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Cuba: a 90 años de la revolución de 1933

Escribe Norberto Malaj

Tiempo de lectura: 13 minutos

La revolución de 1959 en la mayor de las Antillas sólo puede ser comprendida partiendo de la que le precedió, 26 años antes. Hay una continuidad histórica insoslayable. El móvil de ambas revoluciones fue el derrocamiento de las respectivas dictaduras –Gerardo Machado y Fulgencio Batista. En ambos casos, el propósito inmediato derivó en una radicalización política y social.

Entre 1931/4 Cuba vivió un proceso revolucionario, cuyo pico se alcanzó en 1933. En las circunstancias de la crisis que se abrió tras el derrumbe del régimen dictatorial de Machado, una fracción radical de la pequeñoburguesía, dirigida por Antonio Guiteras, se hizo del poder: surge así el gobierno “de los 100 días”. La acción de los revolucionarios del M26 Julio, en 1953/9, primero con el asalto al Moncada y el posterior ascenso a la Sierra Maestra, fue una virtual copia del plan general de la Unión Revolucionaria de Antonio Guiteras, 20 años antes. Guiteras había planificado el primer asalto al Moncada para el 29 de abril de 1932 –impedido por una delación.

Un nacionalismo revolucionario

La Cuba del primer lustro de la tercera década del siglo XX era, en términos capitalistas, una nación mucho más desarrollada que la mayoría de las naciones del Caribe, incluido México. Estrechamente ligado a lo anterior, en Cuba se hace presente un poderoso movimiento obrero.

Guiteras en Cuba, como Sandino en Nicaragua, tenían como horizonte el combate antiimperialista. Ambas naciones estaban bajo el yugo norteamericano. Cuba sometida a la famosa “enmienda Platt”, que, impuesta por la intervención norteamericana en la guerra de Cuba contra la dominación de España, otorga a Estados Unidos el derecho constitucional de intervención en la Isla.

La revolución de 1933 en Cuba, como todos los procesos revolucionarios de este período, es fruto del estallido de la crisis mundial de fines de los años 20. En un breve período desde la ´independencia´ de Cuba los yanquis logran monopolizar casi por completo la tierra arable de Cuba. Al momento de la revolución el 83% de las tierras productivas están en sus manos, igual que la industria azucarera.

La producción de azúcar se duplica cada 10 años, antes de la crisis de 1929. La depresión económica es catastrófica: 30 ingenios dejan de funcionar, la zafra se reduce a 20 días cuando antes duraba meses. En 1933, la estiba de 100 arrobas de caña se paga 25 centavos, la cuarta parte de 10 años antes. En medio de esta crisis se funda la Federación nacional de los trabajadores de ingenios y obreros de cañaverales (SNOIA). Se unifica todo el movimiento obrero de la actividad, desde la zafra a la industria molinera. El SNOIA pasa a ser la columna vertebral del movimiento obrero y junto a los sindicatos del transporte, por un lado; y el movimiento estudiantil, por el otro, operan como punta de lanza contra el machadato.

La burguesía temerosa de la iniciativa popular se divide: una porción mayoritaria busca en la embajada yanki el desplazamiento de Machado. Contra esto se va a levantar un sector de la pequeñoburguesía antiimperialista. Antonio Guiteras –un ex lider estudiantil es su dirigente. Un sector minoritario de la burguesía reivindica, en cambio la anexión a Estados Unidos, como ocurrirá con Puerto Rico. La intervención de Estados Unidos en el Caribe y en Centroamérica, a finales del siglo XIX, marca el nacimiento del imperialismo norteamericano. Muchos historiadores ubican ese bautismo en la guerra contra México, 80 años antes, y el arrebatamiento de la mitad de su territorio.

Derrumbe del ´machadato´

Durante todo 1931 y 1932 se suceden grandes huelgas en Cuba. A fines de julio de 1933 se desata una huelga del transporte en La Habana que deriva, en pocos días, en una huelga general; primero en esa ciudad, luego en todo el país. Se pasa en pocos días de las reivindicaciones económicas a las políticas (en primer lugar, se reclama la cabeza de Machado). La huelga, según la historiografía cubana, es la más importante de la historia del país.

Machado cede ante los reclamos de la Central Obrera Nacional (CNOC), bajo dirección del partido comunista. Ambos llaman a levantar la huelga. El movimiento obrero en masa se subleva contra lo que califica de “traición”. La huelga continúa con más fuerza. Destaca en este plano la determinación de la Federación Obrera de La Habana bajo dirección de los trotskistas. Lo mismo ocurre en varias localidades. El PC pierde en varios distritos a su militancia —en muchos casos a favor de Comités de Huelga impulsados por los trotskistas (en particular, en la provincia azucarera por excelencia, Guantánamo).

