Escribe Comité Editorial
Lanza un ataque fascista contra el feminismo y las disidencias.
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Hace treinta años se produjo un atentado criminal contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que durante largas décadas fue un organismo de protección de los sectores más pobres de la comunidad judía. Debido a esa condición fue objeto de reiterados ataques de las ‘ligas patrióticas’ del fascismo vernáculo. En el encubrimiento de ese atentado estuvo abiertamente vinculado el gobierno de Menem, que en esa época contaba con el apoyo del presidente de las Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Rubén Beraja, asociado a varios fraudes bancarios. A la sombra del gobierno de Menem operaban un variado grupo de traficantes de armas del Medio Oriente; incluso el mismo fallecido expresidente fue inculpado por ese tráfico con Croacia y Ecuador, pero eximido de responsabilidad por parte del Departamento de Estado norteamericano, por la asociación de Menem con la “coalición de voluntarios” que desató la guerra del Golfo, bajo la dirección de Estados Unidos. La Justicia ha probado que Menem fue responsable de la voladura de Fabricaciones Militares de Río Tercero para ocultar pruebas de venta clandestina de armas, pero evitó la cárcel con la complicidad del kirchnerismo. Para numerosos observadores, el vínculo de Menem con las mafias de traficantes de armas sería la causa de la muerte de su hijo, Carlitos. El gobierno actual se considera a si mismo el principal primogénito del gobierno menemista. Es esta coalición la que debe responder por el atentado a la AMIA y el anterior, en 1992, a la embajada de Israel. Nuestra corriente política fue la única en la Izquierda en condenar ambos atentados.
El presidente de la AMIA, Amos Linetzky, ha utilizado, en cambio, la conmemoración del treintagésimo aniversario para lanzar una furiosa defensa de la masacre de palestinos en Gaza y Cisjordania por parte del gobierno de Benjamín Netanyahu, cuyo arresto ha sido pedido por la Corte Penal Internacional con cargos de genocidio. Lo ha utilizado también para apoyar la calificación de Hamas como organización terrorista, cuando Hamas no ha tenido nada que ver con los atentados a la embajada y a la AMIA. Incluso el diario Clarín ha caracterizado el discurso de Linetsky y el apoyo al decreto de Milei acerca de Hamas como “una ofrenda” al estado sionista. Se ha valido de las muertes ocasionadas por el ataque de Hamas a la población del sur de Israel y las violaciones que el sionismo adjudica a Hamas para atacar al movimiento feminista y a las organizaciones de derechos humanos de Argentina, sin temor a revivir el apoyo declarado del sionismo local a la dictadura militar que masacró a numerosos militantes judíos e hizo gala de un furioso antisemitismo. El gobierno de ultraderecha de Israel ha prometido una investigación acerca del ataque de Hamas para cuando complete la limpieza étnica en Gaza. Una gran parte de la sociedad israelí imputa a su gobierno el desinterés por la vida de los rehenes retenidos por Hamas por el afán de priorizar la continuación de las matanzas de mujeres y niños en la Franja, que el gobierno de Hamas cifra en cerca de cuarenta mil personas, pero que organismos de Naciones Unidas ponen arriba de cien mil, porque se desconoce el número de víctimas ocultas bajo los escombros. El discurso de Linetsky y las organizaciones sionistas que lo supervisaron, están alarmadas por la oposición a la continuación de las masacres en Gaza por gran parte de la población israelí y de las comunidades judías en el exterior. Desde el comienzo del genocidio, medio millón de israelíes se han ido del país. Incidentalmente, Victoria Villaruel, la vicepresidenta de ultraderecha, al condenar el colonialismo francés como un pretexto para apoyar el racismo de los cantos de la selección argentina, dio como ejemplo a Haití, donde los esclavos se rebelaron contra Napoleón y los colonos franceses en la Isla a fines del siglo XVIII y principios del XIX. De forma implícita, por cierto, justificó las masacres ejecutadas por los esclavos contra los colonos, por decenas de miles de personas. Como lo describe en forma brillante Quentin Tarantino en la película “Django sin cadenas”, el odio y la violencia de los de arriba es lo que desata la gran violencia de los de abajo.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha denunciado, muy correctamente, que Argentina no hizo nada por prevenir el atentado a la AMIA – contando con el antecedente de la embajada. Es una responsabilidad del menemismo, que el sionismo local estaba apoyando. Treinta y dos años después, la Corte Suprema, en sus variadas composiciones, no ha esclarecido este primer atentado. El jefe de la SIDE de Menem, Carlos Anzorreguy, purgó un período de prisión por encubrimiento, pero no se esclareció a quienes encubría. La autoría que se atribuye a Irán no ha sido probada, pero el cargo ha servido para atacar a un rival geopolítico del estado sionista y el imperialismo norteamericano. Linetsky miente cuando atribuye a la Cámara de Casación el dictado de una condena a Irán por el atentado a la AMIA, cuya jurisdicción sólo tiene la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El juez Carlos Mahiques inventó esa condena en las consideraciones que firma en el juicio. No sorprende que las organizaciones comunitarias sionistas apoyen a Ariel Lijo, que tiene en la actualidad los atentados, para la Corte Suprema, porque saben que Lijo es partidario de un juicio en ausencia contra funcionarios de Irán. Los ataques obsesivos del periodista Carlos Pagni contra Ariel Lijo chocan contra el muro infraenqueable de la conexión Milei-Netanyahu.
Para mantener viva la causa contra Irán, Linetsky reivindicó el propósito de Cúneo Libarona y Milei de proceder a un juicio en ausencia. Cúneo, precisamente, fue denunciado por extorsión en el juicio por los atentados, en 1997. Milei quiere recurrir a un decreto lo que debería salir por ley, que tampoco podría ser retroactiva. Para colmo de dislates sería un juicio en ausencia sin la presentación de elementos de prueba. El propósito no es esclarecer nada sino mantener la agitación sionista contra Irán y la democracia política en Argentina, y atar a Argentina a la guerra mundial en que se encuentra comprometida la OTAN. El objetivo de Linetsky y sus tutores es llevar a Argentina a una guerra.