Escriben Patricia Urones y Brian Murphy
Apuntes sobre el debate. Mirá el video.
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El miércoles 9 Política Obrera llevó a cabo una charla debate cuyo eje principal fue discutir qué salida política debemos darle a la crisis ambiental. De la misma participaron dos reconocidos referentes de la lucha contra los métodos de producción basados en OGM y los agrotóxicos: Cesar Gramaglia y Rafael Lajmanovich. Hubo una amplia concurrencia que mostró avidez por el debate, lo que se reflejó en muchas y variadas preguntas a los disertantes.
La charla recorrió temas estratégicos, como la discusión sobre los métodos de producción en el campo. El paquete tecnológico semilla transgénica-agroquímico, de la mano de la especialización de cultivos, lo que conocemos como monocultivo, ha llevado a la producción agrícola a un círculo vicioso. Esto porque al no rotar adecuadamente cultivos y pasturas y al utilizar la tierra de forma intensiva, la misma pierde nutrientes y materia orgánica. Sólo son repuestos de forma artificial y de manera parcial, aquellos nutrientes que más directamente impactan en el rendimiento: más del 90% del volumen de fertilizantes aplicados corresponde a nitrógeno y fósforo, mientras que las plantas requieren de 48 elementos de la tabla periódica para estar adecuadamente nutridas. Esto, valga la ironía, conduce a una “mala alimentación del suelo”, que redunda en una malnutrición de las plantas y una mayor susceptibilidad al ataque de plagas y enfermedades. A su vez, el aumento exponencial en el uso de herbicidas ha generado la aparición de decenas de especies de malezas resistentes y el uso intensivo de insecticidas y fungicidas también ha redundado en una mayor resistencia de las plagas existentes en cada zona, que hace que la utilización de agroquímicos, tóxicos, se haya multiplicado decenas de veces en las últimas dos décadas. Argentina “goza” del primer puesto a nivel mundial en utilización de agrotóxicos per cápita, siendo la peor zona la llamada “zona núcleo” o la pampa central.
El otro punto nodal fue la incidencia de esta monstruosa utilización de agrotóxicos en la salud de la población. A pesar de que la conciencia de la peligrosidad de los agrotóxicos para la salud tomó un nuevo impulso este verano con la publicación del trabajo de investigación hecho por Lajmanovich, que reveló la contaminación con agrotóxicos en peces del río Salado, y por la reciente censura llevada a cabo por el INTA a la Doctora Aparicio, los estudios modélicos hechos sobre anfibios nos permiten proyectar la gravedad de la situación para los seres humanos. A pesar de que las investigaciones en este campo ya llevan más de 20 años -tenemos el conocido caso del bloqueo del ascenso del Dr. Carrasco, en el Conicet, en 2009, por investigar la incidencia de agrotóxicos en los embriones de anfibios- ninguno de los poderes del estado ha actuado en pos de avanzar en un verdadero relevamiento de la salud de la población de los pueblos fumigados, ni del resto de la población de la región. Los agrotóxicos han sido encontrados en la leche de las vacas en Córdoba, y se sabe que, por medio del ciclo natural del agua, han llegado a las napas.
La audiencia se mostró muy interesada por los temas recorridos y las preguntas e intervenciones mostraban un gran descontento por la inacción del estado frente a la seriedad y gravedad del asunto. Desde Política Obrera nos esforzamos en mostrar la función complementaria del estado para con los intereses capitalistas. Esto no solo es así con los intereses del agronegocio, al que ha incentivado especialmente por medio de los permisos de utilización de semillas transgénicas, las autorizaciones a la utilización de herbicidas tóxicos para la salud o los grandes incentivos al campo que en los últimos dos años tuvieron el nombre de “dólar soja”, por dar solo un ejemplo. También lo es con los intereses mineros y petroleros o inmobiliarios. La omisión en algunos casos, la represión o la maniobra, cuando se trata de enfrentar resistencias a proyectos productivos contaminantes, se explica porque el estado es el escribano del capital. En Argentina se presenta el agravante de que, con crisis de deudas sucesivas y, hoy en virtual default, el estado ha dado vía libre a todos estos emprendimientos en el entendimiento de que esto traerá divisas para pagar los abultados intereses de deuda. Si la voracidad del capital y la connivencia del Estado se presentan como una inercia reaccionaria y negativa, solo la resistencia de la clase obrera y de las mayorías explotadas organizadas puede actuar como un factor de resistencia positivo para el desarrollo sustentable de la sociedad. En este punto, defendemos el derecho de veto de las comunidades afectadas a cualquier emprendimiento contaminante existente o que pretenda instalarse.
De otro lado, denunciamos que la lógica sobre la cual se monta la producción en el régimen social capitalista es el lucro y no la salud del medio ambiente y de la población y que la organización mundial que le es propia, que son estados que compiten entre sí, atenta contra una verdadera cooperación. Esto es lo que explica que las organizaciones de la ONU que surgieron con el objetivo de montar una cooperación mundial para combatir la crisis ambiental no solo hayan fracasado en sus objetivos, sino que ni siquiera hayan logrado una colaboración. La COP 28 se encamina a un nuevo fracaso por los enfrentamientos que la guerra entre la OTAN y Rusia (que se extenderá a China) están exacerbando. En la charla quedó bastante claro que, en el incentivo y desarrollo de la libre ciencia, están todos los elementos para diseñar métodos alternativos que no dañen la tierra, ni el agua, ni a las personas, sosteniendo los niveles de producción. Una verdadera dirección política de la sociedad que pretenda garantizar la sustentabilidad de la producción se orientaría a una revolución constante del conocimiento, que no se case con ningún método en especial y que busque siempre la superación del método productivo anterior en pos de la salud del medio ambiente y de la humanidad. La falta de presupuesto e infraestructura necesarios para estos desarrollos está directamente relacionada a la presión que ejercen los monopolios de las grandes semilleras y productoras de agroquímicos, ligadas al capital agrario y al capital financiero internacional. Son estos mismos intereses los que boicotean un verdadero desarrollo científico libre que tenga como norte el desarrollo del conocimiento sobre los métodos productivos más limpios. En el caso de la emergencia que plantea la contaminación con agrotóxicos, son también los que han bloqueado, por medio del estado, las investigaciones que han puesto luz sobre los problemas de salud de la población. En este punto hemos planteado la necesidad de luchar por la más absoluta libertad de ciencia y por la multiplicación del presupuesto para la misma. En resumen, hemos concluido en la necesidad de reforzar todas las organizaciones sociales, sindicales y políticas de los trabajadores, de los pueblos originarios, de los pequeños productores y del conjunto de las comunidades afectadas por los emprendimientos productivos contaminantes, con total independencia del estado y cuya única incondicionalidad sea la salud de la población y del medio ambiente. A la mayoría de los que estábamos presentes, dos horas de conversación nos parecieron pocas para la cantidad de cuestiones que, dentro del mismo tema, quedaban por charlar, así que quedó de manifiesto el deseo de proseguir con el debate. ¡Adelante!
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