FITU: “Cría cuervos”

Escribe El Be

Las bases sociales y políticas de una guerra faccional por candidaturas.

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Desde su conformación misma, en 2011, el PTS caracterizó al Frente de Izquierda como un “campo de disputa”. Consecuentemente, lanzó una campaña de diatribas contra Altamira por Twitter a lo largo de toda la campaña electoral de aquel año. Si se examina con cuidado, el planteo era de craso oportunismo, porque pretendía, detrás de una hegemonía organizativa, encubrir una conciliación con partidos que juzgaba centristas y oportunistas. Esto quedó en mayor evidencia cuando inició una campaña por un partido único de toda la izquierda, estructurado en la forma de tendencias permanentes; un paraguas organizativo para una política estructuralmente oportunista. Un frente, sea de la clase obrera o solamente de la izquierda, tiene como principal objetivo desarrollar un campo de unidad de clase contra el capital; las divergencias políticas, incluso irreconciliables, deben ser objeto del debate propio del campo de la izquierda, así como vinculado a los desafíos de la situación política.

Este grosero planteo oportunista convirtió al FIT en un terreno de disputas faccionales. Hoy el PTS denuncia la calificación de “racista” que le propina Vanina Biasi y el aparato del PO, del mismo modo que Pistonesi y D’Atri insultaban a Altamira con expresiones como “misógino” y “machista”. Evidentemente, la tropa de Albamonte ha criado cuervos. Lo que “no tiene retorno”, como ha escrito Pistonesi la semana pasada, no es sólo el aparato del PO sino el FIT-U en su conjunto, y el PTS por supuesto. En estas PASO, el FIT-U ha sobrepasado con creces el marco de una “disputa” para pasar a un terreno de insultos e injurias de todo calibre, en medio de una carísima campaña electoral, que en algunos rubros supera en millones de pesos a la del peronismo, el macrismo y el mileísmo. La raíz del faccionalismo desmedido y delirante es el oportunismo (buscar lo que es posible en cada momento por separado). No hay caso en la historia en que el oportunismo no derivara en el carrerismo político.

Ahora Pistonesi asegura, con una desmemoria fenomenal y un cinismo repetido, que los precandidatos del PTS se niegan a entrar en polémica con el PO “porque consideramos que la tribuna electoral debe tener como eje una agitación de masas para enfrentar al enemigo de clase”. Las cosas no son como las describe Pistonesi, porque las consignas “Levantá la izquierda” y “La salida es por izquierda” no aluden de modo alguno al “enemigo de clase”. La ‘salida’, por otra parte, sólo puede ser revolucionaria, no electoral: lo más importante a dejar en claro en una campaña electoral. Estas elecciones en particular constituyen una tentativa de realineamiento de fuerzas de la burguesía y el imperialismo, para desatar una ofensiva que pretenden final contra la clase obrera. Por el otro lado, la citada Biasi, del partido que se arroga ser el único que ´se planta´ frente al gobierno, acaba de decir en La Nación del domingo pasado que los piquetes podrían dejar de existir si se satisficieran sus demandas. Los piquetes son un instrumento irremplazable de la lucha de clases del proletariado y un factor de preparación para la lucha revolucionaria y el combate a la guerra civil del capital. En lugar de explicar que el piquete nace con el capitalismo mismo, Biasi ofrece su versión de cómo se lo podría suprimir. La gran reivindicación de la Unidad Piquetera es alcanzar el salario para una canasta de alimentos y, por sobre todo, asegurar que las bajas (de quienes encuentran empleo) sean compensadas por altas en beneficio de cada organización social. El FIT-U y sus partidos son una parodia del socialismo.

El PO oficial ha calificado al PTS de “neokirchnerista”. El PTS le adjudicaba al aparato del PO un “frente único con el partido judicial”. Cuando se leen las continuas apelaciones de Solano a “la industrialización” -no a la expropiación del capital-, interpreta que este desarrollismo es afín al mismo neokirchnerismo de su rival. La misma Biasi, que también se valió de Twitter para atacar a Altamira, cuando Altamira era candidato del PO en 2015 (un faccionalismo público interno), se valió como pudo para recurrir al partido judicial para cuestionar la precandidatura de Jorge Macri, en una operación alentada por Lousteau, Yacobitti y Larreta. Hacer la crítica principista a estos dos “titanes en el ring” produce náuseas.

