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Marzo de 2023. El mundo rinde tributo a “Dark side of the moon”, el extraordinario álbum de Pink Floyd que cumple 50 años desde su lanzamiento.
Además de tratarse de una pieza clave en la discografía de una de las bandas de rock más grandes de todos los tiempos, “Dark side of the moon” constituye uno de los puntos más altos de la música popular del siglo 20. Su sonido oscuro y lustroso envuelve al oyente en un viaje trascendente, a lo largo de una obra que se propuso explorar las angustias y obsesiones del hombre frente a la vida moderna, desde el nacimiento (“Respira”) hasta la muerte (“Eclipse”), a través de sus 10 canciones, repartidas equitativamente en ambos lados del álbum. Por primera vez, Roger Waters se hace cargo enteramente de las letras, pulsando temáticas que desarrollará luego en el resto de su carrera, tanto en su discografía con Pink Floyd como en sus discos solistas.
El grupo fue marcado por la salida de su líder y mentor, el guitarrista y cantante Syd Barrett, quien abrumado por la locura y las drogas se refugiará en la casa de sus padres desde mediados de los años 60 hasta su muerte en 2006. La locura, la alienación, la despersonalización, serán temas recurrentes en la obra de Pink Floyd –el espectro de su fundador acompañará siempre a la banda, pero muy especialmente en “Dark side of the moon”, que se propone indagar, precisamente, en el lado oscuro de la mente humana.
El álbum marca el punto más alto de cohesión sonora y conceptual del grupo y el inicio de su periodo artístico y comercial más exitoso, que no conocerá concesiones. A “Dark side of the moon” le seguirán otras dos obras maestras, “Wish you were here” y “Animals”, previas al furor mundial de “The Wall” y a la ruptura definitiva de Waters con sus compañeros de grupo.
“Dark side of the moon” es un disco rodeado de mística. Sus fans -que se cuentan por decenas de millones alrededor del mundo- han alimentado rumores e interpretaciones de toda especie, generalmente desmentidas por los miembros de la banda. Extrañas frases (“He estado loco durante años, muchos años...” son las primeras palabras que se escuchan en el disco) y sonidos empalman las canciones, sugestionando al oyente. Por otra parte, el audio logrado por el ingeniero de grabación, un muy joven Alan Parsons, todavía resulta prodigioso medio siglo más tarde: el grupo exploró todas las posibilidades del estudio, cuando las herramientas que este ofrecía eran todavía muy limitadas (1). En los créditos del álbum se consignan el uso de “tape effects” y del sintetizador VCS3, entre los instrumentos empuñados por los músicos. El VCS3 era un hermoso sintetizador portatil de tres osciladores, sin teclado, con el que grabaron efectos sonoros característicos del disco, como la zapada sintética que se escucha en “On the run”. Parsons ya había hecho un extraordinario trabajo de edición para el grupo, manipulando cintas magnetofónicas, mucho antes de la era digital, en el álbum “Atom Heart Mother”, publicado en 1970.
El sonido de “Dark side of the moon” había sido esbozado, en cierto sentido, en el disco anterior de la banda, otra gema mucho menos conocida, titulado “Meddle” –del que se dice que era el álbum de Pink Floyd preferido de Luca Prodan. Algunos temas descartados o que quedaron incompletos de aquellas sesiones sirvieron de base para las nuevas composiciones, estructuradas conceptualmente. La lírica del disco es de una riqueza inusual, dando pie a todo tipo de interpretaciones. Por caso, mientras que, para unos, el tema “Us and them” habla “del etnocentrismo y del conflicto y del uso de dicotomías simples para describir las relaciones personales” (Marcelo Fernández Bitar en Clarín, 1/3); para otros, en esa canción, “Waters aborda las divisiones de clase en la sociedad” (Kevin Reed en WSWS, 5/3). Roger Waters tenía en ese entonces 30 años, tripulaba una banda que crecería a escala planetaria hasta bordear la grandilocuencia, y se planteaba interrogantes propios de la adultez (“Hoy hay tiempo que perder pero un día te das cuenta de que dejaste atrás diez años / Nadie te dijo cuándo correr, te perdiste la señal de largada / Y corrés y corrés para para alcanzar el sol, pero se está hundiendo en el horizonte para volver a salir detrás tuyo otra vez / El sol es más o menos el mismo, pero vos sos más viejo, tenés menos aliento y estás un días más cerca de la muerte”, desgrana en la bellísima “Time”). A partir de enero de 1972, los músicos comenzaron a presentar en sus conciertos la secuencia de canciones en el mismo orden que serían publicadas, aun antes de ingresar al estudio. La lista de temas era acompañada con una puesta de luces descomunal para la época, según los testimonios. El espectáculo era presentado bajo la rúbrica “Dark Side Of The Moon -Una pieza para lunáticos variados”.
A pesar de que se los emparenta con el “rock sinfónico”, el origen blusero de Pink Floyd permanecerá. En cierto sentido, siempre será una banda de guitarras con un tecladista. Su música encierra una sencillez y una audacia sorprendentes y, al mismo tiempo, una profundidad insondable. Es evidente la diferencia entre su estilo y el de Yes, por ejemplo, por citar un reputado exponente de la etiqueta “sinfónica”. Hay quienes, en cambio, consideran a “Dark side of the moon” como el canto del cisne de la psicodelia. Más ampliamente, el arte de Pink Floyd también fue catalogado como “música progresiva”, lo que, en aquella época, era una forma de resaltar su status artístico respecto de los productos orientados al consumo masivo y a las pistas de baile. Sin embargo, ese misterioso artefacto llamado “Dark side of the moon” batiría récords de permanencia entre los 200 álbumes más vendidos del mundo –nada menos que durante más de 20 años. Su vigencia, sin duda, se debe a la universalidad de su temática y la perfección de su ejecución.
Sigue brillando, diamante oscuro.
Notas