Escribe Diego Santillán
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La ola de calor, que llevó 15 días seguidos con temperaturas térmicas por encima de los 40º, puso de manifiesto la total precariedad en los establecimientos educativos
Según los datos conocidos en estos días, el presupuesto de la ciudad 2022 fue subejecutado en 130 millones de pesos, esto sumados a la baja y la subejecución presupuestaria durante más de 10 años, resultan la catástrofe edilicia en las escuelas. Además de demostrar, una vez más, el maltrato, la burla y principalmente el negacionismo de todo daño que pueda afectar a la comunidad educativa. El maltrato sufrido por la población docente y una minoría estudiantil, arrancó el 7 de febrero de 2023 con temperaturas elevadas, y a partir del 27 toda la primaria bajo la ola de calor, luego se sumaron secundarios, aunque a temperaturas cada vez más intolerables en ningún momento hubo alguna iniciativa del ministerio para acondicionar las aulas ni los establecimientos, mucho menos para entregar agua fresca, más allá de un anuncio por Twitter.
Un capítulo aparte de este desastre, son las decenas de escuelas que el GCBA pasó y está pasando de Jornada Simple a Jornada Completa de forma compulsiva, donde han prometido reformas y arreglos que no cumplieron, comenzando las clases en medio de esta ola de calor y padeciendo de hacinamiento, sin comedores y personal y materiales de obra en los patios y en aulas no adecuadas para las 8 horas de clase. Por ejemplo, en la Escuela Moyano donde instalaron un pizarrón de costado para que puedan entrar 30 alumnos en un aula mínima, provocanron al 3º día de clases el reclamo por dolores de cuello entre los alumnos.
Este maltrato, como política a través de más de un mes, advierte y clarifica el espíritu perverso de este ministerio que tiene a su cargo el cuidado de niñas y niños, perversidad de la cual ya dio indicios durante la crisis del Covid-19.
Toda esta situación movilizó a la población educativa en su conjunto, las familias comenzaron retirando a los alumnos de los establecimientos antes de horario, por dolores de cabeza, desmayos y descompensaciones, luego pidieron reuniones con los directivos, cooperadoras, y en algunos casos ingresaron a las aulas a medir temperaturas y corroborar el funcionamiento de los artefactos, donde se encontró todo ineficaz y precario ante las temperaturas. Otra medida de protección de las familias fue no enviar a sus hijos al aula y pedir que no se les compute la falta. Luego elevaron pedidos y petitorios para comprar ellos mismos los artefactos que faltaban, recibiendo solo negativa y explicaciones de lo difícil que es conseguir un refuerzo eléctrico para nuevas instalaciones en la escuela. Incluso intimando a retirar los ventiladores aportados por las familias.
Ante la persistencia de las alertas rojas y la inacción del GCBA varios centros de estudiantes se sumaron al Faltazo que impulsaron familias desde Vacantes para Todxs, y en la misma semana Ademys convocó a un paro de 24 hs. Contra esta situación.
Toda esta situación sin precedentes tiene un marco de desinversión de las compañías eléctricas con tarifas dolarizadas. En estos días se han superado los récords de consumo eléctrico superando los 29.000 MW y como resultado: más de 130.000 usuarios han quedado sin luz durante días.
Esta situación es el freno para la colocación de más ventiladores y aires acondicionados en las aulas. Las compañías eléctricas no realizarán ningún refuerzo eléctrico en las escuelas, no agravarán más la estructura deficiente que ya tienen con cortes generalizados. Algo que no le conviene al gobierno de esta ciudad en un año electoral, donde paga con su imagen ante los reclamos por los cortes de luz eléctrica.
Luego de las restricciones que impuso la pandemia, quedó en evidencia que la actividad escolar es un gran motor en la economía diaria, se explicó que la actividad en las escuelas genera una dinámica que activa resortes monetarios y económicos, es decir, para los dueños de la economía de esta ciudad era una prioridad que los niños estuvieran la mayor cantidad de tiempo en las escuelas en las condiciones que sean, tanto para que sus padres trabajen o para asegurar esa dinámica económica a cualquier precio, el “combate al atraso educativo” sería la zanahoria que guiara y legitimara esta “recuperación económica”. Pero el Coronavirus no es la única consecuencia del cambio climático, también hay alteraciones del clima importantes.
Durante las restricciones quedaron vacíos todos los salones para espectáculos y grandes comercios, para contrarestarlo e iniciar una recuperación económica era necesario “volver a las aulas” para otra vez girar la rueda de la economía, ahora bien, hoy los chicos y docentes están 11 meses y 2 meses estarán sufriendo el calor en las escuelas sin refrigeración durante un verano impiadoso, porque las líneas eléctricas tienen que alimentar a shoppings, complejos de espectáculos, cadenas de bares, y principalmente deben estar disponibles para las próximas torres y emprendimientos inmobiliarios, a los cuales asignan líneas eléctricas reforzadas por la cantidad de aires acondicionados instalados.
Como se ve, la lucha por acaparar la poca energía eléctrica impone un brutal maltrato a la población de cuidar, los niños en las escuelas. Recientemente, Soledad Acuña se refirió desde Twitter al problema diciendo que: ningún sector económico ha cerrado su actividad por el calor excesivo, colocando en un plano de igualdad a la población adulta y a la población de cuidar como niños y ancianos.
En esta lucha por la electricidad, los negocios del gobierno con los dueños de esta ciudad priorizarán sus inversiones e ingresos turísticos e inmobiliarios por encima de los que garantizan “la recuperación de la economía”, y mientras tanto bajo la figura ensoñada de la “educación del futuro” nos imponen un régimen de “escuelas depósitos” donde sean depositados los niños y soporten cualquier situación de riesgo, bajo amenazas burocráticas o legales a las familias de no hacerlo.
Existen dos ideas instaladas que presionan a las familias a aceptar o disimular esta cruel situación:
a) que eximan a los estudiantes “sin saber nada” y b) que la cuarentena fue tiempo perdido que “hay que recuperar” a como dé lugar. Ante esto la suspensión de clases, que sería para salvaguardar a la comunidad estudiantil sólo en climas extremos, se ve como su contrario, y es atacada y negada por los gobiernos, que en realidad son custodios de la “recuperación económica” de unos pocos en detrimento de miles de niños.
Las familias y docentes tenemos que integrar las comisiones de infraestructura de las cooperadoras para asegurar y controlar las condiciones para los próximos meses y años, porque estos cambios no van a cesar, todo lo contrario, vienen en aumento desde hace décadas.
Y principalmente movilizarnos, llevando nuestros reclamos, en la Marcha Educativa planteada para el próximo 27 de marzo, convocada por Ademys.