Pistonesi también afirma que el objetivo de sus precandidatos es “sacarle el velo a colectoras como Grabois y agitar la necesidad de organizarse y luchar para derrotar el consenso del ajuste e imponer un programa obrero y popular”. Pero el PTS se ha obstinado en convertir al FIT-U en una múltiple colectora de cuatro de la precandidatura Bregman-Del Caño. Así se interpreta que no haya querido compartir la fórmula a presidente con ninguno de los otros grupos –como lo proponía Izquierda Socialista-. El PTS ha rechazado repartir esa fórmula incluso cuando armó una lista para las PASO con la misma Izquierda Socialista. Los agraviados de hoy no solamente recogen los frutos de su propia cosecha, sino que pretenden convertir al llamado ‘frente revolucionario’ o ‘clasista’, en una colectora más del sistema. Myriam Bregman se queja de ser denunciada como “racista”, pero calificó a Altamira de “casta” en Intratables sin la presencia de Altamira (Luis Zamora repudió la descalificación de Bregman). El lenguaje podrido en el FIT-U se reparte por partes iguales. En 2015 era el PTS el que afirmaba que el PO “no está en las luchas”, lo cual muestra lo limitado de los recursos políticos de ambos bandos. Se referían al conflicto de Lear como “esa larga lucha en la que el PO no tuvo prácticamente incidencia ni participación”. Era una exculpación: el PTS llevó a la derrota a Lear mediante una intervención excluyente de toda otra fuerza política, con el único propósito de acumular videos acerca de su participación en el conflicto.

El PTS sostiene que la catarata de ataques del PO obedece al propósito de “distorsionar groseramente una diferencia estratégica (…)”, que reduce al derecho de formar tendencias en un único movimiento de desocupados, lo cual no parece ninguna clase de diferencia “estratégica”. El PTS se ha declarado enemigo de organizar a los desocupados desde el principio, por eso no participó en el frente único de desocupados, la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados creada en un Congreso en junio de 2001, por la dirección del PO que lideraba Altamira. No se trata de un prejuicio racista, pero sí de otro prejuicio que la burguesía y la burocracia difunden en los sindicatos, contra las masas sin trabajo. Es esta la razón por la que el Programa de Transición de la IV° Internacional pone un énfasis especial en no enfocarse unilateralmente en los sectores superiores del proletariado y sí dirigirse a los “trabajadores más explotados” que carecen de organización. El PTS trató de remediar está política nefasta, corrigiendo de palabra sus planteos y virando hacia el trabajador monotributista, como si este fuera la única expresión de la precarización, y no la clase obrera en su conjunto. La espalda a los desocupados dio paso al carameleo a ‘la juventud’, que convirtió en un nuevo sujeto revolucionario. La pequeña burguesía académica está vacunada contra la dialéctica: siempre va de una proposición a otra, sin poder captar, en este caso, la unidad de los sectores diversos del proletariado bajo la explotación capitalista común. El PTS presenta como marxismo lo que no es más que sociologismo. Por eso disfraza la explotación capitalista en las empresas que regenta en nombre de “la fábrica sin patrones”. O sea, la versión petesiana de la “economía popular” de Grabois.

El aparato del PO ha desnaturalizado la política histórica del Partido Obrero frente a los desocupados, al convertir al Polo en “una organización social” que intermedia planes con el Estado, rivalizando incluso con otras organizaciones sociales (de ahí las peleas por los ‘pases’ de una organización a otra). Esto explica la rápida aceptación del “Potenciar Trabajo” (de nuevo, una variante de la “economía popular”, o del “trabajo sin patrones”, pero todos ellos con un marco jerárquico y el subsidio o financiamiento del Estado). Todas estas variantes describen una emancipación del trabajo sin pasar por la expropiación de los expropiadores.

Todo esto es suficiente para explicar el acercamiento del PO a Grabois y a la UTEP en el último tiempo, al que Belliboni defendió, nada menos que con una cita incomprendida y mutilada de Marx: “un paso adelante del movimiento real", según Belliboni, la unidad con Grabois vale más que una docena de programas”. ¡El acercamiento fue fuertemente festejado por el PTS, quien además se animó a mandar a un grupo de militantes a una manifestación con acampe! Toda esta orientación es una gran agachada frente a la burguesía y su Estado, nada que ver con “plantarse” frente a nadie. El PTS no fija posición frente a la aplicación de las “altas por bajas” de los planes sociales ni de los mecanismos de cooptación del Estado a través de estas prácticas. En síntesis, el PTS se diferencia con el PO actual en base a abstracciones, pero carece de elementos para esbozar una crítica a la orientación concreta que este desenvuelve en el movimiento de desocupados.

El Frente de Izquierda, inmerso en un carnaval de improperios, claramente ha dejado de ser un canal potencial de desarrollo político socialista de la clase obrera. Se ha convertido en un activo tóxico.

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