Escribe Pablo Busch
Cómo enfrentamos el rumbo privatizador del gobierno.
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Finalmente, ayer se llegó a un acuerdo en la paritaria de los aeronáuticos y el paro de 48 horas anunciado para el fin de semana largo de Semana Santa se levantó.
Los Sindicatos Aeronáuticos Unidos -APA, APLA, APTA y UPSA- informaron que llegaron a un “acuerdo salarial parcial” tanto con Aerolíneas como con Intercargo. En el comunicado de la Asociación Argentina de Aeronavegantes se anuncia un acuerdo del 21 % en dos cuotas -9 % en enero y 12 % en marzo-. La actualización de los viáticos será mayor, el 30 %. En el comunicado se anuncia además que se asegura el pago del aguinaldo sobre los ítems no remunerativos que componen el salario.
La firma del “acuerdo parcial” se da en prácticamente los mismos términos que se habían acordado antes del paro del 28 de febrero. En aquella ocasión, los gremios habían aceptado condiciones similares pero el acuerdo no fue autorizado por el Ministerio de Economía, por lo que la negociación se canceló y los trabajadores pararon masivamente. No está claro en las comunicaciones que hicieron los gremios si este acuerdo cuenta o no con el visto bueno del gobierno.
Más allá del veto pasado a la paritaria, la política del gobierno de Milei para Aerolíneas es el abandono absoluto: el gobierno no pone un peso desde que asumió, ni designó personal propio al frente de la empresa, sino que le cedió el mando a personal técnico de carrera. Durante todo 2023 Aerolíneas no recibió fondos del Estado Nacional. Objetivamente Aerolíneas ha entrado en una especie de proceso autogestionario, que plantea un problema político mayúsculo. Los trabajadores tienen una doble amenaza: si aceptan la licuación de los salarios y conquistas obreras, la hacen más rentable por lo que encaminan la privatización. Si enfrentan la política de licuación salarial, ponen en el centro de la escena a Aerolíneas y corren riesgo de acelerar la privatización.
El acuerdo representa una fuerte licuación de los salarios aeronáuticos, si se lo compara la inflación del trimestre aún sin sumar marzo. Contrasta notablemente, además, con los balances positivos de la empresa: en enero y febrero Aerolíneas obtuvo un récord de transporte de pasajeros (2,4 millones).
Aceptar el aumento a la baja y levantar la huelga es presentado por los gremios como una muestra de “fortaleza, madurez y racionalidad”, demostrando que “pone por delante la defensa de nuestra Aerolínea de bandera y el cuidado de nuestros pasajeros”. Es exactamente al revés: la lucha contra las privatizaciones en el Estado está indisolublemente ligada a la defensa de los salarios y de las conquistas obreras. Aceptar salarios a la baja convierte en aún más rentable el ataque privatizador. El primer paso de cualquier ingreso de capitales privados es la reducción de costos -centralmente salarios y seguridad laboral- para poner a Aerolíneas a competir como una italic text Llamamos a los trabajadores aeronáuticos a discutir este balance.
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