Israel: la reforma de Netanyahu avanza y agrava la crisis política

La Knesset -el parlamento israelí- aprobó el lunes pasado la primera de una serie de leyes dirigidas a reducir los poderes de la Corte Suprema. La reforma es impulsada por el Likud, el partido del primer ministro Benjamín Netanyahu, y sus socios ultrarreligiosos y filofascistas con los que conforma el gobierno. La votación arrojó el resultado de 64 votos positivos del bloque oficialista. Los 56 ediles de la oposición se retiraron entre gritos contra sus pares. Esto configura una victoria muy estrecha para el gobierno de Netanyahu.

Con esta reforma, Netanyahu podrá volver a nombrar a su aliado clave, el líder del partido Shas, Aryeh Deri, como jefe de los ministerios de Salud e Interior, quien había sido impugnado por la Corte Suprema debido a las múltiples condenas por fraude, soborno y evasión de impuestos en su contra.

Netanyahu persigue allanar el camino a su agenda fascistizante, desmantelando las restricciones ocasionales sobre los asentamientos de los colonos judíos, considerados ilegales incluso bajo la ley israelí. Netanyahu prometió, en reiteradas ocasiones, ir a fondo con la anexión de Cisjordania. Esa es la hoja de ruta que inaugura esta ley. Adicionalmente, la reforma facilitará gambetear la cárcel en las causas por corrupción que lo tienen sindicado.

Tras la aprobación, en una muestra de poder, el ministro de Seguridad abiertamente fascista, Itamar Ben Gvir, aseguró que esto es "solo el comienzo" y que "hay muchas más leyes que debemos aprobar como parte de la reforma judicial”.

La aprobación de la ley desató una crisis política e institucional de envergadura. Desde hace meses que se vienen realizando movilizaciones muy numerosas contra el gobierno, dirigidas por los partidos sionistas de la oposición pero que involucran también a una parte del Ejército y de la pequeño burguesía laica. Comentaristas políticos incluso temen que la contienda pueda convertirse en una guerra civil. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Herzi Alevi, admitió “grietas peligrosas” en la fuerza. Más de 10.000 reservistas del ejército han anunciado que se negarán a servir si el golpe judicial continúa. Por su parte, Washington -el principal sostenedor del Estado israelí- reclamó “consensos políticos”.

El capital financiero también mostró su descontento por la reforma. Algunas calificadoras internacionales han rebajado el puntaje de la deuda israelí, como presión hacia Netanyahu y señal de incertidumbre. Los grandes capitalistas israelíes también se manifestaron. El Foro de Negocios ordenó el cierre de comercios, y las empresas tecnológicas, quizás el principal sector de la economía israelí, se pronunciaron contra la reforma judicial. Los medios más concentrados del país publicaron una página en negro, en señal de luto.

Esta crisis tiene otra pata en la calle. La reforma desde su conocimiento se enfrentó a movilizaciones masivas. Decenas de miles participaron en una marcha de cinco días desde Tel Aviv a Jerusalén para protestar frente a la Knesset. En Tel Aviv, la segunda ciudad más importante de Israel, 100.000 personas acudieron en masa el sábado por la noche para la 29ª semana consecutiva de manifestaciones. En pueblos y ciudades de todo el país hubo mítines políticos y protestas. Las movilizaciones contra la reforma son las más importantes de la historia de Israel. La federación de sindicatos de Israel, Histadrut, anunció que su presidente, Arnon Bar-David, convocó una reunión con la cúpula para discutir la convocatoria de otra huelga general, como ya hicieron en marzo.

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