Massa busca su candidatura en China

Escribe Jorge Altamira

Las contradicciones explosivas del viaje a Pekín y Shanghái.

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El viaje a China de quien ha sido calificado como un vector de los fondos internacionales es una señal del impasse en que han entrado las negociaciones de Massa con el FMI. Massa pretende que el FMI anticipe desembolsos por 10 mil millones de dólares previstos para agosto y la posibilidad de utilizar unos 4 mil millones para contener la suba del dólar en los mercados paralelos. Esos 10 mil millones de dólares están destinados, sin embargo, para cancelar una cuota del préstamo del FMI contratado por Macri. El adelanto supone que, llegado agosto, Argentina debería pedir una prórroga de ese vencimiento por la imposibilidad de pagarlo; el impasse se potenciaría. Destinar ese 40% de ese momento para operar en el mercado financiero equivaldría a subsidiar una salida de dinero o capitales. Si el FMI aceptó discutir, en principio, este planteo, es para requerir como canje una devaluación considerable del peso en el mercado oficial; cedería dólares, en ese caso, para sostener una nueva cotización del peso y apurar la marcha hacia un mercado único de cambios. Entre los “dólares soja” o “maíz” y los “malbec” y “Qatar”, esa devaluación ha entrado en un ciclo irreversible. Como ella entraña, además, comprar dólares de exportación más caros y venderlos para importar más baratos, desata una emisión de moneda que echa combustible a la inflación.

La larga marcha a Pekín para atenuar al menos este impasse financiero tiene limitaciones insuperables. La más importante de todas es que la garantía de devolución de esos préstamos sigue siendo la devaluación del peso. China o el bloque de los BRICS no es menos capitalista que el Tesoro estadounidense o el FMI. Es precisamente la razón que ha invocado el presidente del Banco Central de Brasil para rechazar la posibilidad de una financiación de exportaciones brasileñas a Argentina, por parte del Banco de Desarrollo vecino. Las usinas de los opositores al gobierno y en especial a Massa informan que China estaría dispuesta a prestar a cambio de la garantía del oro que Argentina tiene depositado en Londres –unos 2.500 millones de dólares. En lugar de aumentar las reservas netas, como dice buscar Massa, esa garantía las convertiría en más negativas de lo que son. En otros continentes, el gobierno de Xi busca imponer, más que garantías metálicas, garantías geopolíticas, como el control de puertos, el monopolio de minerales estratégicos y, como en Djibouti, en el noroeste de África, emplazamientos militares. China ha dado los primeros pasos de un camino clásico, que la llevaría a un estadio imperialista de desarrollo.

De acuerdo a la enviada de Clarín a China, Massa habría anunciado la apertura del comercio e inversiones en yuanes; estas últimas, en la actualidad, se realizan en dólares. El mismo Massa ha firmado proyectos energéticos con la expectativa de atraer unos 924 millones de dólares. La adopción del yuan como divisa para inversiones importaría un cambio en la inserción internacional de Argentina, pero harto limitado. La empresa Power China, por ejemplo, estaría dispuesta a invertir en un proyecto de liquidación del gas en yuanes, para exportarlo a China en esa moneda. Las reservas en yuanes no servirían, sin embargo, para pagar o respaldar una deuda internacional de Argentina, pública y privada, de alrededor de 300 mil millones de dólares. De igual importancia es el hecho de que los contratos de gas, al igual que el resto de las materias primas, se transan en el mercado internacional en dólares, por valores globales mil veces mayores a los contratos de aprovisionamiento.

Clarín informa que, de aquí en más, la moneda china podrá ser usada para todo tipo de operaciones. No solamente las inversiones de China se podrán hacer en yuanes, sino con cualquier otro país. Ya se establecieron mercados especiales para el yuan: transacciones inmediatas y futuras, o sea que el yuan será cotizado en los mercados financieros. Habrá una competencia entre monedas. Las grandes empresas y los bancos de China, sin embargo, cubren los riesgos de sus operaciones en divisas diferentes a la suya, pues la mayor parte de su comercio se realiza con la Unión Europea y Estados Unidos. La desdolarización comercial que ha provocado la crisis de las cadenas de suministros, como consecuencia de la pandemia, de la guerra de la OTAN-Rusia y de las sanciones económicas dictadas por Estados Unidos, ha reforzado a la moneda norteamericana en los mercados financieros. El mercado mundial enfrenta una contradicción monetaria que dará lugar a choques internacionales crecientes entre las potencias principales.

La consideración precedente deja planteado un interrogante interesante. El préstamo que Argentina solicitará a los bancos de los BRICS para reforzar sus reservas internacionales ¿es en yuanes o en dólares? Como seguramente es en dólares, el intento de ‘yuanización’ del comercio es harto limitado. Una acumulación de financiamiento en yuanes sería, por otra parte, explosivo, porque ampliaría el déficit comercial de Argentina con China, que es de cinco a uno a favor de China. Dilma Roussef, la presidenta del Banco, adelantó que el ingreso de Argentina a la institución podría ser aprobado en agosto, pero esto no significa que, eventualmente, el préstamo no quede sujeto a condicionamientos económicos, como ocurre con cualquier banco, y políticos.

Al conflicto que estos amagues plantea con el FMI y Estados Unidos, se añade otro con la burguesía local. Massa ha invitado a empresas chinas a competir por la construcción del segundo tramo del gasoducto NK, que se entendía reservado a Techint. Las negociaciones en China estarían armando, al menos en principio, una crisis generalizada –de un lado con el Fondo y el Tesoro norteamericano, del otro con la patria contratista nativa. A esto habría que agregar el veto de Biden al suministro de litio a Estados Unidos por parte de empresas que no estén conformes a la reciente ley que protege al capital norteamericano en cuanto a subsidios para la industria de energía renovable, y el veto que ha impuesto a Huawei, la tecnológica china, para la instalación del 5G en Argentina. En este cuadro cargado, el gobierno K ha anunciado la derogación de los aranceles de importación que protegen a diversas industrias, por ejemplo, la petroquímica, con el curioso pretexto de combatir la inflación.

La conclusión de todo esto es que el adelanto de 10 mil millones de dólares que Massa ha pedido al FMI no está condicionado solamente a la devaluación del peso sino a la evaluación que Estados Unidos y también Japón, en choque político y militar con China, hagan del resultado del viaje a China; Japón es el segundo accionista del FMI. Están en juego el “plan aguante” de Massa y el gobierno mismo. Los acuerdos anunciados hasta el momento y el rechazo a varios reclamos de asistencia por parte de los negociadores de Argentina, no resuelven ni atenúan la bancarrota financiera e inflacionaria en desarrollo.

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