La ley ómnibus y el ataque a los artistas y trabajadores de la cultura

Escribe Anahí Rodríguez

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La ley ómnibus que impulsa el gobierno de Milei afecta directamente a los organismos de financiamiento y promoción de las actividades artísticas y culturales. Por un lado, plantea la derogación de la Ley Nacional del Teatro y de la ley de no demolición de salas. De consumarse estas disposiciones, desaparecería el Instituto Nacional del Teatro (INT), un organismo que surgió de la lucha del teatro independiente en 1997. Con su cierre, además de acabar con subsidios para el fomento de las actividades teatrales y el apoyo al sostenimiento de salas y centros culturales independientes, quedarían sin puestos de trabajo muchos técnicos y trabajadores relacionados a las producciones teatrales.

Otro ataque que consuma la propuesta es la derogación de varios artículos de la ley 23.351 que protege a las bibliotecas populares. Se eliminaría el Fondo Especial para bibliotecas que afectaría el funcionamiento de más 1.500 bibliotecas populares en todo el país. Plantea también el cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA), organismo que financia proyectos artísticos de las distintas disciplinas que se consideran de interés cultural y social, y el desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y del Instituto Nacional de la Música (INAMU). Propone derogar la ley 25.542, que fija un precio uniforme de venta para los libros, con el propósito de garantizar la bibliodiversidad y proteger a las librerías independientes frente a las grandes cadenas.

Como puede observarse, este paquete de reformas en el ámbito del arte y la cultura pretende atacar las producciones y espacios independientes, alentar su privatización y que cobren mayor preeminencia las grandes industrias culturales.

La respuesta de los artistas y trabajadores del arte y la cultura no se hizo esperar. Entre navidad y los primeros días de enero a lo largo y ancho del país comenzaron a organizarse asambleas autoconvocadas para organizar acciones de lucha. En algunos casos se organizaron asambleas en las plazas centrales como en Santiago del Estero, Salta y Jujuy. En otras provincias como en Catamarca, a raíz de una convocatoria que impulsó el Centro de Estudiantes del ISAC (Instituto Superior de Arte y Comunicación) se puse en pie una Coordinadora de Trabajadores del Arte y la Cultura de Catamarca que está preparando un acto festival contra el DNU y la Ley Ómnibus para el 23 de enero. El 2 de enero se llevó adelante una importante marcha en Gualeguachú y en otras ciudades. En Chaco, el 3 de enero, se realizó un ruidazo cultural de un Frente de Artistas y Trabajadores de la Cultura. En CABA, se concretó una asamblea que reunió a 3.000 personas de diferentes áreas de la cultura y una de las tantas resoluciones votadas fue impulsar el 10 de enero en todo el país cacerolazos culturales. En Tucumán, a raíz de una iniciativa de teatristas, se convocó a una asamblea que reunió a 300 personas de diferentes ramas artísticas, que resolvió convocar el 10 y organizar la participación en el paro del 24.

Indudablemente en las asambleas convergen diferentes posiciones, desde los sectores más vinculados al Kirchnerismo que plantean la salida parlamentaria, es decir “abrir el diálogo” para pedirles a los diputados de los diferentes bloques que rechacen la ley ómnibus. El FIT-U, por su parte, pone el foco en la participación en la marcha y paro de la CGT del 24 de enero. El seguidismo a la burocracia sindical lleva a un callejón sin salida en tanto genera expectativas en que puede ser la burocracia la que se ponga a la cabeza de un plan de lucha.

Indudablemente el proceso de autoconovatorias se va a ir extendiendo, y será necesario poder intervenir dando el debate para desarrollar un movimiento independiente de lucha que tenga como perspectiva coordinar con otros sectores de trabajadoras una lucha de conjunto. Debemos preparar una huelga general para tirar abajo el DNU, la ley ómnibus, el protocolo represivo y las medidas de ajuste contra los trabajadores.

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