Escribe Pablo Vallejo
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Este 4 de julio se desarrolló un nuevo paro de la docencia entrerriana. El mismo fue convocado luego del decreto que el gobernador Frigerio firmara para subir los aportes que realizan los activos estatales para la caja de jubilación y que anticipa el inicio de la reforma jubilatoria que quiere imponer el gobierno.
Esta medida de fuerza convocada por la “intersindical”, que está integrada por los gremios docentes y estatales de ATE, refuerza nuestra caracterización del rol oficialista que llevan adelante las burocracias sindicales que fueron parte del anterior gobierno de Bordet y los Fernandez.
En la plaza y en los medios, la dirigencia sindical centró su discurso sobre el recorte de los salarios y la suba de los aportes a la caja como consecuencia de las deudas que el Gobierno Nacional tiene con la Provincia, que sería donde estaría el verdadero ajuste. Sin embargo el Gobierno Provincial ha hecho enormes méritos para presentarse como un abanderado de la Ley bases, logrando incluso sumar el necesario voto del senador peronista Edgardo Kueider que permitió el desempate de la vicepresidenta. La burocracia sindical, a pesar de ello, continúa a fondo con la política que inició cuando fue a dar su respaldo en la inauguración de las sesiones legislativas 2024, donde no se ruborizó en aplaudir y sembrar expectativas en la nueva gestión provincial, a quien le sigue proponiendo un “frente común” contra la ultraderecha de Milei.
Esta colaboración entre la patronal y la burocracia la estamos pagando docentes y estatales con salarios de pobreza e indigencia. Por eso mismo el acatamiento al paro, fundamentalmente en la docencia, fue masivo, una tendencia que no ha bajado desde que se sucedieron los descuentos masivos a principio de año y que generó la marcha más importante de la docencia en años. En los sectores estatales el apriete sobre los descuentos circuló extorsivamente durante toda la semana, logrando amedrentar la concurrencia. Es por ello que entendemos que la movilización del jueves 4 de julio muestra en la calle estas contradicciones que nos mantienen en una encrucijada, la masividad del paro se combina con la poca concurrencia en las marchas y la desconfianza de las bases con el “plan de lucha” de la burocracia.
La voluntad de los trabajadores del estado y la docencia para luchar contrasta con esta perspectiva de vaciamiento sindical y los sucesivos paros aislados que no enfrentan a fondo el saqueo de nuestras condiciones laborales. Para frenar este atropello a los trabajadores entrerrianos necesitamos seguir reforzando el camino que se inició con la asamblea interescuelas y las autoconvocatorias recientes, para poder tomar en nuestras manos el debate y la organización de la huelga indefinida después del receso escolar.