Escribe Comisión sindical
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Una asamblea masiva de trabajadores de FATE rechazó este jueves el preacuerdo firmado pocas horas antes entre la Directiva del SUTNA y la patronal. La votación se definió por amplísima mayoría por el rechazo. El núcleo del preacuerdo guarda relación con el cambio de régimen de trabajo; la modificación había sido solicitada por la patronal. El rechazo casi unánime de la asamblea reflejó, sin embargo, un estado de descontento con la Directiva, más allá del tópico de la reforma laboral planteada. FATE es la empresa donde se incubó el desarrollo de la Lista Negra, a la que pertenece la actual directiva, que ganó la seccional de San Fernando, primero, y luego el conjunto del SUTNA, en 2016, así como los cuerpos de delegados de Pirelli, en Merlo, y Bridgestone, en Llavallol. El resultado de la asamblea marca un cambio político de conjunto en el Sindicato. En este periódico, Política Obrera, fuimos adelantando las distintas etapas que fueron advirtiendo acerca de esta evolución.
La directiva del SUTNA había llegado al preacuerdo durante la tarde del miércoles 9. Lo anunció en un vídeo difundido a las 20 horas de ese mismo día, con la caracterización de que el acuerdo era claramente progresivo, porque protegía el descanso y el poder adquisitivo de los trabajadores. En consecuencia llamó a asamblea general para las 14 horas del día siguiente. De este modo parecía poner fin a varios meses de discusiones interminables en los que la patronal había intentado acogerse al llamado “Procedimiento Preventivo de Crisis”, que habilita reducciones salariales, despidos y mayor flexibilización laboral. Mientras intentaba imponer ese recurso en el ámbito ministerial, la patronal procedió a despedir a dos centenares de trabajadores, en forma directa o apelando a diversas extorsiones. La seccional llamó a un paro parcial, sin continuidad y sin resultados.
La propuesta acordada consistía en pasar del régimen de trabajo actual de cuatro equipos de trabajo, que rotan cada siete días de trabajo, con dos de descanso y un franco adicional cada tres semanas, a un régimen, también rotativo, de 6 días de trabajo por uno de descanso cuando los trabajadores estén de mañana; de 5 días de trabajo por dos de descanso cuando estuvieran de noche, y a una combinación de estas dos modalidades cuando hicieran turno tarde. En lo sustancial, el nuevo régimen adapta el régimen de trabajo de la fábrica a la actual merma de 250 puestos de trabajo, después de los despidos abiertos o encubiertos. Como la rotación pasaba a ser quincenal (ahora es semanal), el acuerdo planteaba trabajar un sábado de tarde por medio. Con el espaciamiento de las rotaciones, sin embargo, los trabajadores pasaban a perder 3 francos cada siete semanas – o sea medio franco por semana. El régimen actual tiene un solo fin de semana franco cada cuatro, o sea que admite siete días corridos de trabajo.
Por último, la empresa se comprometía a no producir despidos sin causa hasta febrero de 2026, estableciendo un derecho al despido por escrito, que ningún sindicato debería aceptar. Es una suspensión temporal de despidos, cuando los trabajadores están reclamando la reincorporación de los 250 trabajadores recientemente despedidos. Tampoco es una cláusula grabada en piedra, porque será ignorada si prosigue la depresión industrial y la apertura de importaciones; en caso de una recuperación de la actividad económica, la misma cláusula es ociosa.
Bien mirado, esta acta acuerdo es una tentativa de salir del *impasse *creado en los últimos meses, cuando el Sindicato respondió a los despidos y a la exigencia de una mayor flexibilización laboral por parte de la patronal, con un marcado inmovilismo, que se reflejó en actos callejeros o en puertas de fábrica, sin efecto o impacto en el conflicto. La Directiva del SUTNA no podrá salir de la crisis que le ha creado el rechazo contundente de la asamblea del jueves, sin una modificación completa de la política llevada adelante desde la asunción de Milei, y de querer compensar por medio del aumento de las primas salariales la creciente precarización del trabajo en el Neumático. Sobre esto último hemos escrito en abundancia, ver : El SUTNA después de las elecciones de delegados; Neumático: las conciliaciones obligatorias han fracasado y Los despidos masivos, la paritaria paralizada y la crisis de la obra social en el SUTNA.
La patronal ya había dado a conocer su intención de cambiar el régimen de trabajo durante el reciente pedido de “Procedimiento Preventivo de Crisis”, e incluso había intentado llevar adelante un plebiscito por esa agenda, pasando por arriba del sindicato. Esta acción patronal fue repudiada en forma masiva por los trabajadores, en defensa de la soberanía de clase de la organización sindical. Al mismo tiempo, firmaron un petitorio impulsado por el SUTNA que rechazaba los cambios que pretendía la patronal en el régimen de trabajo. Al final, la patronal de FATE cambió de táctica: pasó del intento de plebiscito a este acuerdo, cediendo algunas concesiones.
