Escribe Marcelo Ramal
La postura cómplice del kirchnerismo y la CGT con el gobierno liberticida.
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Cristina Kirchner salió del silencio. Reunió, en Quilmes, a los estrictos integrantes de su facción, La Cámpora, que llegó al miniestadio en una larga fila de micros. En el acto no estuvo el aparato de otros municipios, ni del pejota o la burocracia sindical. Apeló a “dejar de pelearnos” – dentro del peronismo, dentro del kirchnerismo y dentro de La Cámpora. Axel Kicillof llegó al acto en solitario y se retiró, cuando concluyó, por sus propios medios. El discurso de la doble expresidenta y vice no movió el amperímetro de la crisis en el peronismo, en el kirchnerismo y en La Cámpora. Por las mismas horas, recurría a Miguel Pichetto, un exmacrista, para negociar la reforma laboral con la banda liberticida.
En su pasaje más significativo, Cristina denunció que Milei sólo tenía un plan de ajuste, pero no “un plan de estabilización”. Expuso, en estos términos, una crítica de derecha a la confiscación que están sufriendo los trabajadores, e incluso auguró “que al gobierno le vaya bien”. Un plan de estabilización es también lo que exigen las grandes centrales empresarias.
Significaría consolidar esa confiscación –del 40 % de las jubilaciones, del 30 % de los salarios de profesores, maestros y enfermeros estatales, comedores y demás gastos sociales!. Como todos los que reclaman la “estabilización”, no pide de ningún modo desmantelar el ajuste, al cual considera precario, sino darle un marco sólido. La estabilización signfica: levantar el cepo, volver a devaluar el peso y aumentar las tasas de interés para que los depósitos no emigren del sistema bancario y para incentivar el ingreso de capital monetario del exterior.
Para mejor clarificar la propuesta, CFK puso como ejemplos virtuosos al “Plan Austral” de Alfonsín y a la convertibilidaid de Menem y Cavallo. La doble ex volvió al regazo de su antiguo jefe, el fallecido Carlos Menem. El Plan Austral debutó con una fuerte devaluación y tarifazos; fue redactado en ´comunión´ con el FMI, y ´encuadró´ al gobierno radical en un compromiso definitivo para afrontar el pago de la deuda pública. El plan Cavallo fue precedido por la desvalorización en masa de salarios y jubilaciones, y un plan (Bonex) confiscatorio de los depósitos en los bancos. Milei enfrenta una bancarrota financiera (endeudamiento) muy superior a la de aquellos años, lo cual le impide anunciar una refinanciación compulsiva de la deuda. Significativamente, Cristina Kirchner no reivindicó, en la celebración de la primera vuelta de 2003, que consagró a su marido para el balotaje, la “quita” en la deuda externa, que impuso con el ministro Lavagna. Los acreedores celebran el “nuevo rumbo” con un aumento del 250 % en la cotización de la deuda extranjera –que pasó de 20 centavos de dólar a 65/70-. Con esto en la mano, las grandes patronales y el FMI reclaman “estabilizar” con “reformas de fondo” y un “consenso político”. Es el voto a la Ley Bases y el Pacto de Mayo, ambos con destino controvertido. La exposición de CFK, ayer en Quilmes, fue dedicada a que la audiencia “reflexione” como ya lo hizo ella, y saque las mismas conclusiones.
El reclamo de un plan de estabilización inscribe a Cristina en la corriente de los críticos empresariales a Caputo. Por ejemplo, Cavallo, Melconian, Broda … y el FMI. Fue explícita; dijo que “lo que piden los economistas” (sic), a sabiendas que los del kirchnerismo dicen exactamente lo contrario. Milei advirtió el aporte de la dos veces ex, al atacarla en X en términos ´civilizados´. Un plan que arranque con una nueva devaluación, sin embargo, sólo servirá para desestabilizar aún más una situación económica en completo desequilibrio. Los otros pasos del plan reclamado por el establishment (y por Cristina) son una reestructuración de la deuda con el FMI y la eliminación de los sobrecargos de intereses. Los mesadineristas agrupados con Caputo y Posse reclaman un adicional de 15 mil millones de dólares para levantar más rápidamente el cepo. Para el FMI, por el contrario, esa liberación del cambio internacional debe hacerse con recursos propios.
Cristina reapareció para exhortar al peronismo “a la reflexión”, no a la acción. Se convirtió en una bombera filosófica. Ya lo había hecho con Macri, cuando invitó a esperar a las elecciones de 2019. Reveló, otra vez más, el carácter conservador del kirchnerismo. En su discurso, le pidió a Milei pegar un cómplice “golpe de timón”. El discurso de CFK demuestra que estauvimos acertados cuando, en la campaña electoral, denunciamos que el golpe de estado económico contra los trabajadores, que hoy ejecuta Milei, era un programa compartido por todos los candidatos patronales.