Es entonces que la burguesía, con la mediación del embajador yanqui, Summer Welles, desplaza a Machado en caliente. Recién a mediados de agosto de 1933 se logra, con aquella mediación, conformar un gobierno de “unidad” bajo el liderazgo de Carlos Manuel de Céspedes, hijo de un general homónimo, héroe de la primera guerra de independencia. A este gobierno se suma mayormente la burguesía ´mediacionista´, pero también un ala más radical, representada en Eduardo J.Chivas. No así el dirigente de Unidad Revolucionaria, Antonio Guiteras.

En este cuadro se produce una sublevación en el ejército que encabeza un sargento: Fulgencio Batista. Éste y una legión de suboficiales descabezan al cuerpo de oficiales, pero no confraternizan con el movimiento obrero y estudiantil. Al contrario, erigen a Batista en “coronel” y jefe del estado mayor de las FF.AA.

En estas condiciones se forma un nuevo gobierno que incluirá al combativo Antonio Guiteras, bajo la presidencia de otro ex dirigente estudiantil que había regresado del exilio: Grau San Martín. Los historiadores han revelado que Grau había acordado secretamente con el embajador Summer Welles y Batista. Uno y otro conspirarán abiertamente contra el mismo gobierno que pergeñan, que se muestra impotente ante la insurgencia obrera y, simultáneamente, no puede frenar las medidas radicales que adopta su ala más intransigente (Guiteras). Batista logra afianzarse en el control de las FF.AA. y reprime por órdenes de Grau varias huelgas.

El gobierno bajo la impronta de Guiteras –que ocupa la secretaría de Gobernación, una especie de primer ministro- sanciona un programa de reivindicaciones de carácter democrático sin precedentes para la época. Por esto mismo, dicho gobierno apenas se mantendrá en el poder alrededor de 100 días. Más que un derrocamiento, igual que muchas otras veces en América Latina, el gobierno nacionalista se desintegra: la mayoría del gabinete de Grau busca desplazar a Guiteras y conspira por la caída del gobierno –incluido Grau.

El programa de la Unión Revolucionaria del joven Guiteras, como el del primer Fidel Castro en 1953/8, no iba más lejos de un conjunto de reformas sociales. El sujeto transformador para Guiteras es la juventud, sin distinciones de clase. Repetía así preceptos de toda una serie de fenómenos de la época, en particular del movimiento de la “reforma universitaria” de 1918, que recorrió a toda América Latina.

En el curso de los primeros 30 días de gobierno, Guiteras impone la convocatoria a una Asamblea Constituyente por sufragio universal. Se disuelve el cuerpo de la Policía Secreta Nacional y se crea la Secretaría de Trabajo. Se sancionan simultáneamente una nueva ley de accidentes de trabajo, que extiende una cantidad de beneficios sociales, incluida la indemnización por enfermedades. Se impone a la banca una tasa máxima de interés sobre los préstamos (12% anual); una rebaja de las tarifas de luz y gas (afecta a monopolios yanquis que controlan esos servicios) y se regula el jornal de los trabajadores cañeros. Días antes de caer, el gobierno sanciona la universalización del voto. Cuba es uno de los primeros países de América Latina que concede el voto a la mujer. Se sanciona la Autonomía Universitaria. En el gobierno se suceden choques entre Guiteras y los mandos de las FF.AA.

El golpe de gracia contra Guiteras llega cuando éste ataca intereses norteamericanos: primero un intento de regular la zafra de 1934; luego cuando sanciona la suspensión provisoria del pago de la deuda al Chase National Bank y por último cuando decreta la intervención de la Compañía Cubana de Electricidad. Ese mismo día, el 14 de enero de 1934, cae el gobierno.

Stalinismo y trotskismo

Si bien el gobierno “de los 100 días” cae por una asonada cívico-militar, ésta no logra frenar inmediatamente la ola revolucionaria. El nuevo gobierno da marcha atrás con la convocatoria a la Asamblea Constituyente, pero no puede torcer varias medidas (sufragio universal femenino, etc.).

Toda una serie de historiadores afines al castrismo (y otros incluso al trotskismo) consideran que el período revolucionario iniciado en 1930 no acaba con el golpe de enero de 1934. Se apoyan en el hecho que ni el movimiento sindical, ni el PC, son ilegalizados. Lo cierto es que hasta marzo de 1935 se suceden varias huelgas -entre ellas tres generales- que en su mayoría resultan derrotadas. La última huelga general (de marzo de 1935) es un estrepitoso fracaso y precipita la entrada del movimiento obrero en una depresión. El gobierno contrarrevolucionario aprueba la pena de muerte y la cadena perpetua para quienes afecten la zafra.

La historiografía cubana posterior a 1959 ha silenciado la conducta del viejo PCC/PSU en la revolución de 1933. La experiencia del stalinismo cubano es la matriz que se impondrá en todos los procesos revolucionarios posteriores en toda Latinoamérica.