En primer lugar, la patronal le ofreció a la directiva del SUTNA algo que había rechazado en el gran conflicto de 2022: el pago del 200 % de las horas extras, que con el acuerdo se trabajarán solamente a partir de las 13 horas del sábado. Desde estas páginas, siempre señalamos el retroceso histórico que significa ´compensar´ con una prima salarial la sobreexplotación de la fuerza de trabajo y la reducción del tiempo libre para el trabajador. Como la ganancia de las patronales se vincula, entre otros factores, a la velocidad de rotación y amortización del capital, el tiempo libre es un gasto que conspira contra sus beneficios, sin que importe la prima que tenga que pagar para ello. La dirección del SUTNA, como se ve, no improvisó en este preacuerdo, que reconoce antecedentes. El aparato del Partido Obrero, que apoyó esta política, se alineó con el ala derecha del movimiento obrero internacional, que entiende a la jornada de ocho horas como un piso, no como un techo, que no debe ser perforado. A través de la desvalorización del salario, las patronales y los estados empujan a los trabajadores a violar la jornada de ocho horas, sea por medio de las extras como del doble empleo.
En esta misma línea, la patronal ofreció el pago de 14 horas mensuales por el "cambio de régimen", que compensaban el pago de otros adicionales. En tercer lugar, el acuerdo ‘elimina’ el presentismo, al que mantiene por medio de “incentivos” contra el ‘ausentismo’, que Madanes Quintanilla, el patrón de FATE, había calificado como una “calamidad’ en la empresa. El acuerdo establece, finalmente, dos "cuotas solidarias", una del 2 % de las sumas no remunerativas que surgen de este mismo acuerdo, y otra del 9 %, para hacer frente a la quiebra de la Obra Social a la que esta adherida el sindicato (OSPIN). De este manera, el rescate de la Obra Social -que ha estado recientemente en la picota a partir de reclamos de afiliados- ha quedado condicionado al acuerdo flexibilizador. Si no hay acuerdo, no hay Obra Social. Pero la patronal “recapitaliza” a la Obra Social con la mayor tasa de plusvalía que obtiene de este mismo acuerdo.
La directiva acepta este preacuerdo, enviando a ‘causa perdida’ los 450 despidos en Bridgestone y los casi 300 despidos encubiertos en Pirelli. En FATE, el acuerdo fue presentado, textualmente, como el mejor posible en el marco del gobierno de Milei. Mientras usa X para llamar al derrocamiento del ‘libertario’, Pitrola justifica el acuerdo ahora rechazado, por los límites que estaría imponiendo el mismo ‘libertario’. La trayectoria del aparato que expulsó del PO a nuestra Tendencia, culmina con el rechazo masivo de los trabajadores y con una justificación elaborada de una serie de capitulaciones. Durante la asamblea los directivos del SUTNA hicieron fuertes llamamientos a aceptar el acuerdo para evitar más despidos. La cuestión de la salubridad en el lugar de trabajo está excluida del acuerdo, esto cuando se trata del mayor problema de los trabajadores, que ven rotas sus espaldas y el acortamiento de su capacidad laboral.
El preacuerdo nada establece sobre la reincorporación de los despedidos que continúan reclamando por sus puestos de trabajo. En estas condiciones, los trabajadores han visto como una extorsión la cláusula que compromete a la patronal a no despedir... hasta febrero de 2026. Uno de los compañeros despedidos, que intervino en la asamblea defendiendo la lucha por las reincorporaciones, fue calurosamente ovacionado. En el preacuerdo tampoco se incluye nada sobre la cuestión del salario de convenio, cuando la patronal de FATE quiere una paritaria con aumentos igual a cero.
Después que Alejandro Crespo defendiera enérgicamente el acuerdo, las intervenciones de las listas de oposición se limitaron a objeciones y reservas de carácter parcial. El PTS reclamó sobre el carácter precipitado del preacuerdo y la convocatoria de la asamblea, reclamando más tiempo para discutir. El NMas reclamó que se incorporara al acta la reincorporación de los despedidos. La Lista Independiente ratificó el rechazo al acuerdo, que ya había adelantado en un comunicado. Ninguna de las listas contrapuso un programa ni una propuesta de lucha, luego de una insistente campaña para que hubiera una asamblea, desde antes del preacuerdo. El FITU y sus colaterales comparten la posición sindicalera que empuja a los obreros a aceptar la superexplotación a cambio de la carnada de mayores salarios –que de todos modos se come la inflación.
Ahora el sindicato se enfrenta a la responsabilidad de ofrecer una alternativa al rechazo, con tanto o mayor razón cuanto que el impacto del rechazo se hará sentir en Bridgestone y Pirelli. Para eso debería hacer un balance sin concesiones de su política de adaptación a las patronales y al gobierno, e incluso enviar un telegrama de despido a los ‘asesores políticos’ que impulsaron esa adaptación. En caso contrario, empezará a maniobrar para imponer ese acuerdo, con modificaciones menores. Los activistas que lideraron el rechazo al preacuerdo tienen también una responsabilidad, que es la de ofrecer un planteo reivindicativo alternativo. La controversia o incluso el choque que se expresó en la Asamblea debe tomar una forma principista, no faccional, de programa de clase, contra la adaptación pasiva a las circunstancias.