Escribe Pablo Busch
Detrás de la interna gremial, una orientación estratégica del capital.
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La conducción del SMATA Nacional, encabezada por Pignanelli, ha resuelto la intervención de hecho de la Comisión Interna y del cuerpo de delegados de la planta Toyota, la automotriz más importante –la que más produce, vende y exporta– y la que más afiliados al gremio tiene. Sector por sector, los delegados históricos de la planta de Zárate son forzados al arreglo o a la renuncia. Se trata de un proceso de liquidación muy similar al que se produce en Volkswagen, donde el SMATA acordó con la patronal la disolución a través de arreglos, renuncias y despidos de su propia patota.
La intervención es atribuida por los especialistas del tema a una interna entre el SMATA Nacional y la seccional Zárate y el cuerpo de delegados de Toyota que viene de larga data. Los avances en la flexibilización laboral en la planta fueron siempre discutidos entre la patronal y Pignanelli (padre). Esto incluye la implementación de un durísimo premio de presentismo, la obligación de trabajar los sábados (https://politicaobrera.com/5687-asi-fue-como-se-voto-el-nuevo-esquema-de-trabajo-en-toyota), la cobertura forzada de los breaks, los retiros voluntarios (https://politicaobrera.com/11468-toyota-y-el-smata-prenden-la-motosierra-de-milei), etc. El cuerpo de delegados, con una muy limitada independencia de Pignanelli, fue siempre un convidado de piedra. En las “asambleas” -que de asambleas no tuvieron nada- en las que se aprobó entregar el franco del sábado, los delegados no enfrentaron a Pignanelli, pero quedó en claro que no estaban de acuerdo. Este cuerpo de delegados reemplazó hace una década a un cuerpo de delegados afín a Pignanelli que dependía de la seccional Baradero del SMATA. Sergio Pignanelli, hijo del Secretario General, intervino la seccional Zárate del SMATA y reubicó en la sede central a los referentes de la fábrica. Pospuso las elecciones de delegados, por lo que al día de hoy los que quedan están con el mandato vencido. Recorre la fábrica diciendo que él personalmente bajó a todos los delegados y que la representación integral de toda la fábrica la asumiría él. Algunos delegados de sectores resisten todavía la embestida del SMATA central.
Sin embargo, es claro que el problema no se reduce a una interna gremial, sino a una orientación patronal de reorganizar el régimen de representación gremial en las fábricas, liquidando a las comisiones internas y cuerpos de delegados. La autofagia del SMATA en Volkswagen (link) y una crisis sin retorno de la comisión interna de Peugeot, que pertenece a la UOM, evidencian que no estamos solo ante una interna gremial, sino que las patronales explotan la interna gremial para avanzar en su agenda reaccionaria. Hasta ahora, tanto en VW como en Toyota la gestión de la fábrica era cogestionada por los gerentes y los delegados del SMATA: la convocatoria a hacer extras, el ingreso de trabajadores nuevos, las sanciones, las listas de suspendidos y de retiros voluntarios. El CEO anterior de Toyota, Herrero, había declarado que para llegar a jerárquico de la empresa estaba bien visto provenir del cuerpo de delegados del SMATA. A cambio, las patronales mantenían a los delegados sin trabajar y con una lista infinita de privilegios. En Toyota son más de 40 delegados los que tenían crédito horario completo y permisos gremiales sin límite. En Volkswagen eran arriba de 140, de los cuales quedan solamente 40 y cumpliendo tareas en las líneas.
El régimen sindical de comisiones internas y cuerpos de delegados en las fábricas y lugares de trabajo representa una conquista histórica de la clase obrera. Choca objetivamente con la hipercentralización de la burocracia y abre una lucha política en cada fábrica por la representación, la organización y la lucha de los trabajadores, que tienen una incidencia directa. Como toda conquista obrera, es apuntada por el capital para ser liquidada en su momento. Hoy las patronales automotrices parecen decirle a los trabajadores “a donde vamos no necesitamos delegados ni comisiones internas”. Detrás de la interna gremial se encuentra esta orientación estratégica de las patronales.
El proceso del SMATA es muy instructivo sobre la crisis reciente de la CGT. La liquidación de los cuerpos de delegados de Toyota y Volkswagen se hace amén de la interna que recorre al SMATA Nacional, donde Paco Manrique, adjunto del sindicato, disputa con Pignanelli, que responde al sector mayoritario de la CGT. El “lagarto” Manrique pertenece al grupo de sindicalistas afines a Pablo Moyano, de hecho renunció a la CGT unos días antes que él. Pignanelli y Manrique llegaron juntos a la conducción del SMATA como parte de una división territorial. El “combativo” Manrique se cargó al cuerpo de delegados de Volkswagen, mientras que el “Gordo” Pignanelli interviene ahora el de Toyota. Esperar que de estos sectores combativos surja un “Frente Nacional de Resistencia” al Gobierno de Milei es una estafa.
El proceso de Toyota expone también los límites del reagrupamiento interno histórico de los delegados de Toyota, que formó la seccional Zárate y que se mantuvo con cierta independencia pero siempre a las sombras de la burocracia central. Los procesos sindicales que se forman al margen de un programa y que evitan indefinidamente confrontar con la orientación de la burocracia están condenados a adaptarse o a desaparecer. La resistencia de algunos delegados a la intervención no se ha hecho sobre la base de una delimitación de los intereses que persiguen Pignanelli y la patronal.