuesto por 3 clases, fue la actividad convocante, a lo que se sumaron distintas actividades deportivas, artísticas y de camaradería. Se destacó ampliamente la presencia de estudiantes secundarios, que representaron al 25% de la delegación, y que intervinieron fervientemente en todas las clases y en las comisiones para despejar hasta la última duda y acercar nuevas y profundas conclusiones
El desarrollo del curso estuvo centrado en el abordaje del fenómeno que representaron las guerras imperialistas para la humanidad y, principalmente, para los partidos obreros y revolucionarios que intervinieron en las mismas. Durante la primera clase, a cargo de Marcelo Ramal, trabajamos sobre la naturaleza misma del imperialismo, su naturaleza y lugar en el desarrollo capitalista como una etapa de declive histórico. Distinguimos a la guerra imperialista del resto de las guerras que atravesó y atraviesa a la humanidad como una guerra de rapiña, por el reparto del mundo y como una verdadera carnicería humana; una crisis humanitaria que solo podía ser respondida mediante la acción revolucionaria del proletariado internacional. La clase, además, se situó en los debates que recorrían a la II Internacional durante el proceso previo a la guerra y luego sobre su crisis ante la defección mayoritaria de esta misma a la burguesía en su empresa bélica. Ramal destacó el lugar ocupado por la izquierda de la socialdemocracia, encabezada por Lenin, quién caracterizó a esta nueva etapa como una época de “guerras y revoluciones”, que tendrían su lugar con la victoria del proletariado y los campesinos rusos y una seguidilla de levantamientos obreros en toda Europa e, incluso, Asia y América Latina.
La segunda clase, a cargo de Patricio Meincke (El Be), abordó la etapa inmediatamente posterior para lograr explicar las novedades históricas que existen entre la primera y la segunda guerra mundial: por un lado, el surgimiento de un Estado Obrero, la URSS, por el otro, el surgimiento de la reacción más barbárica del imperialismo, el Fascismo italiano y alemán. Estas novedades impiden ver con la misma lupa ambas guerras, aunque la segunda guerra sea una continuidad de la primera guerra que se vio “interrumpida” por la revolución proletaria. Del Tratado de Versalles hasta la traición final del Stalinismo al proletariado mundial, se hizo énfasis en la explicación de los procesos que fueron lugar tanto el surgimiento del Fascismo como de la burocracia stalinista en la URSS, la cual expropió la revolución y se convirtió en un elemento contrarrevolucionario: fenómeno que motivó a Trotsky a emprender una lucha en defensa de la Revolucion de Octubre que culminaría en la fundación de la IV Internacional. Abordamos, también, el lugar que ocupó el debate entre los revolucionarios sobre las acciones que un Estado Obrero, así sea gobernado por una burocracia reaccionaria, ocupa en la guerra mundial y la pertenencia o no de su defensa, como finalmente proclamó Trotsky. Finalmente, vimos cómo, nuevamente, la guerra fue el motor de un nuevo proceso revolucionario, pero ahora desbordando ampliamente el territorio europeo y que solo pudo ser derrotado con la acción activa del imperialismo en conjunto con el stalinismo.
Ambas clases fueron el disparador de decenas de preguntas que tanto Ramal como Patricio respondieron tras sus exposiciones y que dieron el pie a otras nuevas que se dieron cita en las comisiones. Allí los compañeros reunidos intercambiaron sus dudas e ideas sobre ambas clases, los textos puestos a discusión. De allí surgieron debates, entre los que se destacaron, las preocupaciones de diversos compañeros sobre la intervención de un partido revolucionario en dichos procesos mediante la agitación y la acción práctica sobre las masas. Esto en conexión con la actual guerra imperialista que libra la OTAN, con el impulso decisivo de Estados Unidos, contra Rusia en suelo ucraniano.
Este último tema, la guerra imperialista actual, fue el debate central de la última clase, a cargo de Jorge Altamira, quién abordó la misma como una “guerra de la OTAN” sustentado en el expansionismo hacia el este que desarrolló esta organización político-militar hasta las puertas de Rusia. Altamira destacó la nueva naturaleza que tiene esta guerra, que continúa siendo de rapiña, pero que a diferencia del pasado tiene en Estados Unidos al imperialismo mundial, es decir, es quién tiene la batuta sobre el conjunto del globo. Al mismo tiempo, destacó, que esta condición de dominio global es un factor que impulsa la crisis terminal que atraviesa el imperialismo estadounidense. Estos ejes centrales sirvieron para comprender de mejor manera el rol que ocupa la guerra actual, su transformación de la “guerra de desgaste” al choque en gran escala, con la amenaza de un desastre nuclear. Las perspectivas revolucionarias que abren las rebeliones populares y las masivas huelgas en Europa y Estados Unidos a niveles no vistos en décadas, porque esta guerra no ha logrado escaparse a la época de guerras y revoluciones.
La exposición de Altamira fue un gran disparador para debatir sobre el lugar que ocupan las potencias europeas en la guerra, el de China, la posibilidad de una economía mundial “multipolar” -como augura un sector de la oposición capitalista a Estados Unidos- y sobre la descomposición del régimen político en Estados Unidos, con la amenaza fascista abierta tras el asalto al Capitolio. Lo que muestra a una juventud comprometida con una comprensión histórica de los problemas, un sano signo vital para cualquier corriente revolucionaria.
La realización misma del campamento ha sido una actividad que debe destacarse: es el sostenimiento de una actividad revolucionaria en la juventud ante el intento de liquidación que ha promovido el Partido Obrero (oficial) con las expulsiones sumarias del 2019 y, además, con la deformación total del conjunto de la izquierda. Cuando una nueva generación combina la avidez política y teórica con la disposición a la lucha, una disciplina personal y militante como la exhibida en estos cuatro días y, además, muestra dotes para la organización, cabe la certeza de que el futuro es nuestro.
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