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Después de un año de tira y afloje con Hungría y Turquía, la OTAN finalmente consumó la incorporación de Finlandia. Es la culminación de un proceso que data de varias décadas de infiltración del aparato militar finlandés junto a los medios de propaganda. Ya en su momento, Finlandia colaboró con la OTAN en la ocupación de Afganistán. La expansión a Finlandia es la confesión de que al fin y al cabo la expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia tiene el fin explícito y estratégico de ir por esta última y provocar un ´cambio de régimen´. En todos los antecedentes históricos, toda vez que Finlandia conformó una alianza militar (hasta con el III° Reich) fue para hacer la guerra contra Moscú.
El camino de la OTAN para el zarpazo final a Finlandia fue más sinuoso de lo previsto. A lo largo de todo el año, Hungría y Turquía obstaculizaron el proceso de ingreso de los nuevos aplicantes. La primera es señalada por otros países de la OTAN como una quinta columna pro China y putinista, mientras que la segunda hace su propio juego de equilibrio con los rusos en el Medio Oriente. Erdogan estuvo bloqueando el ingreso de Suecia y Finlandia, aduciendo el apoyo de éstos al PKK kurdo y el asilo a varios políticos y activistas kurdos perseguidos por Turquía. Erdogan demanda incluso la extradición de ciudadanos suecos y finlandeses de ascendencia kurda y un cambio en las leyes de estos países para reconocer a las organizaciones prokurdas como terroristas. Este trabajo de chantaje es inseparable de la agresión militar y ocupación de regiones kurdas en Siria desde 2016. Lo que busca Erdogan es luz verde para llevar a fondo la guerra contra el pueblo kurdo, que requiere que los estadounidenses le suelten la mano a las milicias de Rojava. Por otro lado, Erdogan se encuentra en plenas negociaciones con los rusos, iraníes y sirios para ponerle fin a la guerra civil en Siria. Poder bloquear el ingreso de nuevos miembros a la OTAN le daba a Turquía una posición de fuerza para negociar con Putin. Erdogan, confiado en poder ganar las elecciones de este año, adelantó los comicios varios meses. Se debe estar arrepintiendo de ello, ya que el demoledor terremoto de febrero, agravado por las extendidas denuncias de corrupción en torno al incumplimiento de normas de seguridad, puso en crisis sus planes. La oposición pronorteamericana se aglutinó en torno a un candidato único (Kemal Kılıçdaroğlu) que está disputando con Erdogan cabeza a cabeza. En tales condiciones, el presidente turco ya no está para soportar la presión norteamericana. Comenzó primero por moderar sus demandas y luego, finalmente, por dar el brazo a torcer con Finlandia, aunque todavía insista en bloquear a Suecia.
Uno de los propósitos estratégicos de expandir la OTAN hacia Suecia y Finlandia es convertir al Mar Báltico en un “Mare Nostrum” estadounidense, con la posibilidad de bloquear la salida de Rusia a este. Algo similar podría decirse de la expansión de la OTAN a Bulgaria, Rumania y el trabajo en proceso para hacerlo en Georgia y Ucrania (y la obsesión con Crimea): presionar al máximo a Rusia en su acceso al Mar Negro. Estos mares son la ruta de acceso de Rusia al Mediterráneo (y a Europa). La diferencia es que, si los rusos tuviesen que elegir entre el acceso a un mar o al otro, elegirían al último sin dudarlo. Sucede que en los meses de invierno el Mar Báltico se congela y el puerto en San Petersburgo queda cerrado. Es el Mar Negro entonces la última ruta permanente que debe conservar, a como dé lugar.
Un segundo objetivo al agregar a Finlandia es extender la frontera de Rusia con la OTAN. Es congruente con la estrategia de “sobreextender y desbalancear” a Rusia, descrita en un paper de la corporación RAND en 2019 (donde precisamente se proponía usar a Ucrania para presionar militarmente a Rusia). El año pasado, Rusia anunció el inicio de reformas militares en respuesta a la expansión de la OTAN. Se incluye entre estas una expansión significativa de las fuerzas terrestres, con la conversión de varias brigadas en divisiones, la creación de divisiones nuevas y la reactivación de los distritos militares de Moscú y San Petersburgo. O sea, una reversión parcial de las reformas del período 2008-2012 (a su vez producto de la experiencia de la guerra contra Georgia). Traer de nuevo al Distrito Militar de San Petersburgo y aumentar las unidades terrestres destinadas al DM Norte significa que Rusia va a reforzar militarmente la frontera con Finlandia. El incremento de fuerzas rusas en la frontera altera el balance militar con los finlandeses. En otras palabras, a cambio de haber ingresado en la OTAN y haberse convertido en hostiles a Rusia, los finlandeses ahora necesitan que la OTAN estacione de manera semipermanente unidades de combate en la frontera con Rusia. Entre la OTAN y Rusia se incorporan, a través de Finlandia, 1.500 km de frontera.
¿Puede la OTAN defender esta frontera expandida? Actualmente, despliega menos de 8.000 efectivos en los países Bálticos. Los ejércitos europeos son sombras de lo que fueron durante la Guerra Fría. La mayoría de los anuncios del año pasado de enormes incrementos en gasto militar y rearmes no se han materializado en pasos concretos. La excepción a la regla es Polonia, que se encuentra realizando compras masivas de material militar, fundamentalmente estadounidense y surcoreano. Por lo tanto, defender adecuadamente la nueva frontera de la OTAN con Rusia es imposible sin tropas y recursos estadounidenses, que están también demandados por la escalada de la tensión con China. Estados Unidos, además, está atravesando una verdadera crisis de reclutamiento: el año pasado solamente reclutó un 60 % de la cantidad necesaria (Washington Post, 21/4 ). La ampliación de la OTAN y las contradicciones que le plantean a sus miembros –en primer lugar al imperialismo yanqui- refuerza la caracterización del choque entre la OTAN y el régimen putiniano como una guerra de alcance mundial.