Escribe Jorge Altamira
“Que la ‘disputa’ quede en el pasado”.
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Mañana, 31 de Marzo, se cumple el 60 aniversario del golpe militar que derrocó al gobierno de Joao Goulart, del Partido Trabalhista Brasileño, heredero de la corriente inaugurada por Getulio Vargas. Las Fuerzas Armada establecieron una dictadura que duró 21 años.
La conmemoración ocurre en una circunstancia especial, en tanto se desarrolla el proceso judicial contra Bolsonaro y gran parte de los militares de su gabinete, por el asalto al Planalto, donde residen los tres poderes del estado, el 8 de enero de 2023, en un intento de golpe de estado para anular las elecciones del mes de octubre precedente, cuando Lula derrotó a Bolsonaro. Durante gran parte de la gestión del gobierno ultraderechista, tanto Bolsonaro como numerosos de sus voceros, reclamaron a viva voz una reedición de aquel golpe militar. La dictadura brasileña se retiró del poder sin atravesar por el juzgamiento de los diversos crímenes que cometió, o sea en un pacto con el personal democrático que venía a sustituirla. El primer gobierno civil surgió de la fórmula presidencial Tancredo Neves-José Sarney, que venían de las dos formaciones políticas que había autorizado la dictadura militar durante su gobierno.
El presidente Lula, sin embargo, que emergió políticamente en la transición de la dictadura al régimen constitucional, ha dejado en claro que no quiere ser parte de las conmemoraciones populares. De acuerdo a la agencia UOL, vetó cualquier participación del ministerio de Derechos Humanos. “Aunque hable de democracia en casi todos los discursos, Lula no mencionó hasta ahora el golpe del 64: pide que la ‘disputa’ quede en el pasado”. Lo que muchos llamados ‘negacionistas’ piden en Argentina. Una Asamblea Constituyente que tuvo lugar en Brasil en 1988, con el propósito de ‘democratizar’ el Estado, no hizo el menor intento por someter a investigación judicial a los partícipes del golpe y de las violaciones, torturas y desapariciones ejecutadas por los sucesivos gobiernos militares.
La reivindicación de ese golpe, sin embargo fue celebrada sin interrupción en forma oficial por las FFAA hasta el año 2016, o sea incluidos los dos primeros gobiernos de Lula. En ese año fue vetada por Dilma Roussef, bajo su presidencia, y retomada luego por Bolsonaro. Los militares han decidido abstenerse de la conmemoración mañana –en primer lugar porque el mismo Ejército la eliminó del orden del día-. Los militares, preocupados por el alcance del proceso judicial, no quieren mover el avispero de una depuración harto limitada o virtual en sus filas, por la complicidad en el intento golpista de Bolsonaro.
La abstención política de Lula en una fecha tan sensible como el aniversario 60, es el vuelto que le da al alto mando militar. Él mismo evalúa que, en el momento, hay mucha “rusga”, o sea enredos, con las FFAA. El multitudinario gabinete de Lula cuenta con ministros que reivindican el golpe.
Como se puede ver, la “universalidad” de los derechos humanos que proclama la legislación posmoderna, es una cortina de humo. Basta ver lo que ocurre en Gaza y, en otro plano, el estado policial que procura construir Milei en Argentina. Lula viola otro principio muy caro al centroizquierdismo –“la memoria”-, que no pretende ejercitar en este aniversario.
En el cuadro de guerra mundial y de avance político de corrientes fascistas, el compromiso de Lula con el aparato militar que lo llevó a la cárcel en 2018 y que intentó un golpe en 2023, muestra el carácter contrarrevolucionario del progresismo democratizante.