Escribe Violeta Gil
El feminismo no resiste un enfrentamiento de clase.
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En una entrevista en A24, la diputada del PTS, Myriam Bregman, acusó a la diputada Silvia Lospennato, del PRO, por "decirse feminista y votar en contra de que las mujeres se jubilen". Cuando Lospennato, sin embargo, hizo campaña por el voto a favor de la ley de Paridad de Género y, después, de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, fue ungida como “sorora” —hermana— por Bregman, Del Pla y por cuanta representante del FIT-U tomara un micrófono. La macrista Lospennato nunca abandonó su defensa de la explotación capitalista a cambio del feminismo, ni tampoco se limita ahora a votar contra las jubiladas, sino que respalda el apoyo de Milei a la masacre del sionismo del pueblo palestino, con miles de mujeres y niñas asesinadas. Lospennato tampoco es una diputada más: es pilar número uno del gobierno de Milei. Fogonea la unión del PRO con LLA. No faltan las ocasiones para que un parlamentario socialista o, como en este caso, una o dos parlamentarias, voten coincidentemente con un/a adversario/a de clase, por el derecho al aborto o contra las leyes ómnibus. Pero eso no los/as convierte en ‘hermano/as’ de los representantes de las patronales. En materia de acuerdos prácticos no hay que rechazar ni incluso al diablo.
Bregman se ha sentido tocada (“touché”) por ver a su "sorora" impulsar toda la legislación antiobrera de Milei, a pesar de que descontaba la posición política de Lospennato. En lugar de admitir el abrumador fracaso del feminismo “trotskista”, le tira el fardo de la responsabilidad de haber abandonado el feminismo a la diputada macrista. La responsabilidad principal es de Bregman, que arropó el feminismo de Lospennato.
Ocurre que los intereses y antagonismo de clase se imponen siempre, repetimos, siempre, sobre las coincidencias “feministas”. Ahora que numerosos opositores/as a la nominación de Ariel Lijo para la Corte Suprema reclaman una cortesana en su lugar, ¿Bregman apoyaría ese planteo o, por el contrario, aceptará que Lospennato la acuse de una traición al feminismo? Bregman no es senadora, pero ello no la excusa de un pronunciamiento.
El feminismo a secas convierte la coincidencia sobre algunas reivindicaciones de las mujeres no en ocasionales o particulares, sino en estratégicas. Es sobre ello que pueden constituir un movimiento, incluso con pluralidad de corrientes. Pero en ese caso se instalan por encima de las clases, lo que en una sociedad de clases significa un apoyo a los explotadores.
El feminismo y la “sororidad” simplemente ignoran que la llamada cuestión de la mujer sólo adquirió un carácter histórico concreto por el golpe que ha recibido el trabajo doméstico y la misma familia por la incorporación de la mujer al trabajo asalariado, o sea, a la gran industria (entendida en sentido amplio). Han igualado a los varones como mercancía fuerza de trabajo, mientras las patronales buscan mantener la desigualdad con diversos recursos económicos, políticos e ideológicos, incluyendo a la Iglesia. El patriarcado, como forma histórica de dominación de la mujer, ha dejado el lugar para la dominación de la mujer y los niños, al capital. Los resabios patriarcales sirven, como ocurre en todas las esferas de la dominación capitalista que asimila viejos modos de expresión, como herramientas suplementarias.
De otro lado, ha dado una forma concreta a la diferenciación social de la mujer, entre una mayoría explotada y una minoría que cumple funciones para el capital. Entre una y otra pueden haber coincidencias episódicas, pero nunca estratégicas. La ‘sororidad’ no aguantó el voto por la cláusula jubilatoria que excluye a quienes, pero sobre todo a las mujeres, no han reunido 30 años de aporte. Bregman hubiera debido advertir esto mucho antes, porque Lospennato pertenece a la fracción de Bullrich, otra "sorora" que buscó pasar desapercibida en ocasión del tratamiento al derecho al aborto. Bregman, como trotskista, perdió la oportunidad gigantesca de delimitarse del feminismo, exponiendo los intereses de clase de Lospennato y el resto de las “sororas” parlamentarias. Ella misma una “sorora”, Bregman se quejó por la ‘traición’ de su ‘hermana’ de armas.
En la comprensión de que la opresión de la mujer, bajo el capitalismo, se diferencia históricamente de todas las opresiones de los regímenes sociales que lo precedieron, la IV Internacional lucha por la organización socialista de la mujer trabajadora. La explotación doméstica, que es típica de la mujer trabajadora, solamente podrá ser abolida por medio de la socialización de todas esas labores. En la transición, es necesario derrotar al gobierno “liberticida” en función de un gobierno de trabajadores; organizar un poderoso movimiento socialista de la mujer trabajadora, para imponer, entre otras cosas fundamentales, la reeducación socialista de la clase obrera; combatir las guerras y masacres imperialistas, para construir una Federación Internacional de Repúblicas Socialistas.