El PC cubano después de 1934, encubrió tras una postura ultraizquierdista su capitulación ante el nuevo gobierno de Carlos Mendieta, que asume en enero de 1934. Guiteras pasa a la clandestinidad tras el golpe, mientras el PC no es molestado. La figura de Guiteras alcanza a partir de entonces una aureola sólo superada por la que Fidel y el Che tras la victoria de 1959. Días antes de la huelga general de mediados de marzo (1935) Guiteras denuncia en una carta la imprudencia de “precipitarse (en) un movimiento de huelga general, condenado al fracaso” (16/3/35) —una crítica implícita al PCC.

Guiteras cae asesinado poco después tras un putsch fallido (mayo de 1935). Antes había fundado La Joven Cuba (LJC) que atrae a lo mejor de la juventud estudiosa del país y a importantes sectores del movimiento obrero.

En 1932 Sandalio Junco, un dirigente obrero del partido comunista, había chocado con el stalinismo en la Federación Obrera de La Habana. Sus principales dirigentes habían sido soporte decisivo de la fundación de la Central Nacional de Obreros Cubanos (CNOC) por el PCC. La mayoría de esos dirigentes se suman a la Oposición de Izquierda trotskista – entonces Organización Comunista Internacional (OCI).

El nombre de Sandalio Junco junto al jamaiquino y también trotskista C. L. R. James, se encuentra entre los grandes líderes negros de la historia latinoamericana.

El PC cubano, más tarde PSU, silenció siempre desde 1934 el enorme desarrollo que tuvo el trotskismo cubano, en particular en el ciclo excepcional del movimiento huelguístico-insurreccional de 1933. El desarrollo del trotskismo en ese primer lustro de la década del ´30 sobresale sobre cualquier otra experiencia en América Latina. El trotskismo cubano se nutrió de hombres muy destacados. Entre ellos, las del joven poeta, Juan Ramón Breá, quien como miembro del Directorio Estudiantil Revolucionario -integrado en 1931 también por Guiteras y Chivas- es autor de un famoso “Manifiesto de los estudiantes universitarios al pueblo de Cuba”. Breá será partícipe del núcleo fundador de la OCI; obligado a emigrar años después participa de la guerra civil española en las filas del POUM.

A diferencia del trotskismo, el PCC dio la espalda a todo el proceso de la huelga-insurreccional de 1933. La dirección del PC considera que el movimiento huelguístico “no había madurado”. En agosto de 1933, bien avanzado el proceso huelguístico, acepta reunirse con Machado sin fijar ninguna condición. Tras esa reunión asume el compromiso de levantar la huelga; lo que no puede cumplir. El PC es la dirección ´formal´ de la central sindical nacional, pero ésta es ampliamente superada por la fuerza del movimiento. Entre el 7 y el 9 de agosto, Martínez Villena, destacado dirigente del PCC, recomienda al Comité Central que llame a “volver al trabajo paulatinamente”. El Buró del Caribe de la Internacional Comunista (IC) envía un telegrama al CC en el mismo sentido.

Una historiadora cubana, Angelina Blanquier, sostiene que la FOH ´trotskista´ llamaba a la insurrección de forma “oportunista”. Un subterfugio para ocultar que el PCC se oponía a derrocar al machadato. El 11 de agosto Machado cae arrollado por la marea de la huelga general.

Lionel Soto, un dirigente sindical del PCC, 25 años después, cuando integra el primer gobierno de Fidel, justificará la conducta del PCC/PSU con el remanido “era mejor combatir a un Machado debilitado que a un gobierno de derechas ´burgués latifundista´”. El viejo cuento que se repetirá por estos lares en 1976/9.

La Federación Obrera de La Habana (FOH) dirigida por los trotskistas avanzaba raudamente en la provincia azucarera de Guantánamo. La OCI concentró allí a varios cientos de militantes y según el historiador Rafael Soler agrupa a más de 40 mil azucareros armados con palos y machetes en la huelga de agosto. Según un informe del propio PCC éste perdió todas sus fuerzas en Guantánamo y los trotskistas se pusieron a la cabeza del Comité de Huelga. Según el informe del PCC de Guantánamo los trotskistas se colocaron al frente del Comité de Huelga y fueron dirigentes de la huelga en toda la provincia.

El 17 de agosto los trotskistas, que hasta entonces se reconocían sólo como fracción del PCC, aparecen bajo su nuevo nombre: partido Bolchevique-Leninista (PBL). Su primer manifiesto, ese día, denuncia públicamente un ataque de la dirección del PCC y de la CNOC contra el local de la FOH, donde asesinan a varios obreros. Según el PBL, el 8 de agosto, dirigentes de la CNOC, que responden al PCC, habían subido al Palacio de Gobierno, donde habían recibido fuertes sumas de dinero para frenar la huelga general.

