Petroleros: “Si no se firma, no se cobra”

Escribe Juan Ferro

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Con esta frase de Guillermo Pereyra el burócrata que dirige el sindicato de petroleros de Neuquén, pero que también rubricaron los sindicatos de Río Negro, La Pampa y Chubut se ha firmado un acuerdo que también merece el mote de “miserable”.

El acuerdo consiste en que, por 60 días, los obreros petroleros suspendidos percibirán su salario básico cuyo promedio es de 25.250 pesos en la escala inicial, más un plus por zona desfavorable y una vianda de ayuda alimentaria por día, de 604 pesos. El sueldo conformado de un obrero petrolero se encuentra entre los 75.000 y 95.000 pesos. El acuerdo ubica el salario en una cifra cercana a los 37.000 pesos.

Lo más vergonzante de este acuerdo es que fue propuesto por la dirección del gremio antes de ir las reuniones formales con las cámaras empresarias. El planteo de Pereyra fue acceder en todo lo que se refiere al salario. “Las Cámaras empresarias nos dijeron que es la única forma de sostener los puestos de trabajo a la espera de que mejore la situación” (Diario Rio Negro, 15/4).

El acuerdo primero deja en evidencia que la burocracia sindical en distintas paritarias ha dejado un mapa donde el salario básico se ha hundido y el conformado representa casi el 70% de lo cobrado en bruto. Al desaparecer los premios de presentismo y de puntualidad perfecta y los acuerdos de trabajo en el campo de domingos y feriados, la caída del salario en este acuerdo puede ir más allá de 50-60% de los salarios, con el agravante de que esta situación se mantenga varios meses más.

Claro que Guillermo Pereyra recibió un suculento beneficio de este acuerdo, ya que las Cámaras petroleras le entregaran a la obra social 10.000 pesos por cada trabajador petrolero, afiliado o no.

El acuerdo de Pereyra es tan escandaloso que la burocracia de la Federación Petrolera, con fuerte injerencia en Santa Cruz, dirigida por Pedro Milla, no lo firmó. Tampoco el sindicato petrolero de Tierra del fuego ni el de Santa Cruz, dirigido por otro burócrata como Claudio Vidal. Los tres tienen una posición similar a la de la dirección de la UOM, la de aceptar un descuento del 70% del conformado, pero no el acuerdo vergonzoso firmado por Pereyra. Está por verse aún cual será el acuerdo que establecerán con las patronales.

La situación en la industria petrolera en la cuarentena está enmarcada en una caída general de la producción, pero con desigualdades. Hay bajísima producción en los yacimientos, pero en las refinerías se está trabajando a un 60%. Como ha bajado sensiblemente la venta de combustible y se está acumulando un enorme stock de petróleo y gas, las petroleras están alquilando barcos y depósitos para almacenarlo. YPF está pagando cara la desinversión, pues la boya de carga de hidrocarburos de Tierra del Fuego, que podía resolver esta situación, hace más de 8 meses que se encuentra fuera de servicio. Algo similar ocurrirá con el envasado de gas que, aunque es el sector menos afectado, agota su capacidad de almacenamiento.

En toda la industria petrolera está planteado como en ningún otro lado que no haya ningún despido ni ninguna suspensión; es necesario el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. Nadie está en mejores condiciones de pagarlas que estas empresas que se han llevado millones de dólares a costa de la explotación obrera.

La cuestión de la pandemia en el orden mundial alterara definitivamente la situación de los trabajadores petroleros. Las patronales intentarán establecer un brutal ajuste en salarios y condiciones de trabajo, pero no darán salida a la inmensa crisis capitalista del petróleo. Solo los trabajadores están en condiciones de ofrecer un plan de conjunto a la industria petrolera, cuyo punto de partida no es otro que la nacionalización del recurso, sin indemnización alguna a las patronales, bajo control de los trabajadores.

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