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La formación de un frente político con el MST para las PASO del FITU marca un punto final en el desbarranque del aparato oficial del Partido Obrero. El PO (O) ha sellado un acuerdo político especial, dentro del FITU, con el partido que concretó alianzas electorales con Proyecto Sur y Luis Juez, y que batalla sistemáticamente para que el FITU abra sus puertas a los personeros sueltos del centroizquierda (“personalidades e independientes”), completamente ajenos a la clase obrera y al socialismo. Es un acuerdo político especial con el abanderado de la Sociedad Rural, en la mal definida “guerra del campo”. En relación a la guerra, el MST, en nombre de la “autodeterminación de Ucrania”, hace campaña política, monetaria y de reclutamiento a favor de la guerra de la OTAN. El MST ingresó al FIT en el marco de la guerra de aparato de la mayoría de la dirección del PO contra quienes constituirían, enseguida, la Tendencia y luego Política Obrera. El objetivo de este acuerdo político espurio es arrebatar al PTS las candidaturas principales para las elecciones de este año. Una candidatura a presidente y algún cargo parlamentario “vale más que una docena de programas”. Días antes de este acuerdo, el aparato del PO y el MST habían hecho otro acuerdo, con la UTEP de Grabois, con el Evita y con la CCC, injertadas en el aparato del Estado y del gobierno de los Fernández, para voltear a Tolosa Paz, un objetivo en la interna del Frente de Todos.
El aparato del PO defiende este acuerdo con un argumento de lelos: “venimos presentando listas en común en todas las elecciones provinciales”. ‘Mi oportunismo y falta de principios no es de hoy –tengo antecedentes’. El ingreso del MST al FIT, en 2019, tuvo lugar en el marco de la lucha del aparato por expulsar a la Tendencia. El aparato del PO culmina un trabajo político, digamos que largo. No se trata tampoco de “la trayectoria” del MST: este partido reivindica esa trayectoria. O sea que Solano y Pitrola se ha aliado a los pinches de la Sociedad Rural y de las formaciones militares nazis de Ucrania. Tampoco el apoyo a la OTAN es cosa pasada: es un apoyo a la escalada con aviones F-16, con alcance al territorio ruso, y con misiles Patriot. El MST, en este acuerdo, tampoco forma parte de un pelotón más largo que diluye su presencia, no: es la carta maestra del partido que “se planta” para intentar ganar las PASO al PTS.
Los firmantes prometen una “asamblea abierta” donde se discutirá la “estrategia de la izquierda”. O sea que estamos ante dos grupos que dicen no tener una y que esperan encontrarla en una asamblea de 11 de la mañana a las 5 de la tarde. Una asamblea “abierta” sólo podría dar un programa “abierto”, o sea, no a un programa que delimita sino a un menjunje. Como además invita a sumarse, además de “todas las fuerzas del FITU, también a “organizaciones piqueteras, agrupaciones del movimiento obrero y estudiantil”, sería la puerta para la ´izquierda amplia´ que reclama el MST, o los “partidos amplios” de triste memoria.
No parece ser, sin embargo, semejante embuste, lo que ha inquietado a numerosos militantes trotskistas, que se encuentran consternados. Los ha molestado sobremanera los insultos intercambiados entre el aparato en cuestión y el del PTS (el último epíteto de los dirigentes del PO (O) es que el PTS es “racista.”) El frente PO (O)-MST se suma a este escenario liquidacionista. Los militantes consternados del PO oficial tienen la obligación de reexaminar su posición en la crisis y expulsiones de 2019: lo que están viendo es el fruto nefasto de ese trabajo nefasto.
Pero hay algo más importante, si cabe. ¿A qué sirve un frente de izquierda en estas condiciones? Es un virus que enferma. De todas las internas en vista es la más carrerista –un puesto en el aparato del Estado vale más que el programa.
El PO oficial y el MST sostienen que su rol en las organizaciones sociales les otorga el derecho a encabezar el FITU. O sea que las consideran un voto cautivo. Pero ninguna organización social o piquetera tiene un programa, el cual no puede ser confundido con reivindicaciones parciales; el programa es, antes que nada, la expresión de una estrategia, en este caso socialista. Ese programa expresa una conciencia de clase –borra la diferencia entre categorías obreras, entre ocupados y desocupados, entre compañeros y compañeras; es la manifestación de una auténtica independencia política del Estado. Un voto cautivo, en cambio, sin programa, define a una corporación y a un régimen corporativo, no a una corriente política. En nombre de esta perspectiva se han lanzado a liquidar al FITU como frente político-electoral de trabajadores. Los “programas abiertos” son un cheque en blanco para aventureros.
Después de todo esto, el aparato del PO suplica: “todavía estamos a tiempo” de evitar la interna. El voto cautivo luce menos seguro. El acuerdo debería repartir la fórmula presidencial. En ese caso, la catarata de insultos y acusaciones que han poblado los periódicos y las redes de izquierda en estas semanas dejaría paso a un “acuerdo unitario”. Desaparecería la diferencia- entre piqueteros y antipiqueteros, y entre los neokirchneristas, como acusa el oficialismo del PO al PTS, y los agentes de la casta judicial, como denuncia éste a aquél. El texto del PO-MST, reclama que el FIT U no tenga “un carácter meramente electoral”, que es la fórmula encubridora de quienes tienen por sobre todo aspiraciones electorales. Ni en el acuerdo PO MST, ni de parte de sus contrincantes, existe la menor alusión a consignas, tareas o planteos relacionados con la enorme y colosal crisis política y las tareas de la clase obrera.
El derrumbe del FIT U es una consecuencia retardada de la crisis del PO y de la expulsión de la “Tendencia” del Partido Obrero, hace cuatro años. Es lo más instructivo de esta crisis –permite ver sus raíces. Se manifiesta, ante todo, en un oportunismo de carreristas, como el que ha exhibido todo el tiempo el aparato. Desde antes de las expulsiones, el aparato se había adaptado al posibilismo parlamentarista del FIT; “una política es correcta si da resultados”, señaló uno de sus miembros. Se refería a resultados inmediatos, no a resultados históricos. Porque, en realidad, una política es correcta si refuerza la conciencia de clase de los trabajadores. En el FIT U no hay una polémica política sino una pelea de aparatos. Aparatos que han coincidido en votar legislaciones que no son socialistas, o que llamaban a la asistencia escolar bajo lo más crudo de la pandemia, como lo planteaba la derecha de la patronal.
Una lista única, después de todos los agravios propinados, sumaría a la evidencia de falta de principios de los protagonistas. Como acaba de enunciar el comentarista Ignacio Zuleta y lo reafirmó Cristina Kirchner, “cuando los políticos (patronales) más gritan es porque están buscando un acuerdo”.
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