Milei se hace el desquiciado

Escribe Jorge Altamira

Elogia la fuga de capitales para justificar un nuevo blanqueo más fraudulento que los pasados

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El brulote que disparó el liberticida Javier Milei en el hotel Llao Llao, en Bariloche, debe haber herido la susceptibilidad de “la gente de bien”. Pero no a los 150 ejecutivos que le sirvieron de platea, cuando les dijo que “el que fuga es un héroe”. Saludaron esos dichos como si fueran un gol en la final de un Mundial. Detras de la fuga de capitales o dinero al exterior hay, sin embargo, un proceso previo de acumulación de dinero no registrado (en negro) que se ‘lava’ mediante su conversión en divisas fuertes. Es así como los ‘fugadores’ han amasado 250 mil millones de dólares en cuentas en el exterior, de acuerdo a la información oficial, o 400 mil millones, de acuerdo a cálculos extra oficiales. Otra forma de fuga de dinero al exterior, esta de carácter aparentemente legal, tiene lugar mediante la emisión de deuda pública externa. Los títulos en dólares en cuestión, cuando no son comprados con pesos son adquiridos con dólares obtenidos en los mercados paralelos, que deprecian el peso y fuerzan a devaluaciones monetarias. A raíz del aumento de las dietas de los senadores en estos días, La Nación del domingo 21 reveló una “caja de ahorro” del diputado de la UCR, Martín Lousteau, de algunas centenas de millones de dólares. Milei parece no haber percibido que los delitos que cometen sus “héroes”, y no “el socialismo”, son los que contribuyen al “empobrecimiento” de enormes mayorías.

La imagen que ha transmitido el Presidente “que supimos conseguir” parece, a un golpe de vista, la de un “desquiciado”, como insisten en caracterizarlos desde la tienda de psicólogos del kirchnerismo. Pero en realidad, peca de ingenuidad. El gobierno de Milei-Caputo está a punto de lanzar un blanqueo de capitales para que los fugadores legalicen sus tenencias, con mayor razón si se trata de “héroes”. Milei conoce, sin embargo, que el Grupo de Acción Financiera Internacional (Gafi) “alertó (Clarín, 20/4) por las características del régimen de grandes inversiones que el Gobierno de Javier Milei incluyó en el paquete fiscal”. “Entienden que el Registro de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) es una puerta de acceso camuflada “con visos de legalidad” para que capitales provenientes del tráfico de estupefacientes, armas y personas entre otros ingresen al circuito financiero de la República Argentina…”. Se trata de un régimen para inversiones superiores a 200 millones de dólares, con beneficios impositivos de Nación, provincias y municipios, exención de derechos de exportación y ventajas aduaneras y cambiarias. La Nación (20/4) advierte que en entrevistas anteriores al exabrupto del Llao Llao, Milei declaró que le importa un rábano de donde provengan los dólares del blanqueo. “Los dichos de Milei sobre el blanqueo activaron las alarmas” del mencionado GAFI. Milei quiere que el dinero negro de los capitalistas escape a “las garras” de la ley, a sabiendas que la ley es el Estado.

El capitalismo ha montado, desde su inicio mismo, una economía paralela, para asegurar sus intereses frente a las contradicciones que impone una forma republicana de Estado. Es así como desfinancia al Estado, para forzarlo enseguida a legalizar la economía paralela. Los ocho millones de trabajadores no registrados, en especial por parte de las tercerizadas de las grandes compañías, representan una economía paralela de evasión tributaria y previsional. La Reforma Laboral que impulsan el Gobierno, el Congreso y la CGT apunta a legalizar la evasión previsional y desfinanciar para siempre el sistema jubilatorio. Pero incluso este propósito irá al fracaso porque la evasión previsional está condicionada a la impositiva, a la que los capitalistas no piensan renunciar. En algunos países (¡la Irlanda que adora Milei!) se ha llevado el tope de ganancias del 35 % al 15 y hasta el 10 %, que se convierte en cero cuando se aplican las deducciones permitidas. Para apuntalar el beneficio capitalista los Estados promueven el desfinanciamiento fiscal y la privatización de los gastos del Estado – incluso los militares.

Se trata de un camino ciego al abismo político, la acentuación de la guerra de clases del capital contra la fuerza de trabajo y el desarrollo de una economía de guerra.

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