La burocracia de la CGT sacrificó el paro nacional por un acto sin sindicatos industriales y un discurso vacío de contenido

Escribe Jacyn

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El acto convocado por la CGT en Congreso reunió, en una primera estimación, más de 200.000 personas. El grado de cumplimiento de la huelga no fue informado todavía; mucho menos el nivel de movilización de los trabajadores que abandonaron las tareas al mediodía. Las seccionales de la UOM en la zona norte del conubarno no habilitaron medios para la concurrencia a la concentración. Las patronales no ejercieron, en general, una acción persecutoria contra el paro; la mayor parte de ellas saluda la colaboración de los sindicatos en las paritarias, que ha llevado en menos de una década a una desvalorización de los salarios del 40 al 50 por ciento. En la concentración se advirtió la presencia menor de los sindicatos industriales en relación a otras ramas gremiales y las organizaciones sociales. Hubo una gran concurrencia por fuera de las "estructuras sindicales", que ocupó la Avenida de Mayo. El paro pasó inadvertido en la calle, donde los supermercados funcionaron a pleno, hasta el comienzo de la tarde, cuando se empezó a sentir con anticipación la ausencia del transporte prevista a partir de las 18/19 horas.

Se puso de manifiesto el boicot de la CGT a la huelga. No convocó a una sola asamblea ni dispuso de micros en las puertas de las grandes fábricas y sedes de los sindicatos, salvo excepciones; mucho menos, organizó piquetes. La salvación de la Patria –la consigna del acto fue “La Patria no se vende”- no mereció la declaración de una huelga total de advertencia, a ser seguida por una huelga hasta el retiro del DNU y el proyecto Ómnibus. La burocracia sindical volvió a enmarcar su acción en la colaboración de clases interna contra el gorilaje gringo, cuando ni una sola entidad empresaria nacional -mucho menos las PyMEs- faltó al apoyo total al golpe de Estado económico del gobierno. Cuando la marcha aún no se había desconcentrado se informó que el caudillo de tierra adentro, gobernador de Tucumán, el peronista Osvaldo Jaldo, firmaba el dictamen del bloque de Milei. Juan Manzur, de la casta norteña, es uno de los principales lobbistas de la medicina prepaga y los laboratorios

El escenario del acto reflejó el divorcio de la burocracia sindical de los trabajadores. La tribuna, de espaldas al Congreso, estuvo rodeada por un enorme vallado. En las primeras filas se apostaron desde temprano las barras de camioneros, UOCRA, UPCN y SMATA, para "asegurar" el palco y evitar "desbordes" como aquel del atril ocurrido en 2017, bajo el gobierno de Macri.

Durante la larga espera -a las 11 ya estaba ocupada buena parte de la Plaza- los locutores pedían por los parlantes que los manifestantes despejaran la parte de la avenida Entre Ríos, que linda con Rivadavia, para “no darle motivos” a Bullrich para aplicar su protocolo represivo. La organización del acto había sido acordada con el Ministerio de Seguridad y la policía porteña en esos términos. Finalmente, el corte de calle se hizo inevitable por la masividad de la concurrencia. Los locutores, por otra parte, insistentemente apuntaban que el motivo de la movilización era llamar a los legisladores a la reflexión y defender “los derechos”. Esta orientación fue ratificada en el documento que se leyó pasadas las 14 y también por los dos oradores de fondo, Pablo Moyano y Héctor Daer. El tercer triunviro, Carlos Acuña, representante del "barrionuevismo" en la cúpula de la CGT, no asomó. Su jefe político, se sabe, apoya al gobierno. El funcionamiento de la gastronomía y los comercios desdibujaron la huelga ante gran parte de la opinión pública y desarmaron sindical y políticamente a los trabajadores de las grandes superficies.

El documento oficial de la cúpula cegetista expresó su política. Allí señala que “no se pueden imponer cambios de semejante envergadura y de tan variada temática en plazos perentorios”; otro cantar sería aplicarlo con el programa "Ahora 12". “Las sociedades, reza el texto, se transforman con diálogo y consenso”. Convoca a los diputados a “honrar el mandato político recibido y defender con su voto la división republicana de los poderes y la Constitución Nacional”. Pero el régimen de decretos de necesidad y urgencia se encuentra en la Constitución, a requerimiento de dos figuras señeras del medio pelo capitalista: Menem y Alfonsín, que precedieron la reforma de la Constitución por medio del repudiado Pacto de Olivos.

“Es necesario reemplazar la grieta por la unidad nacional”, concluye el documento, o sea. la unidad con la misma tropa que posee la mayor parte de la deuda pública y que milita la destrucción del derecho laboral desde la última dictadura militar. La CGT no tiene la menor disposición a llevar a fondo la lucha contra el DNU y la ley ómnibus, sino que aboga por la derrota de los trabajaddores por medio del "consenso" y el acuerdo parlamentario. Pero esto, especialmente, está agotado y en demolición, porque apenas concluido el acto los medios informaban de la postergación para la semana que viene de la sesión prevista para mañana, por las diferencias en torno al "paquete económico" y a las medidas políticas (DNU y delegación de poderes). Asimismo, también se conocía la fractura del bloque de UxP y el salto de los diputados que responden al gobernador tucumano Jaldo al campo "dialoguista". Dos senadores de esta fracción darán a la procesista Villarruel una mayoría en la Cámara alta.

En cuanto a la "columna independiente", patrocinada por el FIT-U, la asistencia fue aportada mayoritariamente por el Polo Obrero oficial y otras organizaciones sociales. Marcharon detrás del reclamo de “un plan de lucha” a la CGT de la “unidad nacional”. Hubo expresiones de los movimientos culturales y asambleas barriales. Sobre el final del acto, por los parlantes la mención a “la izquierda” suscitó aplausos, en la línea del kircherismo de promover un frente popular. En los intercambios de nuestra columna con los presentes, la consigna de huelga general fue apreciada como el corolario de toda la situación que enfrenta la clase obrera

La columna militante de nuestro partido, Política Obrera, agitó, hasta la desconcentración, la consigna de huelga general.

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