El stalinismo ordena a los dirigentes de los ingenios que dirige, se abstengan de permitir el ingreso de los dirigentes de la FOH. “El 27 de agosto hampones pagados por la directiva del PC y de la CNOC atacan a tiros a los obreros reunidos en el local de la FOH, asesinándolos con las mismas armas que usaban los porristas de la Habana en días de Machado” (de la declaración del PBL, sección Puerto Padre, “Al pueblo de Cuba en general y a los trabajadores en particular”).

Para entonces la inmensa mayoría de los ingenios de toda Cuba se encuentran ocupados por sus trabajadores. Historiadores que rompieron el silencio castrista sobre esos hechos, sostienen que, a pesar de la inexistencia de documentos, el Buró del Caribe habría sugerido finalmente al PCC acompañar al movimiento de creación de soviets. Villena, sin embargo, se habría negado pues “no era una medida bastante eficaz si no se tiene el poder, era mejor rodear, piquetear las empresas que tomarlas”. La consigna de los soviets bajo la tutela del stalinismo será característica del llamado “tercer período” de la Internacional stalinizada, que caracteriza la inminencia de la revolución y de combatir por sobre todo a la socialdemocracia reformista.

Mucho más tarde, en enero de 1934, el PCC hace un amago de rectificación. El PBL denuncia que “después de (su) traición el PC oficial, trató de buscar reivindicarse lanzando inopinadamente la consigna de la toma del poder”. Por supuesto a destiempo. El PCC, simultáneamente, desarrollaba una línea ultraizquierdista de poner en pie “sindicatos rojos”.

Iniciado el gobierno Grau-Guiteras llegan a la Habana, el 27 de septiembre, las cenizas de Juan Antonio Mella, el dirigente revolucionario expulsado del partido comunista por la burocracia staliniana. El PCC organiza un acto que culmina en una provocación donde mueren 30 trabajadores. Nunca se aclaró si fue fruto de una iniciativa de las fuerzas de Batista o si el PCC lanzó el acto a fin de facilitar esa matanza. El 29 de septiembre Sandalio Junco, por la FOH, denuncia que el PCC “no puede, en rigor hablar de Mella como líder del movimiento revolucionario porque en México (donde se exilió por la persecución de Machado, NM) le vilipendiaron y en Cuba lo expulsaron. Mella expulsado, combatido por los mismos que ahora tratan de deificarlo.

Los trotskistas desarrollan en todo este período una labor de organización sindical y política ejemplar. Desde el Sindicato de Comercio de Cuba (SGECC) que dirigen, impulsarán una revista teórico-política, Cultura Proletaria, donde desarrollan polémicas y debates sobre problemas nacionales e internacionales. En julio de 1934 el ejército de Batista allana el local del SGECC e impide la salida de la revista.

La “cuestión negra”

En pocos países del mundo el movimiento obrero tenía una integración multiracial como en Cuba: en el movimiento sindical no se discriminaba en absoluto a los trabajadores de color. Los trabajadores negros en EE.UU., en inferioridad de condiciones, eran obligados a poner en pie organizaciones diferenciadas. En Cuba, a pesar de la desigualdad que golpeaba a los negros, la integración de estos fue completa en el movimiento sindical y, relativamente también, en la vida política desde inicios del siglo XX.

El PCC, sin embargo, defendió durante todos los años ´30 la peregrina teoría de la autonomía nacional de los negros en el Oriente; o sea que se escindieran de Cuba y fundaran otra república en el extremo de la isla. Es lo que antes había planteado el ítaloargentino Victorio Codovilla, en la Conferencia sudamericana de 1929. Disparate parecido plantearán los stalinistas de EE.UU. El ya mencionado dirigente sindical negro, Sandalio Junco, fue un acérrimo crítico: reivindicará un principio de clase y no étnico en la lucha contra el racismo; y defiende la unidad de la nación cubana.

Conclusiones

Aún derrotada, la revolución de 1933 sus consecuencias fueron duraderas. La cuestión nacional y la lucha contra el imperialismo pasaron desde entonces a un primer plano. Con el golpe de enero de 1934 se reordena toda la política patronal. Desde entonces la burguesía está obligada a un lavado de cara ´nacionalista´. Los partidos anteriores a 1933 desaparecen y Cuba girará desde 1934 en torno a dos grandes fuerzas. Por un lado, el partido “auténtico” que crea el caído Grau San Martín y, más tarde (1947) el partido “ortodoxo” que se desprende del anterior (al que acusa de corrupto) y dirigirá el ya mencionado Chivas. El M26J de Fidel nace en 1952/3 a partir de un grupo de jóvenes “ortodoxos”, tras el suicidio de Chivas en agosto de 1952.

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